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El Arca vuelve a Israel HR 194

Algunos no estaban de acuerdo con que se hiciera esto. Era demasiado humillante devolver el arca, e insistieron en que ningún filisteo pusiera en peligro su vida por llevar el arca de Dios a Israel, ya que les había causado tanta muerte. Sus consejeros suplicaron al pueblo que no endureciera su corazón como los egipcios y Faraón lo habían hecho, para que no les sobrevinieran mayores aflicciones y plagas. Y como todos tenían miedo de tomar el arca del Señor, les aconsejaron diciendo: “Haced, pues, ahora un carro nuevo, y tomad luego dos vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, y uncid las vacas al carro, y haced volver sus becerros de detrás de ellas a casa. Tomaréis luego el arca de Jehová, y la pondréis sobre el carro, y las joyas de oro que le habéis de pagar en ofrenda por la culpa, las pondréis en una caja al lado de ella; y la dejaréis que se vaya. Y observaréis; si sube por el camino de su tierra a Bet-semes él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por accidente. Y aquellos hombres lo hicieron así; tomando dos vacas que criaban, las uncieron al carro, y encerraron en casa sus becerros... y las vacas se encaminaron por el camino de Bet-semes, y seguían camino recto, andando y bramando, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda”. HR 194.1

Los filisteos sabían que no era posible obligar a las vacas a apartarse de sus terneros para dejarlos en casa a menos que un poder invisible las impulsara. Las vacas se fueron directamente a Bet-semes bramando por sus terneros, pero apartándose de ellos en línea recta. Los jefes de los filisteos siguieron el arca hasta los límites de Bet-semes. No se atrevían a confiar plenamente a las vacas el arca sagrada. Temían que si algún mal le acontecía, mayores calamidades les sobrevendrían. No sabían que los ángeles de Dios acompañaban al arca y conducían a las vacas en su camino al lugar que les correspondía. HR 194.2