1 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de vosotros? RVa — 2Corintios 3:1
2 Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres. RVa — 2Corintios 3:2
3 Es evidente que vosotros sois carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de corazones humanos. RVa — 2Corintios 3:3
4 Esta confianza tenemos delante de Dios, por medio de Cristo: RVa — 2Corintios 3:4
5 no que seamos suficientes en nosotros mismos, como para pensar que algo proviene de nosotros, sino que nuestra suficiencia proviene de Dios. RVa — 2Corintios 3:5
6 El mismo nos capacitó como ministros del nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica. RVa — 2Corintios 3:6
7 Y si el ministerio de muerte, grabado con letras sobre piedras, vino con gloria—tanto que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual se había de desvanecer—, RVa — 2Corintios 3:7
8 ¡cómo no será con mayor gloria el ministerio del Espíritu! RVa — 2Corintios 3:8
9 Porque si el ministerio de condenación era con gloria, ¡cuánto más abunda en gloria el ministerio de justificación! RVa — 2Corintios 3:9
10 Pues lo que había sido glorioso no es glorioso en comparación con esta excelente gloria. RVa — 2Corintios 3:10
11 Porque si lo que se desvanecía era por medio de gloria, ¡cuánto más excede en gloria lo que permanece! RVa — 2Corintios 3:11
12 Así que, teniendo tal esperanza, actuamos con mucha confianza; RVa — 2Corintios 3:12
13 no como Moisés, quien ponía un velo sobre su cara para que los hijos de Israel no se fijaran en el fin de lo que se estaba desvaneciendo. RVa — 2Corintios 3:13
14 Sin embargo, sus mentes fueron endurecidas; pues hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, el mismo velo sigue puesto, porque sólo en Cristo es quitado. RVa — 2Corintios 3:14
15 Aún hasta el día de hoy, cada vez que leen a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. RVa — 2Corintios 3:15
16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo será quitado. RVa — 2Corintios 3:16
17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. RVa — 2Corintios 3:17
18 Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. RVa — 2Corintios 3:18