Estoy alarmada por las perspectivas que se presentan para el sanatorio y la casa editora de Battle Creek, y para nuestras instituciones en general. Se ha estado manifestando un espíritu, y se ha fortalecido con los años en las instituciones, que es de un carácter enteramente diferente del que Dios ha revelado en su Palabra y que deberían manifestar los médicos y obreros relacionados con nuestras instituciones de salud y con la obra de publicaciones. Se tiene la idea de que los médicos del sanatorio y los hombres que ocupan posiciones de responsabilidad en la casa editora no tienen la obligación de regir su vida mediante los principios de abnegación y sacrificio personal enseñados por el cristianismo. Pero esta idea tiene su origen en los concilios de Satanás. Cuando los médicos revelan que piensan más en la remuneración que en el trabajo de la institución, demuestran con ello que no son hombres dignos de confianza como siervos de Cristo abengados, temerosos de Dios y fieles en realizar la obra del Maestro. Los obreros que están dominados por deseos egoístas no deberían permanecer relacionados con nuestras instituciones... 2MS 221.3
Dios requerirá que los hombres produzcan en proporción a la estimación que han puesto sobre sí mismos y sus servicios, porque serán juzgados de acuerdo con sus obras, y por la misma norma que ellos han establecido. Si han considerado de tanto valor sus talentos y han tenido en tan elevada estima sus habilidades, se requerirá de ellos que presten un servicio en armonía con su propia estimación y con sus exigencias. ¡Cuán pocos conocen realmente al Padre o a su Hijo Jesucristo! Si estuvieran llenos del espíritu de Cristo realizarían las obras de Cristo. “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Filipenses 2:5. 2MS 222.1
El que juzga con justicia ha dicho: “Separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5. Todos los talentos, grandes o pequeños, han sido confiados a los hombres por Dios, para que los emplearan en su servicio; y cuando los hombres utilizan sus habilidades para su beneficio personal, y no se preocupan de trabajar en armonía con los de la profesión médica, que son de su misma fe, manifiestan que están inclinados a juzgarlos por sí mismos. No tratan de contestar la oración de Cristo, quien rogó que ellos fuesen uno solo así como lo es él con su Padre. Cuando exigen remuneraciones exorbitantes por sus servicios, Dios, el Juez de toda la tierra, les exigirá de acuerdo con la medida de su propia estimación exagerada, y requerirá de ellos que rindan cuenta de acuerdo con toda la extensión del valor que se han puesto a sí mismos. 2MS 222.2
Así como ellos juzgan su valor desde el punto de vista monetario, Dios juzgará sus obras comparando sus servicios con la evaluación que han hecho de ellos. A menos que se convierta, ninguno de los que de este modo pone precio excesivo a su habilidad podrá entrar en el cielo, porque su influencia personal en el servicio de Cristo nunca equilibrará el platillo de la balanza donde se ha colocado la estimación que él ha hecho de sí mismo y sus exigencias económicas por sus servicios prestados a otros... 2MS 223.1
El que es egoísta y codicioso, que está ansioso por tomar hasta el último peso que pueda de nuestras instituciones por el pago por sus servicios, está limitando la obra de Dios; ciertamente tendrá su recompensa. No puede ser considerado digno de que se le confíe la recompensa eterna y celestial en las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que se niegan a sí mismos, toman la cruz y lo siguen. La idoneidad de los hombres para entrar en la herencia comprada con sangre se examina durante esta vida, que sirve como un tiempo de prueba. Aquellos que tienen el espíritu de abnegación manifestado por Cristo, cuando se entregó a sí mismo para la salvación de la humanidad caída, son los que beberán de la copa, que serán bautizados con el bautismo, y que compartirán las glorias del Redentor.—Carta 41, 1890. 2MS 223.2