Elena G. de White, la mensajera del Señor, conocía el significado del sufrimiento. Las esperanzas alentadas durante su infancia quedaron frustradas por un accidente ocurrido a la edad de nueve años, que casi le costó la vida. Cuatro veces pasó por el trance de la maternidad. Dos veces perdió a un hijo. Vivió en el estado de viudez durante casi la mitad de su ministerio público. Supo también lo que significa una enfermedad prolongada. Debido a esto, sus mensajes de aliento destinados a los afligidos, a los que enfrentaban la muerte, estaban mezclados con su propia experiencia. 2MS 252.1
Nadie es capaz de explicar los misterios de la Providencia, pero los que han confiado en Dios en el tiempo de prueba y de sufrimiento saben que el Señor está llevando a cabo su plan. La Sra. White sabía esto y así lo manifestó en su diario, llevado día por día durante 1892, en el que fue anotando, con frases breves, sus reacciones a diez meses de sufrimientos en un país desconocido. Aquí se revelan la frustración que experimentó al no ser sanada en respuesta a la oración y al ungimiento, y su inconmovible confianza en Dios en la vida o en la muerte. 2MS 252.2
Los mensajes personales escritos por la Sra. White bajo diversas circunstancias, y presentados aquí para el consuelo de aquellos que deben sufrir, ayudarán a contestar estas preguntas: ¿Por qué, si Dios es un Dios de amor, deben sus hijos experimentar prolongadas enfermedades? ¿Por qué tienen que languidecer en el lecho del dolor? Las personas que pasen por experiencias parecidas a las que se describen en estas páginas, encontrarán en ellas consuelo y ánimo. Cualquier repetición en que se incurra tiene el único propósito de proporcionar consuelo en tantas situaciones personales como sea posible.—Los fideicomisarios. 2MS 252.3