Ud. ha de estar confundido y deseará saber cuál es la mejor conducta a seguir con referencia a los escritos de Ana Phillips. Quisiera sugerir que no se haga nada apresuradamente. Siento mucha simpatía hacia esa hermana. No quiero decir ni hacer nada que pudiera causarle daño. Y a pesar de que los escritos han sido aceptados con entusiasmo y difundidos ampliamente con tan poco examen y prueba, no se efectúen movimientos abruptos para recuperarlos y destruirlos como si fueran veneno. Déjeselos donde hayan llegado con la aprobación de nuestros hombres responsables. Realizar movimientos precipitados ahora produciría perjuicio. 2MS 106.3
Lo que más me admira es que nuestros hermanos hayan aceptado esos escritos basándose únicamente en el hecho de que no veían nada objetable en ellos. ¿Por qué no consideraron lo que hay en ellos que es de tal carácter que puede respaldarse y enviarse con el poder de la influencia que les da su fuerza? 2MS 107.1
Hay muchas cosas que no diré ahora, pero que será necesario decir más tarde. Aunque no haré nada que pueda herir a esta hermana, no me atrevo a guardar silencio... Me encuentro en una posición peculiar, y este asunto nunca debería haberse tratado de un modo tal que me obligara a hablar acerca de ese tema. Me produce dolor al corazón tener que hacerlo, y si no fuera porque veo peligros futuros, no pronunciaría ni una palabra concerniente a este asunto, sino que dejaría que se desarrollara y permitiría que mis hermanas y hermanos siguieran su propia conducta con respecto a estas manifestaciones, que no tienen nada de peculiar... No veo en los escritos de la Hna. Phillips ninguna cosa que podría crear los movimientos que se han iniciado. Y si cosas de esta naturaleza son captadas tan ansiosamente, tendréis abundancia de ellas, variadas en algunos sentidos, y sin embargo de tal naturaleza que podréis tratarlas con una confianza semejante a la que habéis manifestado en este caso. Me siento tristísima por ello. 2MS 107.2
Parece que Ud. piensa que yo debería ser capaz de señalar justamente dónde están los sentimientos particularmente objetables. No hay ninguna cosa tan evidente en aquello que se ha escrito; Ud. no ha descubierto nada objetable; pero esto no constituye razón alguna para utilizar esos escritos en la forma como Ud. lo ha hecho. Su conducta en relación con esto es decididamente objetable. ¿Es necesario que Ud. discierna de inmediato alguna cosa que podría perjudicar al pueblo de Dios, para tornarse cauteloso? Si no aparece ninguna cosa de esta índole, ¿constituye esto una razón suficiente para que Ud. conceda su apoyo a esos escritos?... 2MS 107.3
No haga circular los escritos de este carácter sin prestar mayor consideración y profunda comprensión de las consecuencias posteriores de su conducta... 2MS 108.1
El fanatismo surgirá entre nosotros. Vendrán engaños, y serán de una índole tal que si fuera posible engañarían a los mismos escogidos. Si en esas manifestaciones se advirtieran en forma evidente notables inconsecuencias y declaraciones inexactas, no serían necesarias las palabras pronunciadas por los labios del gran Maestro. Esta advertencia ha sido dada debido a los numerosos y variados peligros. La razón por la cual hago sonar la señal de alarma es que mediante la instrucción del Espíritu de Dios puedo ver aquello que mis hermanos no disciernen. No es necesario que señale en toda su extensión estas fases peculiares del engaño de las que hay que precaverse. Me basta decirles: Estad en guardia, y como fieles centinelas proteged al pueblo de Dios para que no acepte indiscriminadamente todo lo que en apariencia sea una comunicación del Señor. 2MS 108.2
Si trabajamos para crear una excitación de los sentimientos, tendremos toda la que deseemos, y posiblemente más de lo que seremos capaces de controlar. Predicad “la Palabra” (2 Timoteo 4:2) con calma y claridad. No debemos pensar que nuestra obra consiste en crear excitación. El Espíritu Santo de Dios es el único que puede crear un entusiasmo saludable. Dejad que trabaje Dios, y que el instrumento humano ande humildemente delante de él, velando, esperando, orando, contemplando a Jesús a cada instante, siendo guiado y controlado por el precioso Espíritu que es luz y vida. 2MS 108.3
La gente quiere una señal, tal como en los días de Cristo. El Señor dijo que no recibirían ninguna señal. La señal que debería ser evidente ahora y siempre, es la operación del Espíritu Santo sobre la mente del que enseña, para lograr que la Palabra impresione tanto como sea posible. La Palabra de Dios no es una teoría muerta y seca, sino espíritu y vida. A Satanás nada le gustaría tanto como apartar las mentes de la Palabra, para inducirlas a esperar que algo que esté fuera de la Palabra agite sus sentimientos. No debería dirigirse su atención hacia sueños y visiones. Si quieren tener vida eterna, deben comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios.—Carta 68, 1894. 2MS 109.1