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Curación de Gilberto Collins NBEW 132

Una mañana de febrero de 1849, mientras la familia del Hno. Howland estaba en oración, se me mostró que debíamos ir a Darmouth, Massachusetts. Poco después, mi esposo fue a la oficina de correos y trajo una carta del Hno. Felipe Collins, quien nos instaba a ir a Darmouth, porque su hijo estaba muy enfermo. Fuimos inmediatamente y encontramos que el muchacho, de trece años de edad, había estado nueve semanas con tos convulsa y se había quedado como esqueleto. Los padres lo creían atacado de tuberculosis y se desconsolaban muchísimo al pensar que podían perder a su único hijo. NBEW 132.2

Nos unimos en oración por el muchacho, rogando fervorosamente al Señor que le conservase la vida. Creíamos que sanaría, aunque todas las apariencias eran que no podría mejorar. Mi marido lo levantó en brazos, y lo paseó por el aposento exclamando: “¡No morirás, sino que vivirás!” Creíamos que Dios sería glorificado por su curación. NBEW 132.3

Salimos de Darmouth, de donde estuvimos ausentes ocho días. Al volver, vino a recibirnos el pequeño Gilberto, que había ganado cerca de dos kilos de peso. Encontramos a los padres muy regocijados en Dios por aquella manifestación del favor divino. NBEW 132.4