Despues de la muerte de Natanael, ocurrida en mayo de 1853, mi esposo quedó muy afectado en su salud. Los problemas y la ansiedad mental lo habían postrado. Tenía fiebre alta y debía guardar cama. Nos unimos en oración en su favor; pero aunque aliviado, todavía permanecía muy débil. Tenía citas que cumplir en Mill Grove, Estado de Nueva York, y en Míchigan, pero temía no poder cumplir con esos compromisos. Decidimos, sin embargo, aventurarnos a ir hasta Mill Grove, y si él no mejoraba, regresar a casa. Mientras estábamos en la casa del pastor R. F. Cottrell, en Mill Grove, él padecía de extrema debilidad, y creía que no podía ir más lejos. NBEW 162.1
Nos encontrábamos en gran perplejidad. ¿Debíamos permitir que las enfermedades físicas nos desviaran de la obra? ¿Se le permitiría a Satanás ejercer su poder sobre nosotros, y luchar para anular nuestra utilidad y quitarnos la vida, por tanto tiempo como estuviéramos en el mundo? Sabíamos que Dios podía limitar el poder de Satanás. El podía permitir que fuéramos probados en el horno, pero nos sacaría de él purificados y mejor preparados para su obra. NBEW 162.2
Yo fui a la cabaña rústica que estaba cerca, y allí derramé mi alma delante de Dios en oración rogándole que él reprendiera la enfermedad y fortaleciera a mi esposo para que pudiera soportar el viaje. El caso era urgente, y mi fe se asió firmemente de las promesas de Dios. Allí obtuve la evidencia de que si proseguíamos con nuestro viaje a Míchigan, el ángel de Dios iría con nosotros. Cuando le relaté a mi esposo lo que yo pensaba, él me confesó que había estado pensando de la misma manera, y así decidimos ir, confiando en el Señor. Mi esposo estaba tan débil que no podía abrochar las correas de su valija, y llamó al Hno. Cottrell para que se lo hiciera. NBEW 162.3
Con cada kilómetro que viajábamos él se sentía más fuerte. El Señor lo sostuvo, y mientras él predicaba la palabra, sentí la seguridad de que los ángeles de Dios estaban a su lado. NBEW 163.1