Aunque nuestras responsabilidades en la obra de publicaciones y otras ramas de nuestro trabajo nos producían mucha preocupación, el sacrificio más fuerte que me imponía la obra en que estaba empeñada era tener que dejar con frecuencia sus hijos al cuidado de otras personas. NBEW 182.1
Enrique había estado ausente de nosotros ya por cinco años y a Edson lo habíamos podido atender muy poco. Durante los años que vivimos en Rochester nuestra familia era numerosa, y nuestra casa era como un hotel, pero nosotros pasábamos la mayor parte del tiempo ausentes de esa casa. Yo siempre tenía la gran preocupación de que mis hijos se criaran exentos de malos hábitos, y a menudo me afligía al pensar en el contraste entre mis hijos y los de otras personas que, no queriendo llevar cargas y responsabilidades, podían estar siempre con sus hijos, para aconsejarlos e instruirlos y, por lo tanto, pasaban casi todo el tiempo junto a sus familias. Y me preguntaba: ¿Por qué reclama Dios tanto de nosotros, y a otros no les exige nada? ¿Es esto justo? ¿Tendremos nosotros que pasar la vida siempre apresurados, resolviendo problemas aquí y allá, yendo de un lugar a otro, sin disponer siquiera de un poco de tiempo para atender a nuestros hijos? NBEW 182.2