En sus esfuerzos para alcanzar a la gente, los mensajeros del Señor no han de seguir los métodos del mundo. En las reuniones que se celebran, no tienen que depender de cantores mundanos y fausto teatral para despertar el interés. ¿Cómo se puede esperar que aquellos que no tienen interés en la Palabra de Dios, que nunca la han leído con el sincero deseo de comprender sus verdades, canten con el espíritu y el entendimiento? ¿Cómo pueden estar sus corazones en armonía con las palabras de un himno sagrado? ¿Cómo puede el coro celestial unirse a una música que es únicamente una forma? OE 370.1
Ningún término es demasiado enérgico para describir lo malo del culto formal, pero no hay palabras que puedan presentar debidamente la profunda bendición del culto verdadero. Cuando los seres humanos cantan con el espíritu y el entendimiento, los músicos celestiales siguen los acordes, y se unen al canto de acción de gracias. El que otorgó a todos los dones que los habilitan para ser colaboradores con Dios, espera que sus siervos cultiven sus voces, para poder hablar y cantar de tal manera que todos puedan comprender. No es un canto fuerte lo que se necesita, sino una entonación clara, una pronunciación correcta y una articulación distinta. Tomen todos tiempo para cultivar la voz, para poder cantar las alabanzas de Dios en tonos claros y suaves, no en tonos duros y chillones que ofendan el oído. La capacidad de cantar es un don de Dios; sea, pues, usado para gloria suya. OE 370.2
En las reuniones que se celebren, elíjanse a unos cuantos para que tomen parte en el servicio de canto. Y sea el canto acompañado de instrumentos musicales hábilmente manejados. No debemos oponernos al empleo de instrumentos de música en nuestra obra. Esta parte del servicio ha de ser dirigida con cuidado; porque el canto ha de alabar a Dios. El canto no ha de ser entonado siempre por unos pocos. Tan a menudo como se pueda, participe en él la congregación.... OE 370.3