Nuestros predicadores y maestros han de representar el amor de Dios ante el mundo caído. Con corazones embargados de ternura, hablad la palabra de verdad. Tratad a los que están en error con la amabilidad de Cristo. Si aquellos por quienes trabajáis no comprenden inmediatamente la verdad, no los censuréis, ni critiquéis, ni condenéis. Recordad que habéis de representar a Cristo en su mansedumbre, bondad y amor. OE 385.1
Debemos tener presente que encontraremos incredulidad y oposición. La verdad tuvo siempre que contender con estos elementos. Pero aunque encontréis la más acerba oposición, no acuséis a vuestros oponentes. Puede ser que, como Pablo. piensen estar sirviendo a Dios; y debemos manifestar hacia los tales paciencia, mansedumbre y longanimidad. OE 385.2
No sintamos que tenemos que sobrellevar penosas pruebas, soportar duros conflictos, al representar una verdad impopular. Pensemos en Jesús y en lo que sufrió por nosotros, y callemos. Aun cuando se nos ultraje y acuse falsamente, no nos quejemos; no dejemos oir ninguna murmuración; no penetre en nuestra mente ningún pensamiento de oprobio o descontento. Sigamos una conducta recta “teniendo vuestra conversación honesta entre los gentiles; para que, en lo que ellos murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, estimándoos por las buenas obras.”11 Pedro 2:12. OE 385.3
Debéis portaros con mansedumbre hacia los que están en error, porque ¿no estabais acaso vosotros mismos no hace mucho en la ceguedad de vuestros*13—O. E. pecados? Y a causa de la paciencia de Cristo hacia vosotros, ¿no debéis ser tiernos y pacientes para con los demás? Dios nos ha dado muchas amonestaciones para que manifestemos gran bondad hacia los que se nos oponen, porque no influyamos en un alma para que se encamine en la mala dirección. OE 385.4
Nuestra vida debe estar oculta con Cristo en Dios. Debemos conocer a Cristo personalmente. Únicamente entonces podremos representarlo ante el mundo. Elevemos constantemente esta oración: “Señor, enséñame a hacer lo que Jesús haría si estuviese en mi lugar.” Dondequiera que estemos, debemos dejar resplandecer nuestra luz para gloria de Dios en buenas obras. Tal es el grande e importante interés de nuestra vida. OE 386.1
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