Tan pronto como se entra en un nuevo campo, debe empezarse obra educacional, y debe darse instrucción renglón tras renglón, precepto tras precepto, un poco aquí, un poco allí. Lo más importante no es la predicación sino el trabajo hecho de casa en casa, razonando y explicando la Palabra. Serán los obreros que sigan los métodos que siguió Cristo los que ganarán almas como salario. Una y otra vez deben repetirse las mismas verdades, y el obrero debe depender completamente de Dios. ¡Y qué ricas experiencias obtiene el maestro cuando instruye a los que están en tinieblas! El también aprende, y mientras explica las Escrituras a otros, el Espíritu Santo obra en su mente y corazón, dándole el pan de vida para las almas hambrientas. OE 483.1
El que trabaja en campos extranjeros llegará a estar en contacto con toda clase de personas y toda variedad de mentes, y hallará que se necesita emplear diferentes métodos de trabajo para satisfacer las necesidades de la gente. Un sentimiento de su propia ineficiencia lo impulsará a acudir a Dios y a la Biblia para obtener luz, fuerza y conocimiento. OE 483.2
Los métodos y medios por los cuales logramos ciertos fines no son siempre los mismos. El misionero debe hacer uso de razón y criterio. La experiencia le indicará la conducta más prudente que se haya de seguir en las circunstancias existentes. Sucede a menudo que las costumbres y el clima de un país crean un estado de cosas que no se toleraría en otro. Deben hacerse cambios para beneficio de la obra, pero no es prudente ser demasiado abrupto. OE 484.1
No se susciten controversias por cosas triviales. El espíritu de amor y la gracia de Cristo ligarán corazón con corazón, si los hombres quieren abrir las ventanas del alma a los cielos, y cerrarlas a la tierra. Por el poder de la verdad, podrían arreglarse muchas dificultades, y viejas discusiones se calmarían si se admitiesen métodos mejores. El grande y sublime principio: “En la tierra, paz, buena voluntad para con los hombres,” se practicará mucho mejor cuando los que creen en Cristo sean verdaderos colaboradores de Dios. OE 484.2