HNO. L,
En junio pasado se me mostró que hay una obra que hacer para que usted corrija su conducta. Usted no se ve a sí mismo. Su vida ha sido una equivocación. No sigue una conducta sabia y misericordiosa en el seno de su familia. Es exigente. Si continúa el proceder que ha seguido con su esposa y sus hijos, los días de ella serán acortados y sus hijos le van a tener miedo, pero no lo van a querer. Usted cree que su conducta se basa en la sabiduría cristiana, pero se engaña a sí mismo. 2TPI 229.1
Tiene ideas peculiares con respecto a la forma de dirigir a su familia. Ejerce un poder independiente y arbitrario que no concede libertad de ninguna clase a los que están a su alrededor. Se cree suficiente para capitanear a su familia, y piensa que su cabeza basta para mover a cada miembro, tal como el obrero mueve la máquina que tiene en las manos. Usted da órdenes y asume una autoridad que desagrada al Cielo y entristece a los ángeles piadosos. Se ha comportado en el seno de su familia como si fuera el único capaz de manejarse a sí mismo. Se ha ofendido cuando su esposa se ha atrevido a oponerse a sus opiniones y a poner en tela de juicio sus decisiones. 2TPI 229.2
Después de ejercer mucha tolerancia, soportar pacientemente sus caprichos, ella se ha rebelado contra una autoridad injusta, se ha vuelto nerviosa y distraída, y ha manifestado desprecio por su conducta. Usted se ha aprovechado de estas manifestaciones, la ha acusado de cometer pecado, y ha sido dirigido por el espíritu del diablo, cuando quien cometía la falta era usted. La llevó al borde de la desesperación, y después se burló de ella. Cuán fácil le habría sido hacerle alegre y agradable la vida. Pero usted hizo todo lo contrario. 2TPI 229.3
Ha sido más bien indolente. No ha tenido la ambición de ejercer la fortaleza que el Señor le ha concedido. Este es su capital. Un uso juicioso de su fuerza, más hábitos de perseverancia y trabajo, lo habrían capacitado para conseguir las comodidades de la vida. Usted se ha equivocado, y creyó que el orgullo inducía a su esposa a desear tener algunas cosas más cómodas en su hogar. Ha sido oprimida y tratada con mezquindad por usted. Necesita una alimentación más generosa, una provisión más abundante de alimentos sobre su mesa; y en su casa necesita las cosas más confortables y convenientes que usted pueda conseguir, cosas que le permitan trabajar con tanta comodidad como sea posible. Pero usted ha considerado estos asuntos desde un punto de vista equivocado. Creyó que casi todo lo que se puede comer es suficientemente bueno, si se puede vivir con ello y conservar las fuerzas. Ha insistido en la necesidad de que la alimentación de su débil esposa sea frugal. Pero ella no puede generar buena sangre ni carne con el régimen alimentario que usted le impone, y vivir con salud. Algunas personas no pueden subsistir con el mismo alimento que les viene bien a otros, aunque esté preparado de la misma manera. 2TPI 229.4
Usted está en peligro de volverse extremista. Su organismo puede convertir un alimento basto y pobre en buena sangre. Los órganos suyos, productores de sangre, están en buenas condiciones. Pero su esposa necesita un alimento más seleccionado. Si ella come el mismo alimento que el organismo de usted convierte en buena sangre, el de ella no lo asimilará. Carece de vitalidad, y necesita un régimen generoso y fortalecedor. Debería tener una buena provisión de frutas, y no reducirse a las mismas cosas día tras día. Su vínculo con la vida es tenue. Está enferma, y las necesidades de su organismo son muy diferentes de las de una persona sana. 2TPI 230.1
Hno. L: Usted ostenta mucha dignidad, pero, ¿se la ha ganado? ¡Oh, no! La ha asumido. Ama su propia comodidad. Usted y el trabajo duro no andan de acuerdo. Si no hubiera sido tan negligente en su trabajo, tendría muchas de las comodidades de la vida que ahora no puede conseguir. Mediante sus hábitos de indolencia ha perjudicado a su esposa y a sus hijos. Las horas que debería haber empleado en trabajo intenso las ha pasado conversando y leyendo, y gozando de comodidad. 2TPI 230.2
Es tan responsable del capital constituido por su fuerza física, como el rico lo es de sus riquezas. Ambos son mayordomos. A ambos se les ha confiado una tarea. No debe abusar de su fuerza, sino usarla para adquirir lo que pueda suplir generosamente las necesidades de su familia, y para disponer de algo que dar a Dios para ayudar a la causa de la verdad presente. Ha sido consciente de la manifestación del orgullo, la ostentación y la vanidad en _____, y ha decidido que su ejemplo no prestaría apoyo al orgullo y la extravagancia. En el esfuerzo hecho para lograr esto, su pecado ha sido tan grande como el de los otros. 2TPI 230.3
Ha fallado grandemente en su experiencia religiosa. Se ha puesto a un lado como espectador, para observar las deficiencias y fallas de los demás, y para alabarse a sí mismo porque veía errores en los otros. Ha sido cuidadoso y recto en sus transacciones comerciales, y al observar que ha habido deshonestidad en otros que hacen gran profesión de fe, contrastó esos errores con sus propios principios con respecto a este asunto, y dijo en su corazón: “Soy mejor que ellos”, mientras que al mismo tiempo se estaba ubicando a un costado de la iglesia, para observar y encontrar faltas, sin hacer nada ni ponerse de parte del Señor para remediar el mal. Tuvo una norma para medir a los demás. Si no alcanzaban su ideal, dejaba de simpatizar con ellos, y se llenaba de un sentimiento de complacencia propia. 2TPI 231.1
Ha sido exigente en su experiencia religiosa. Si Dios lo hubiera tratado como a usted le hubiera gustado tratar a los miembros de la iglesia que suponía estaban en el error, y como trató a su propia familia, su condición sería lamentable, por cierto. Pero el Dios misericordioso, tierno y piadoso, cuya bondad es invariable, lo ha perdonado, y no lo ha rechazado ni lo ha dejado a un lado por sus transgresiones, sus numerosos errores y sus apostasías. ¡Oh, no! Lo sigue amando. 2TPI 231.2
¿Ha considerado usted realmente que “con la medida que medís os será medido”? Mateo 7:2. Usted vio orgullo, vanidad y amor al mundo en algunos que pretendían ser cristianos en _____. Esto es sumamente lamentable; y porque se tolera esa actitud, los ángeles se entristecen. Los que siguen el ejemplo de los que carecen de consagración están ejerciendo una influencia que aleja de Cristo, y están acumulando en sus vestimentas la sangre de las almas. Si continúan en la misma conducta, perderán sus almas, y algún día sabrán lo que es sentir el peso terrible de las otras almas que fueron desviadas por su falta de consagración, mientras profesaban estar gobernados por principios religiosos. 2TPI 231.3
Tiene toda la razón del mundo para estar contristado por el orgullo y la falta de sencillez de los que profesan cosas mejores. Pero usted se ha dedicado a vigilar a los demás, y hablar de sus errores, y ha descuidado su propia alma. No es responsable de los pecados de sus hermanos, a menos que su ejemplo los haya hecho tropezar, o haya desviado sus pisadas de la senda estrecha. Tiene una obra grande y solemne que hacer para dominarse y subyugarse, para volverse manso y humilde de corazón, para educarse de manera que llegue a ser tierno, piadoso en el seno de su familia, y poseer esa nobleza de espíritu y esa verdadera generosidad de alma que desprecia todo lo que sea mezquino. 2TPI 232.1
Le ha parecido que se estaba trabajando demasiado en el salón de cultos, y ha hecho notar que se hacían muchos gastos innecesarios allí. No necesita tener esos escrúpulos de conciencia tan especiales. No hay nada en ese salón que se esté preparando con demasiado cuidado, nitidez y orden. Esa obra no es grandiosa. Los adornos no son extravagantes. Los que están listos para quejarse de ese salón de cultos, ¿consideraron para quién lo están construyendo; que se lo estaba haciendo para que fuera especialmente la casa de Dios; para dedicársela a él; para que fuera un lugar donde la gente se pudiera reunir con el Señor? Muchos reaccionan como si el Creador de los cielos y la tierra, el que hizo todo lo agradable y hermoso que hay en el mundo, se va a sentir complacido al ver una casa erigida para él sin orden ni belleza. Algunos construyen casas grandes y convenientes para sí mismos, pero no se pueden permitir gastar mucho en una casa que van a dedicar a Dios. Cada peso de los medios económicos que se encuentran en sus manos, es del Señor. Se los ha prestado por un poco de tiempo, con el fin de que lo usen para su gloria; pero administran estos medios para el progreso de la causa de Dios como si cada peso gastado con este fin fuera pérdida neta. 2TPI 232.2
Dios no quiere que su pueblo gaste en forma extravagante los medios económicos para ostentación o adorno; quiere que manifiesten limpieza, orden, buen gusto y una sencilla belleza al preparar una casa para él con el fin de que se pueda encontrar con su pueblo. Los que levantan una casa para Dios deben manifestar un interés mayor, y asimismo más cuidado y buen gusto en sus arreglos, puesto que el motivo por el cual se la construye es más elevado y santo que el común de los edificios que se construyen. 2TPI 232.3
El Señor lee las intenciones y los propósitos de los hombres. Los que tienen un concepto elevado de su carácter sentirán el mayor placer en que todo lo que se relacione con él sea hecho de la mejor manera, y ponga en evidencia el buen gusto más refinado. Pero los que construyen a regañadientes una casa dedicada a Dios, más pobre que la que aceptarían para vivir ellos mismos, manifiestan falta de reverencia hacia Dios y las cosas sagradas. Sus obras revelan que a sus ojos sus propias preocupaciones de orden temporal son de más valor que los asuntos de naturaleza espiritual. Las cosas eternas ocupan un lugar secundario. No se considera esencial tener cosas buenas y convenientes para usarlas en el servicio de Dios; pero, eso sí, se las ve sumamente esenciales en los asuntos de esta vida. Los hombres revelan así la verdadera naturaleza moral de los principios que se encuentran en sus corazones. 2TPI 233.1
Muchos de nuestros hermanos tienen miras estrechas. El orden, la pulcritud, el buen gusto y la conveniencia han sido calificados de orgullo y amor al mundo. Esto es una equivocación. El vano orgullo, que se manifiesta en atavíos ostentosos y adornos innecesarios, no es agradable a Dios. Pero el que creó para el hombre un mundo hermoso, y plantó el encantador jardín del Edén con toda clase de árboles para que dieran fruto y exhibieran belleza, y que decoró la tierra con flores encantadoras de todas clases y formas, nos ha dado pruebas tangibles de que le agrada la hermosura. Sin embargo, acepta la más humilde ofrenda del niño más pobre y débil, si no tiene nada mejor que ofrecer. Dios acepta la sinceridad del alma. El hombre que tiene a Dios entronizado en el corazón, y que lo ha exaltado por sobre todo, será inducido a someter totalmente su voluntad a Dios, y hará una entrega completa de sí mismo a su gobierno y su reino. 2TPI 233.2
Los miopes mortales no comprenden los caminos y las obras de Dios. Sus ojos no están dirigidos hacia las alturas, hacia él, como deberían estarlo. No tienen una visión exaltada de las cosas eternas. Las contemplan sólo con visión empañada. No se deleitan especialmente en considerar el amor de Dios, la gloria y el esplendor del Cielo, el carácter exaltado de los santos ángeles, la majestad y el encanto inexpresables de Jesús, nuestro Redentor. Por tanto tiempo han mantenido las cosas terrenales delante de los ojos, que las escenas eternas les resultan vagas e indefinidas. Tienen un concepto limitado de Dios, el Cielo y la eternidad. 2TPI 233.3
Las cosas sagradas se ponen al mismo nivel de las comunes; por lo tanto, en su trato con Dios manifiestan esa misma actitud mezquina y miserable que ponen en evidencia cuando tratan con sus semejantes. Sus ofrendas al Señor son rengas, enfermas o defectuosas. Le roban a Dios así como le roban a sus semejantes. Sus mentes no alcanzan una elevada norma moral; por lo contrario, permanecen en un nivel bajo; están respirando constantemente las miasmas de las zonas bajas de la tierra. 2TPI 234.1
Hno L: Usted rige a su familia con vara de hierro. Es severo al gobernar a sus hijos. No va a lograr su amor mediante este procedimiento. No es tierno, amante, afectuoso ni cortés con su esposa; por lo contrario, es duro, y siempre está rebajándola para acusarla y censurarla. Una familia bien administrada y ordenada es agradable a la vista de Dios y de los ángeles ministradores. Usted debe aprender para que su hogar sea ordenado, cómodo y agradable. Adórnelo después con decorosa dignidad, y sus hijos asimilarán ese espíritu; y ustedes dos obtendrán con más facilidad orden, regularidad y obediencia. 2TPI 234.2
Hno. L: ¿Ha considerado usted qué es un niño, y adónde va? Sus hijos son los miembros jóvenes de la familia del Señor: hermanos y hermanas confiados a su cuidado por su Padre celestial a fin de que los prepare y los eduque para el Cielo. Cuando usted los ha tratado con aspereza, como lo ha hecho frecuentemente, ¿no cree que Dios le va a pedir cuenta de esa manera de tratar? No debería de tratarlos con semejante aspereza. Un niño no es un caballo o un perro para que usted le dé órdenes de acuerdo con el imperio de su voluntad, ni para que los controle en toda circunstancia con un garrote o un látigo, o con bofetadas. Algunos niños tienen un carácter irrefrenable que la administración de dolor puede ser necesaria; pero en muchísimos casos esta clase de disciplina los vuelve peores. 2TPI 234.3
Debería ejercer dominio propio. Nunca corrija a sus hijos mientras esté impaciente o enojado, o cuando se encuentre bajo la influencia de la ira. Castíguelos con amor, diciéndoles que le disgusta causarles dolor. Nunca levante la mano para dar un golpe, a menos que con limpia conciencia pueda inclinarse delante de Dios para pedir su bendición sobre la corrección que está por administrar. Fomente el amor en el corazón de sus hijos. Presénteles motivos elevados y correctos para ejercer dominio propio. No les dé la impresión de que se tienen que someter a su control como consecuencia de su decisión arbitraria; porque ellos son débiles, y usted es fuerte; porque usted es el padre, y ellos los hijos. Si usted desea arruinar su familia, siga gobernándola por medio de la fuerza bruta, y seguramente tendrá éxito. 2TPI 234.4
Su esposa es tierna de corazón y se conmueve fácilmente. Siente la aspereza de su disciplina y eso la induce a irse al otro extremo. Trata de contrarrestar su severidad, y usted la acusa de no cumplir su deber de controlar a sus hijos. La considera complaciente, demasiado apegada a sus hijos, y blanda. Usted no la puede ayudar en ese sentido mientras usted no se corrija y manifieste esa ternura paternal que debería manifestar en el seno de su familia. Su errónea administración induce a su esposa a ser blanda en su disciplina. Tiene que suavizar su naturaleza. Necesita ser refinado por la influencia del Espíritu de Dios. Necesita convertirse cabalmente; entonces podrá actuar en forma correcta. Necesita que el amor penetre en su alma, para permitirle que ocupe el lugar de la dignidad propia; el yo debe morir. 2TPI 235.1
Su esposa necesita ternura y amor. El Señor la ama. Está más cerca del reino de los Cielos que usted. Pero está muriendo poco a poco, y usted es quien lentamente le está quitando la vida. Podría hacerla feliz si quisiera. Puede animarla a reposar en su gran afecto, a confiar en usted y a amarlo. Usted está alejando el corazón de ella. No se atreve a confiarle todos los sentimientos de su alma, porque usted los ha despreciado; ha ridiculizado sus temores, y ha impuesto sus opiniones como si fueran inapelables. El respeto de ella por usted seguramente va a morir si persiste en la conducta que ha comenzado; y cuando el respeto desaparece, el amor no dura mucho más. 2TPI 235.2
Le ruego que dé media vuelta y se humille para confesar que ha obrado mal con su esposa. Ella no es perfecta. Tiene errores; pero sinceramente desea servir a Dios y soporta pacientemente su manera de proceder con ella y con sus hijos. Usted es rápido para descubrir los errores de su esposa, y cuando puede encontrar una grieta, la encuentra. Ella es débil; no obstante, con sus débiles fuerzas glorifica a Dios más que usted con toda su fuerza. 2TPI 235.3
Battle Creek,
17 de enero de 1869.