Los apóstoles llegaron a ser lo que fueron por la gracia de Cristo. La devoción sincera y humilde y la oración ferviente los pusieron en íntima comunión con él. Se sentaron con el Señor en los lugares celestiales. Comprendieron la enormidad de su deuda para con él. Mediante la oración sentida y perseverante obtuvieron el don del Espíritu Santo, y luego salieron cargados con la responsabilidad de salvar almas y colmados de celo a extender los triunfos de la cruz. Y como resultado de sus labores, muchas almas fueron trasladadas de las tinieblas a la luz y se organizaron numerosas iglesias. 7TPI 33.2
¿Seremos hoy menos fervorosos que los apóstoles? Mediante una fe viviente ¿no reclamaremos como nuestras las mismas promesas que desde lo íntimo de su ser los motivaron a suplicar al Señor Jesús que cumpliera sus palabras: “Pedid, y recibiréis” Juan 16:24? ¿No ha de venir hoy también el Espíritu de Dios, en respuesta a la oración perseverante y sentida, para llenar a los hombres de poder? ¿Acaso hoy no asegura Dios también a sus obreros suplicantes, creyentes y confiados, que imparten el conocimiento de las Escrituras a los que ignoran las preciosas verdades que contiene, “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” Mateo 28:20? Entonces, ¿por qué la iglesia es tan débil y falta de espiritualidad? 7TPI 33.3
Así como los discípulos salieron a predicar el Evangelio llenos del poder del Espíritu, de igual manera lo han de hacer los siervos de Dios en la actualidad. Debemos emprender la obra del Señor colmados con el sincero deseo de impartir el mensaje de misericordia a los que se hallan en las tinieblas del error y de la incredulidad. El es quien nos asigna lo que debemos realizar en colaboración con él y él mismo se encargará de influir en los corazones de los inconversos para llevar a cabo su obra en las regiones lejanas. Ya hay muchos que están recibiendo el Espíritu Santo, y el camino nunca más se verá bloqueado por una indiferencia apática. 7TPI 34.1
¿Por qué quedó registrada la historia del trabajo realizado por los discípulos con celo piadoso, mientras el Espíritu Santo los animaba y vitalizaba, si no fue para que el pueblo del Señor se inspirara hoy en ese registro con el fin de laborar fervientemente para él? En la actualidad es tanto más esencial que el Señor haga por su pueblo lo que hizo en el tiempo pasado. Cada miembro de iglesia debe realizar actualmente todo lo que los apóstoles hicieron. Y el Espíritu Santo acompañará en medida mucho más abundante la obra que nos toca cumplir con mucho mayor fervor, porque el aumento de la impiedad exige una amonestación tanto más decidida al arrepentimiento. 7TPI 34.2
Todo aquel sobre quien brilla la luz de la verdad presente debe compadecerse por los que están en tinieblas. Claros y definidos rayos de luz deben reflejarse en todos los creyentes. El Señor espera realizar hoy una obra similar a la que delegó a sus mensajeros para que la llevaran a cabo después del día del Pentecostés. En este tiempo, cuando el fin de todas las cosas se acerca, ¿no debería ser mayor el celo de la iglesia que el que caracterizó a la iglesia primitiva? Los discípulos fueron motivados a testificar poderosamente en favor de la verdad mediante un celo que glorificaba al Señor. ¿No debiéramos permitir que ese mismo celo encienda nuestros corazones con el ferviente deseo de relatar a otros la historia del amor redentor de Cristo, y de éste crucificado? ¿No debiera revelarse hoy el poder de Dios mucho más abundantemente que durante el tiempo de los apóstoles? 7TPI 34.3