Se me ha mostrado que algunos, especialmente en el Estado de Iowa, convierten las visiones en reglas para medirlo todo, y han adoptado una manera de proceder que mi esposo y yo nunca hemos seguido. Algunos no están familiarizados conmigo ni con mi trabajo y son muy escépticos con cualquier cosa que se parezca a una visión. Esto es algo natural y puede superarse sólo mediante la experiencia. Si hay personas que se sienten inseguras con respecto a las visiones, no hay que desecharlas. La manera de proceder con ellas se encuentra en el Testimonio número 8, en este mismo tomo; espero que todos lo lean. Los ministros debieran manifestar compasión con algunos miembros para ayudarles; otros se salvan por temor y hay que sacarlos del fuego. Los ministros de Dios debieran actuar con sabiduría para dar a cada uno su porción de comida, y para hacer esa diferencia con distintas personas según lo requiera cada caso. El trato dado a algunos en Iowa, que no estaban familiarizados conmigo, no ha sido cuidadoso ni consecuente. Los que no tenían conocimiento de las visiones han sido tratados del mismo modo como los que habían tenido mucha luz y experiencia con ellas. A algunos se les ha exigido que respaldasen las visiones, cuando no podían hacerlo a conciencia, y de este modo algunas personas honradas han sido empujadas a oponerse a las visiones y a mi persona, cosa que no habrían hecho si sus casos se hubieran manejado con discreción y misericordia. 1TPI 340.1
Algunos de nuestros hermanos tienen larga experiencia con la verdad y durante años han estado familiarizados conmigo y con la influencia de las visiones. Han probado la veracidad de estos testimonios y han afirmado su creencia en ellos. Han experimentado la poderosa influencia del Espíritu de Dios sobre ellos como testimonio de la autenticidad de las visiones. Si tales personas, cuando son reprochadas por las visiones, se alzan contra ellas y trabajan en secreto para perjudicar nuestra influencia, habría que tratar fielmente con ellas, porque su influencia pone en peligro a los que no tienen experiencia. 1TPI 340.2
Los ministros de la verdad presente debieran manifestar paciencia, mientras presentan testimonios específicos, reprochan males individuales y procuran desbaratar los ídolos y quitarlos del campamento de Israel. Debieran predicar la verdad en toda su solemnidad e importancia, y si esto se abre camino hasta el corazón, hará en favor del que recibe el testimonio una obra que ninguna otra cosa puede realizar. Pero si la verdad expresada en la manifestación del Espíritu no desbarata los ídolos, no servirá de nada censurar y sancionar a la persona. Podría parecer que algunos están unidos a sus ídolos, pero vi que debiéramos resistirnos a abandonar a esas pobres personas engañadas. Debiéramos recordar siempre que todos somos mortales que cometemos errores, y que Cristo actúa con mucha misericordia hacia nuestras debilidades, y nos ama aunque erremos. Si Dios nos tratara en la misma forma como tratamos a otros, seríamos consumidos. Mientras los ministros predican la verdad clara y penetrante, deben dejar que la verdad corte y desbaste y no hacerlo ellos. Debieran colocar el hacha, las verdades de Dios, a la raíz del árbol, porque así se conseguirá algo. 1TPI 340.3
Entregad el testimonio tan recto como se encuentra en la palabra de Dios, con un corazón rebosante de la cálida y vivificante influencia de su Espíritu, con ternura y anhelo por las almas, y la obra entre el pueblo de Dios se llevará a cabo. La razón por la cual se manifiesta tan poco del Espíritu de Dios es que los ministros aprenden a pasarse sin él. Les falta la gracia de Dios, carecen de misericordia y paciencia, adolecen de espíritu de consagración y sacrificio; y ésta es la única razón por la cual algunos dudan de la evidencia de la palabra de Dios. El problema no se encuentra de ningún modo en la palabra de Dios, sino en ellos mismos. Les falta la gracia de Dios, devoción, piedad personal y santidad. Eso los hace ser inestables, y con frecuencia los arroja en el campo de batalla de Satanás. Vi que por muy eficazmente que los hombres hayan defendido la verdad, por muy piadosos que causen la impresión de ser, cuando comienzan a hablar de incredulidad en relación con algunos pasajes bíblicos, alegando que los hacen dudar de la inspiración de la Biblia, debiéramos temerles, porque Dios está muy lejos de ellos. 1TPI 341.1
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