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Promesas para los últimos días

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    CAPÍTULO 17—PROMESAS PARA LOS DIRIGENTES

    “Jesús fortalecerá a los líderes de su pueblo si ellos aprenden de él” (7T127).PUD 76.1

    “El Señor ha dado a todo hombre su tarea señalada, y si él pone a hombres en cargos de responsabilidad, les comunicará su Santo Espíritu, dándoles eficiencia para su trabajo” (TM 375).PUD 76.2

    “El abatimiendo puede hacer vacilar la fe más heroica y debilitar la voluntad más firme. Pero Dios comprende y sigue manifestando compasión y amor. Lee los motivos y los propósitos del corazón. Aguardar con paciencia, confiar cuando todo parece sombrío, es la lección que necesitan aprender los dirigentes de la obra de Dios. El cielo no los desamparará en el día de su adversidad” (PR 129).PUD 76.3

    “¿Estáis tentados a ceder a presentimientos de ansiedad o al abatimiento absoluto? En los días más sombríos, cuando en apariencia hay más peligro, no temáis. Tened fe en Dios. El conoce vuestra necesidad. Tiene toda potestad. Su compasión y amor infinitos son incansables. No temáis que deje de cumplir su promesa. El es la verdad eterna. Nunca cambiará el pacto que hizo con los que le aman” (PR 121).PUD 77.1

    “Los que obran para el bien de otros están trabajando en unión de los ángeles celestiales. Cuentan con su compañía constante, su ministerio incesante. Angeles de luz y poder están siempre cerca para proteger, consolar, sanar, instruir e inspirar” (6T307, 308).PUD 77.2

    “No hay necesidad de dudar ni de temer que la obra no tenga éxito. Dios encabeza la obra y él pondrá en orden todas todas las cosas. Si hay que realizar ajustes en la plana directiva de la obra, Dios se ocupará de eso y enderezará todo lo que esté torcido. Tengamos fe en que Dios conducirá con seguridad hasta el puerto el noble barco que lleva al pueblo de Dios” (2MS 449).PUD 77.3

    “Cuando penséis que la obra corre peligro, orad: ‘Señor, dirige el timón. Ayúdanos a salir de la perplejidad y llévanos a salvo al puerto’. ¿No tenemos razón para creer que el Señor nos hará salir triunfantes?” (2MS 450).PUD 77.4

    “Tremendos peligros aguardan a los que tienen responsabilidades en la obra del Señor: peligros que me hacen temblar cuando pienso en ellos. Pero se nos dice: ‘Mi mano está en el timón, y llevaré a cabo el plan divino en mi providencia’” (2MS 451).PUD 77.5

    “Fue la fe de Caleb lo que le dio valor, lo que lo preservó del temor del hombre y lo capacitó para mantenerse osada y resueltamente en defensa de lo correcto. Mediante su confianza en el mismo Poder, el potente general de los ejércitos del cielo, cada verdadero soldado de la cruz puede recibir fuerza y valor para vencer los obstáculos que parecen insuperables” (1CBA 1127).PUD 78.1

    “Moisés fue el hombre más grande que jamás haya estado como dirigente del pueblo de Dios. Fue grandemente honrado por Dios, no por la experiencia que había ganado en la corte de Egipto, sino porque fue el más manso de los hombres. Dios hablaba con él cara a cara así como un hombre habla con un amigo. Si los hombres desean ser honrados por Dios, sean humildes. Los que llevan adelante la obra de Dios debieran distinguirse de todos los demás por su humildad” (1CBA 1127).PUD 78.2

    “Cuando sufrimos pruebas que parecen inexplicables, no debemos permitir que nuestra paz sea malograda. Por injustamente que seamos tratados, no permitamos que la ira se despierte. Condescendiendo con un espíritu de venganza nos dañamos a nosotros mismos. Destruimos nuestra propia confianza en Dios y ofendemos al Espíritu Santo. Hay a nuestro lado un testigo, un mensajero celestial, que levantará por nosotros una barrera contra el enemigo. El nos envolverá con los brillantes rayos del Sol de Justicia. A través de ellos Satanás no puede penetrar. No puede atravesar este escudo de luz divina” (PVGM 135, 136).PUD 78.3

    “El [Señor] nos invita a presentarle lo que nos tiene perplejos y lo que hemos menester, y nuestra necesidad de la ayuda divina. Nos aconseja ser constantes en la oración. Tan pronto como las dificultades surgen, debemos dirigirle nuestras sinceras y fervientes peticiones. Nuestras oraciones importunas evidencian nuestra vigorosa confianza en Dios. El sentimiento de nuestra necesidad nos induce a orar con fervor, y nuestro Padre celestial es movido por nuestras súplicas” (PVGM 136).PUD 79.1

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