Loading...
Larger font
Smaller font
Copy
Print
Contents

Elena De White: Mujer De Visión

 - Contents
  • Results
  • Related
  • Featured
No results found for: "".
  • Weighted Relevancy
  • Content Sequence
  • Relevancy
  • Earliest First
  • Latest First
    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents

    EL ACCIDENTE Y SU SECUELA

    En su informe del accidente, escrito el lunes 15 de febrero, enviado a parientes y amigos y publicado en la Review and Herald, W. C. White describió lo que ocurrió:MV 571.6

    El sábado de mañana, Mamá pareció estar tan bien como de costumbre. Alrededor del mediodía, cuando estaba entrando a su estudio desde el corredor, tropezó y cayó. Su enfermera, May Walling, que estaba en el pasillo a unos 6 metros (20 pies) de distancia, vino rápidamente en su auxilio, y trató de ayudarle a ponerse de pie. Cuando Mamá gritó de dolor, May la levantó y la colocó en una mecedora, arrastró la silla por el pasillo hasta la cama de Mamá y la acostó. Luego May telefoneó al Dr. Klingerman en el sanatorio, e inmediatamente aplicó fomentos a la cadera, donde el dolor parecía ser mayor.MV 571.7

    Cuando vino el doctor, dijo que era una luxación seria o una fractura, y recomendó un examen de rayos X en el sanatorio. Este examen mostró una “fractura intracapsular del fémur izquierdo en la unión de la cabeza y el cuello”. Mamá soportó muy pacientemente todas las experiencias dolorosas de ser transportada de su cuarto al sanatorio y de regreso otra vez.MV 571.8

    Sara McEnterfer, que fue su compañera de viaje y secretaria la mayor parte del tiempo por treinta años, está con ella; y también está May Walling, que fue criada en su casa, y que ha sido su fiel enfermera por casi dos años. La Sra. Hungerford, una enfermera calificada del sanatorio, también está con ella (RH, 11 de marzo, 1915).MV 571.9

    El domingo de mañana el Dr. Klingerman hizo arreglos para que se enviase una cama de hospital a la casa de la Hna. White. Fue instalada en su estudio espacioso y alegre, cerca del baño con sus comodidades. He aquí lo que continuó diciendo W. C. White, según contó la historia a los lectores de la Review:MV 572.1

    Mamá ocupa su estudio, donde durante los últimos diez años bien ocupados, ella ha hecho la mayor parte de su trabajo como escritora. A veces cuando está medio despierta pregunta cuánto tiempo llevará el viaje, y cuándo llegará a la casa; y luego, cuando está plenamente despierta, dice: “Estoy aquí en mi propio cuarto”.MV 572.2

    En nuestras sesiones de oración Mamá se nos une con su fervor y claridad de pensamiento usuales, expresando completa confianza y entera resignación.MV 572.3

    Desde su accidente me ha dicho que siente que su trabajo está hecho, sus luchas terminadas, y que está dispuesta a acostarse y dormir hasta la mañana de la resurrección, a menos que haya todavía algún trabajo especial que el Señor tiene para que ella lo haga (Ibíd.).MV 572.4

    Y así pasó el tiempo durante los próximos cinco meses hasta mediados de julio. Los frecuentes informes de su hijo a través de la Review and Herald y de sus cartas indican que ella tenía días buenos y días no tan buenos, pero que se vio libre de sufrimientos grandes.MV 572.5

    Poco después del accidente, W. C. White informó que “cuando le preguntamos si está sintiendo dolor, ella comienza a decir que sí; luego se detiene y dice: ‘No es tan doloroso como podría ser, pero no puedo decir que es algo confortable’” (WCW a AGD, 1° de marzo, 1915). Unas pocas semanas más tarde, cuando se le preguntó qué clase de día había tenido, ella replicó: “Un día bueno, de a ratos” (WCW a S. N. Haskell, 30 de abril, 1915).MV 572.6

    A comienzos de junio hubo una rápida declinación en su condición física. Una de las tres enfermeras mencionadas antes estaba constantemente con ella. Parientes, amigos y vecinos la visitaban frecuentemente. Se consiguió una silla de ruedas, y en los días agradables la sacaban al pequeño porche directamente encima de la entrada principal a la casa, mirando al sur. Ella disfrutaba mucho esto. La mayoría de los días se sentaba en una silla por varias horas, y por las noches generalmente dormía bien. A medida que pasaba el tiempo su apetito iba disminuyendo. En cierta ocasión cuando Sara la estaba instando a que comiese, su respuesta mostró que no había perdido su sentido del humor: “Bueno, Sara —dijo ella—, no quisiera morir antes de tiempo por comer en exceso” (como se le contó a A. L. White).MV 572.7

    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents