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Mensajera del Señor

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    Conoció el desánimo

    Elena de White conoció la desolación del desánimo mientras cumplía su papel como mensajera de Dios. A lo largo de su vida, el desánimo se combinaba a veces con una depresión temporaria. No cabe duda de que la debilidad física, la condición del corazón y los problemas respiratorios la hicieron susceptible al desaliento. Y el hecho de ser una mensajera del Señor, luchando a la vanguardia de sus contemporáneos en el campo de batalla del conflicto cósmico, también incitaba los constantes ataques de Satanás. ¿Qué actitud tenía hacia esta sombra oscura que tantas personas han sobrellevado desde el comienzo del tiempo? Los consejos que dio a otros que estaban desanimados, aun sumidos en depresión, vienen empapados, por así decirlo, con sus propias pruebas personales.MDS 74.2

    A través de su ministerio Elena de White hizo frente tanto al fuego del fanatismo como al hielo de la indiferencia. 40Testimonies, t. 5,p. 644; Id., t. 1, p. 502; Review and Herald, 12 de febrero, 1901. Sus palabras de consejo, a menudo de reproche, fueron frecuentemente combatidas con el chisme y la calumnia. Esto la afectaba físicamente. Ella informó lo siguiente sobre su experiencia cuando tenía sólo 18 años y aún se encontraba muy disminuida físicamente: “El desaliento me abrumaba intensamente y la condición del pueblo de Dios me llenaba de tanta angustia que por dos semanas quedé postrada por la enfermedad”. 41Bio., t. 1, p. 88. Más tarde ella llegó a comprender que el sufrimiento de la mente afecta directamente la salud del cuerpo; ver también pp. 331-333.MDS 74.3

    Aquellos que leen sus cartas y las anotaciones de su diario tienen el privilegio de casi “escuchar” el latido de su corazón mientras registraba su reacción a esos momentos de desánimo ocasionados por diversas causas. ¡La manera como ella hizo retroceder la “sombra infernal” del maligno puede ser precisamente la información que algún lector necesite hoy!MDS 74.4

    En 1847, aunque con ocho meses de embarazo, Elena le escribió una carta animosa a José Bates y le informó que “mi salud está muy bien”. Luego le abrió el corazón: “Ultimamente he tenido muchas pruebas; a veces el desánimo me ha sobrecogido tan firmemente que me parecía imposible librarme de él. Pero gracias a Dios, Satanás aún no ha obtenido la victoria sobre mí, y por la gracia de Dios nunca lo hará. Conozco y siento mi debilidad, pero me he aferrado al brazo fuerte de Jehová, y puedo decir hoy que sé que mi Redentor vive, y que si él vive yo también viviré”. 42Id., p. 131.MDS 74.5

    ¿Pruebas? Pocas personas han conocido los tiempos difíciles que enfrentaron los White. Estos dirigentessiervos habían recibido una comisión divina, y no se atrevían a desviarse a una vida de objetivos corrientes.MDS 74.6

    Imagínese la siguiente situación. Una joven familia en el invierno de 1847-1848 (Henry nació el 26 de agosto de 1847) trataba de predicar y escribir a medida que Dios abría el camino, y al mismo tiempo estaban resueltos a ser independientes financieramente. Jaime, a los 26 años, acarreaba piedra para el ferrocarril cerca de Brunswick, Maine, hasta que sus manos estaban ensangrentadas. También cortaba leña, trabajando largas horas por 50 centavos diarios. Con un “presupuesto” limitado, Elena, ahora con 20 años, sólo podía comprar menos de medio litro de leche por día para ella y Henry. Y después tuvo que prescindir de la leche por tres días a fin de poder comprar un trozo de tela para hacerle a Henry una sencilla prenda de vestir.MDS 74.7

    Llegó el día cuando “sus provisiones se acabaron”. Jaime caminó cinco kilómetros de ida y otros tantos de vuelta bajo la lluvia para pedirle el salario a su empleador o las provisiones tan necesarias. Cuando regresó con un saco de provisiones, Elena se sintió muy abatida: “Al verlo entrar en casa, muy fatigado, sentí desfallecer el corazón. Mi primer pensamiento fue que Dios nos había desamparado. Le dije a mi esposo: ‘¿A esto hemos llegado? ¿Nos ha dejado el Señor?’ No pude contener las lágrimas, y lloré amargamente largo rato hasta desmayarme”.MDS 75.1

    En otras palabras, “Señor, ¿por qué es tan dura la vida cuando nos hemos consagrado sin reservas a tu causa?”MDS 75.2

    A través del relato que ella hizo de esta experiencia, obtenemos una vislumbre de cómo ella salía de la profunda fosa del desánimo. Ella lamentó que se había hundido tan bajo; luego se recordó a sí misma que su primer deseo era “seguir a Cristo y ser como él; pero a veces desmayamos bajo las pruebas y nos mantenemos a la distancia de él. El sufrimiento y las pruebas nos acercan a Jesús. El horno consume la escoria y abrillanta el oro”. 43Id., pp. 134-135.MDS 75.3

    En Rochester, Nueva York, a fines de junio de 1854, la Sra. White tenía siete meses de embarazo con su tercer hijo. Pero enfrentaba diariamente otros problemas. Obreros claves en Rochester estaban muriendo de tuberculosis. Jaime, su esposo, parecía también estar hundiéndose, no sólo con síntomas de tuberculosis sino por la falta de simpatía de los compañeros de trabajo, más la tensión causada por sus compromisos habituales de viajes, predicaciones y redacción de artículos. ¡Trate de imaginarse la plena gama de preocupaciones que enfrentaba la joven esposa y madre’ MDS 75.4

    “Las pruebas se tomaban más intensas a nuestro alrededor. Teníamos muchas preocupaciones. Los ayudantes de oficina se alojaban con nosotros, y nuestra familia ascendió a un total de quince a veinte personas. Las conferencias grandes y las reuniones de sábado se realizaban en nuestra casa. No teníamos sábados tranquilos, porque algunas de las hermanas generalmente se quedaban todo el día con sus niños. Por lo general nuestros hermanos no tenían en cuenta los inconvenientes, el trabajo y los gastos adicionales que nos imponían. Cuando uno tras otro de los ayudantes de oficina llegaban a casa enfermos necesitando atención adicional, temía que nos hundiríamos bajo la ansiedad y el trabajo. A menudo pensé que no podríamos aguantar más; sin embargo, las pruebas aumentaban”.MDS 75.5

    ¿Qué hace una joven madre de dos niños, con un embarazo de siete meses, bajo tales circunstancias? “Con sorpresa descubrí que no estábamos abrumados. Aprendimos la lección de que podíamos sobrellevar mucho más sufrimiento y pruebas que lo que en un tiempo pensábamos que era posible. El ojo vigilante del Señor estaba sobre nosotros para ver que no fuésemos destruidos... Si la causa de Dios hubiera sido sólo nuestra, quizá hubiéramos temblado. Pero estaba en las manos de Aquel que podía decir: Nadie es capaz de arrebatármela de las manos. Jesús vive y reina”. 44Id., pp. 304-306.MDS 75.6

    En las semanas que precedieron a la Asociación General de 1888, en Minneapolis, Elena de White se sentía agobiada por la “incredulidad y resistencia a las reprensiones” que prevalecían contra su ministerio, mucho de lo cual se desarrolló mientras ella estaba en Europa, de 1885 a 1887: “Los hermanos parecen no ver más allá del instrumento... También se me había dicho [en visión] que el testimonio que Dios me había dado no sería recibido, porque los corazones de aquellos que habían sido reprobados no estaban en un estado de humildad como para que pudiesen ser corregidos y recibir reprensión”.MDS 75.7

    El desánimo parecía abrumarla, y se enfermó gravemente. Al recordar el evento, escribió: “No sentía deseos de recuperarme. No tenía fuerzas ni aun para orar, y no deseaba vivir. Mi deseo era descansar, sólo descansar; quietud y descanso. Mientras estuve sufriendo de postración nerviosa por dos semanas, albergué la esperanza de que nadie suplicase al trono de gracia en mi favor. Cuando vino la crisis, tuve la impresión de que moriría Ese era mi pensamiento. Pero esa no era la voluntad de mi Padre celestial. Mi labor todavía no había concluido”.MDS 75.8

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