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    El mundo más allá

    Millones que viven en África y Asia todavía necesitan oír el evangelio. En África, en China y en India viven millones de personas que no han oído el mensaje de la verdad para este tiempo. Tienen que ser advertidos. Las islas del mar están esperando recibir el conocimiento de Dios. En esas islas, se deben establecer escuelas con el objetivo de preparar alumnos que asistan a los colegios superiores a su alcance, para educarse y prepararse con el fin de que puedan regresar a sus hoga res isleños a presentar a los demás la luz que han recibido.- Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 41. (1909)MLC 190.3

    Todo el mundo tiene el mismo derecho que nosotros a la misericordia de Dios. El mundo entero se abre al evangelio. Etiopía tiende sus manos a Dios. Desde el Japón, la China y la India, desde los países que todavía están en tinieblas en nuestro continente, desde toda región del mundo, llega el clamor de corazones heridos por el pecado, que anhelan conocer al Dios de amor. Hay millones y millones que no han oído siquiera hablar de Dios ni de su amor revelado en Cristo. Tienen derecho a recibir ese conocimiento. Tienen tanto derecho como nosotros a participar de la misericordia del Salvador. Y a aquellos que hemos recibido este conocimiento, junto con nuestros hijos, a quienes podemos impartirlo, nos toca responder a su clamor.- La educación, p. 237. (1903)MLC 191.1

    A pesar de las posibilidades y las dificultades, el mundo todavía necesita ser amonestado. Hay una obra en cada ciudad y en cada suburbio que debe hacerse para presentar el último mensaje de misericordia al mundo caído. Y mientras tratamos de trabajar en estos campos necesitados, nos llega el clamor de regiones distantes: “Venid y ayudadnos”. Esos campos no pueden alcanzarse tan fácilmente, y tal vez no estén tan listos para la cosecha como los campos que se hallan ante nuestra vista, pero no deben ser descuidados. Necesitamos impulsar los triunfos de la cruz. Nuestro santo y seña ha de ser: “¡Adelante, siempre adelante!” No podemos deponer nunca nuestra preocupación por las “regiones lejanas” hasta que toda la Tierra sea alumbrada con la gloria del Señor.- Australasian Union Conference Record, 1° de enero de 1900 (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 410).MLC 191.2

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