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Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209)

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    Consejo relativo a la obra en Inglaterra *Esta misiva dirigida al pastor Waggoner estaba prevista para una lectura más generalizada, porque termina con las palabras: «Le envío esto a usted, pastor Waggoner, para que haga uso de ello como estime oportuno”.

    Tengo entendido que usted ha de trabajar en Inglaterra. Me ha sido presentado ese país varias veces como un campo que requería hombres que no fallen ni se desanimen, hombres que cooperen con las inteligencias celestiales. Pero vi que un gran impedimento para el avance de la obra ha sido y será que los que ocupan una posición de confianza creen que, por sí mismos, podrían llevar a cabo la obra; que tienen capacidad y quieren influir en todo a su manera. Entre los obreros hay mucho yo que vive y se niega a morir. Ahora este yo quiere la supremacía, pero si se le permite gobernar, la obra se echará a perder, se producirán pérdidas, se revelará el yo en la gestión y se cometerán errores.3MI 16.3

    No todos los que trabajan en la obra tendrán el mismo temperamento. No serán hombres con la misma formación o la misma preparación, y, con exactamente la misma certeza como que son de carácter diferente, trabajarán con fines contrapuestos, a no ser que sean convertidos cada día.3MI 16.4

    Todos los días Satanás tiene planes que llevar a cabo, ciertas actitudes que pongan obstáculos en el camino de los que son testigos de Jesucristo. Ahora bien, a no ser que los agentes humanos vivos de Jesús sean obedientes, mansos y humildes de corazón porque han aprendido de Jesús, tan seguro como que viven caerán bajo la tentación; porque Satanás es vigilante, artero y sutil, y los obreros, si no se entregan a la oración, serán pillados desprevenidos. Los asalta como un ladrón en la noche y los hace cautivos. Luego obra en la mente de las personas para pervertir sus ideas individuales y formular sus planes; y si los hermanos ven el peligro y hablan de ello, creen que se les hace un daño personal, que alguien está intentando debilitar la influencia que tienen. Uno tira en una dirección y otro en la dirección opuesta.3MI 17.1

    La obra ha sido entorpecida, se han tomado malas decisiones y Satanás ha sido complacido. Si el yo no hubiese sido abrigado con tanto cuidado y con tanta ternura, no fuera a ser que no encontrase sitio suficiente para preservar su dignidad innata, el Señor podría haber usado estos caracteres diferentemente constituidos para realizar una obra buena y mucho mayor; porque en la diversidad de sus talentos, pero en su unidad en Cristo, radicaba el poder de su utilidad. Si, como los diversos sarmientos de la vid, estuviesen unidos a la cepa, todos llevarían abundantes racimos de precioso fruto. Habría perfecta armonía en su diversidad, porque son participantes del alimento y la savia de la vid.3MI 17.2

    El Señor está descontento con la falta de armonía que ha existido entre los obreros. No puede impartir su Santo Espíritu, porque insisten en seguir su propio camino, y el Señor les presenta el suyo. Satanás y su confederación del mal infundirán un gran desánimo, pero «todos vosotros sois hermanos» (Mat. 23: 8), y es una ofensa para Dios cuando se permite que sus rasgos de carácter individuales y no santificados se conviertan en medios activos para desanimarnos mutuamente.3MI 17.3

    Ahora el Señor querría tener a todos estrechamente unidos en los lazos del amor, buscando cada cual ayudar al otro a cobrar valor, esperanza y perseverancia en el trabajo. Ha habido un espíritu de imitación y riña infantiles. Pero no hemos de ser «niños fluctuantes, llevados por doquiera» (Efe. 4: 14). Estamos inmersos en una gran batalla. Los enemigos son muchos y poderosos, y determinados a derrotarnos. Y si los obreros no tienen una ayuda especial de las agencias celestiales, no saldrán victoriosos.3MI 17.4

    Ustedes han de poner individualmente sus fuertes voluntades del lado de la voluntad de Dios. Ustedes son siervos de Dios; han de prestar máxima atención a Jesús y cumplir sus órdenes, porque Cristo es su Capitán. Puede que las apreciadas y predilectas costumbres de ustedes les resulten muy queridas, pero carecen de valor a los ojos de Dios; porque se entrometen constantemente en sus planes e in-terfieren en sus designios. Que cada obrero se vista con humildad y que esté seguro de que adora a Dios en espíritu y en verdad y no se inclina ante su propio ídolo: el yo.3MI 18.1

    Hermanos del campo inglés: Les digo en el temor de Dios que tienen lecciones por aprender en la escuela de Cristo que no son en absoluto halagadoras para las opiniones que ustedes abrigan de sí mismos. Dios los llama como representantes suyos para que sean un todo unido, cooperando con las inteligencias celestiales, y entre ustedes para ser de una sola mente y estar santificados por medio de la verdad, puros y sin mentira.3MI 18.2

    Dado que en todas partes hay divisiones en la sociedad, el Señor Jesús querría que la unidad de sus obreros apareciera en marcado contraste con las divisiones. En la unidad está la fuerza; en la división radica la debilidad. Al buscar responder a la oración de Cristo de que sus discípulos sean uno, ustedes hacen manifiesto al mundo ese poder y los principios de la verdad, y así aumentan su influencia en el mundo. «Vosotros sois la luz del mundo” (Mat. 5: 14).3MI 18.3

    Escuchen la oración de Cristo de que todos sus discípulos sean uno: «Para que el mundo crea que tú me enviaste» (Juan 17: 21). Diversos en pensamientos y en ideas, un asunto ha de ligar un corazón con otro: la conversión de las almas a la verdad, que atrae a todos a la cruz. Todos deberían trabajar hasta lo sumo de su capacidad por ganar almas para Cristo.3MI 18.4

    Ustedes no han de criticarse mutuamente, sino amarse como hermanos. No han de sentirse heridos porque cada plan sea cuidadosamente considerado de principio a fin. Pero podría haberse hecho mucho más progreso si no hubiera habido una cautela indebida, que dejó pasar oportunidades sin mejora, posponiendo un trabajo que era preciso hacer entonces y allí a la espera de algún momento futuro, porque ustedes temían que no estaban listos del todo. Ustedes deben ser milicianos, vigilantes de continuo para realizar un movimiento agresivo, y no dejar que el enemigo ocupe de antemano el campo antes de que estén listos para actuar. Esta lentitud en el avance no es el plan de Dios, porque el propio Satanás ejerce presión y pone obstáculos en el camino, o lo hará muy difícil cuando ustedes decidan actuar.3MI 18.5

    Hay necesidad de celo en la iglesia, y de sabiduría para encauzar ese celo. Ustedes han hecho de salvar almas un trabajo demasiado insulso en su conjunto. Si [quieren] ver que en Londres y las ciudades aledañas se realiza la obra, deben contar con una fuerza unida e irresistible; lleven la batalla hasta la puerta y planten firmemente el estandarte, como quien se propone en serio que triunfe la verdad. La timidez y los movimientos cautelosos han carecido de fe; ha habido poca expectativa de resultados.3MI 19.1

    ¿Querrán los obreros ahora sumergir el yo en Jesús? Que no aparezca el yo, sino ensalcen a Jesús. Con el amor de Dios ardiendo en el altar del corazón de ustedes, derritan las barreras, y realicen todos los movimientos de avance que sean posibles. Pero tengan en cuenta que solo son instrumentos de Dios; todas sus obras, todos sus medios, son de poca importancia a no ser que ustedes estén imbuidos del Espíritu de Cristo.3MI 19.2

    El Espíritu Santo debe moldear y conformar a los obreros. Ojalá pudiera yo hacer que todos entendieran este asunto. La unión de los obreros debe ser completa, y debe haber auténtica sinceridad y una inspiración de Dios para enseñarlos a ganar almas para Cristo. Gracias a Dios, se ha hecho algún progreso, pero si los obreros hubieran estado unidos en el amor y la fe, habría habido un marcado progreso que ahora no aparece.3MI 19.3

    El hecho de que las cosas se muevan con lentitud en Inglaterra no constituye una razón para que la gran obra misionera se mueva lentamente en su tarea de hacer frente a los hábitos y las costumbres de los hombres por temor a sorprender a la gente. Esta aún necesita ser sacudida mucho más. Los negocios del Señor requieren premura, porque las almas están pereciendo sin tener conocimiento de la verdad.3MI 19.4

    Pero los que están comprometidos en la obra no pueden tener éxito si se mueven por su propio espíritu. Sus labios deben ser tocados con un carbón encendido del altar. Deben ser imbuidos del Espíritu Santo. No tienen ningún derecho de ponerse en marcha y tomar las riendas de la obra a no ser que primero se encuentren con Cristo en la intimidad. Con independencia del carácter que puedan tener los deberes, nadie debe traer su propio espíritu a la obra. Dios querría que los obreros de Inglaterra derivaran de él su eficiencia; entonces cada obrero puede sentir que su mano está sobre una palanca que moverá al mundo.3MI 19.5

    Moisés descendiendo del santo monte, con el rostro glorificado por la comunión con Dios; el sumo sacerdote saliendo del interior del lugar santísimo; Isaías inmediatamente después de contemplar al Señor alto y sublime, con la orla de su gloria llenando el templo, nunca se presentaron ante el pueblo con una verdad mayor ni más preciosa que aquella que como mensajeros de Dios tenemos que llevar a la gente: la doctrina de la cruz, la justicia imputada de Cristo. Esta viene a la gente no solo de palabra, sino en el poder de Dios para todo el que cree.3MI 20.1

    El agente humano se convierte en colaborador de Cristo, devolviendo almas a Dios, representando en acciones el carácter de Dios, que ha sido tergiversado, falsificado por Satanás. Apuntamos demasiado bajo. Somos vacilantes, dubitativos; con autoestima nada podemos hacer. Se necesita cautela; pero aunque algunos de los obreros son precavidos y son lentos en darse prisa, si no se les unen en la obra los que ven la necesidad de ser agresivos, se perderá mucho; pasarán las oportunidades, y no se discernirá la providencia de Dios que abre puertas ante nosotros.3MI 20.2

    Cuando las personas que están convencidas no son inducidas a tomar una decisión en la primera oportunidad posible, se corre el peligro de que la convicción vaya desapareciendo. Cuando se predica la verdad, debería haber obreros sabios y de entendimiento, hombres y mujeres que tengan comunión con Dios, que deriven la sabiduría de la Fuente de todo poder, para hacer esfuerzos personales por los que están bajo convicción. He ahí el problema de la gente en Inglaterra: se mueve tan lentamente que es preciso instarla con claridad y sin demora innecesaria a tomar esa vital decisión.3MI 20.3

    Que todo orador y todo el que crea en la verdad muestre por sus acciones que no son niños, llevados por dondequiera, sino hombres y mujeres que creen completamente que tienen la verdad salvadora. Frecuentemente, cuando una congregación está en la coyuntura misma en que el corazón está preparado para aceptar la verdad del sábado, ello se demora por temor a las consecuencias. Se ha hecho esto, y el resultado no ha sido bueno. Dios nos ha hecho depositarios de la verdad sagrada; tenemos un mensaje, un mensaje salvador, que se nos manda dar al mundo, y que está preñado de resultados eternos. A nosotros como pueblo se nos ha asignado una luz que debe iluminar al mundo.3MI 20.4

    La obra se ha movido lentamente en Inglaterra; la incredulidad ha ejercido su poder para retardar la obra de formas diversas. Satanás está poniendo todo su empeño por poner barricadas en el camino, y no todos los que están involucrados en la obra son completamente fieles a Dios, de manera que puedan ser usados como vasos escogidos. Es un asunto serio que no haya una consagración cabal a Dios del corazón, la mente y todo el ser, de modo que la enérgica voluntad humana esté sumergida en la voluntad de Dios. El yo ha tenido mucho que ver con la obra. Si el yo hubiera estado oculto en Cristo, los obreros habrían sometido sus planes individuales a Dios, se habrían movido según los planes divinos.3MI 21.1

    Ay, si los que creen en la verdad en Inglaterra tuvieran el Espíritu de Cristo, sintiendo el peligro de las almas, ¡qué obra se realizará completamente en su nombre! Habría una oración mucho más fer- vorosa ascendiendo a Dios, no meramente en el oficio público, no solo desde el aposento privado, sino que habría oración incesante combinada con una acción decidida.3MI 21.2

    Pregunten a nuestros hermanos de Inglaterra: ¿Qué hacen ustedes por sus vecinos? ¿Qué hacen por sus amigos y parientes? Es preciso que ustedes tengan una sincera comunión con Dios. Cada cual debería ejercer la abnegación y ahorrar algo para invertir en la obra de salvación de las almas. Ay, si todos pudieran comprender la brevedad del tiempo y la actuación vigilante del implacable ene-migo por asegurarse todas las almas posibles, ¡con cuánto fervor y sinceridad trabajaría cada uno! Sentiría un intenso deseo de ganar almas para Cristo.3MI 21.3

    Reprimo los profundos sentimientos de mi alma, sabiendo que us- tedes tienen dificultades que afrontar, prejuicios y costumbres que vencer; pero imploro por las almas por las que Cristo murió. Ustedes no han de trabajar como si solo por sus esfuerzos humanos debieran llevar adelante la obra. Avancen, sabiendo que al abrirse camino por fe, los obstáculos serán eliminados. Hermanos de Inglaterra, ustedes no han pedido lo suficiente; se han movido con demasiada lentitud. Obren como en el temor de Dios, orando y trabajando, y dependiendo constantemente de Dios.3MI 21.4

    Todo el cielo está activo, cada creyente debería estar profundamente interesado en cooperar con Dios. El no deja que ninguno de ustedes luche solo; envía a sus ángeles para componer el ejército. Sin embargo, quedarán decepcionados a menos que ustedes, hermanos míos, estén constantemente apartando la mirada del yo y centrándola en su Capitán, a la espera de sus órdenes, en lugar de seguir su propio e imperfecto criterio.3MI 22.1

    Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Su presencia, su poder, es precisamente lo que todo creyente necesita; y los obreros principales precisan, mediante la fe y una acción decidida, inspirar confianza y fe en cada alma que cree.3MI 22.2

    Espero que nadie se desanime porque yo hable con tanta franqueza. Hay necesidad de mucha más fe, y todos los talentos confiados deben ser llamados a la acción con un fervor, un celo, en consonancia con la grandeza de la verdad que ha de presentarse a la gente. Que muera el yo; entonces, todos estarán imbuidos del Espíritu de Cristo para trabajar, no según la mente o la voluntad de cada cual, sino en perfecta unidad con Jesucristo. Que el Señor se acerque mucho a ustedes para que puedan ser una luz brillante y resplandeciente para los que están en tinieblas.3MI 22.3

    Cada día pasa a la eternidad, nos acercamos al fin del tiempo de gracia. Ahora debemos orar como nunca antes para que se nos conceda más abundantemente el Espíritu Santo, y debemos buscar que su influencia santificadora descienda sobre los obreros, para que la gente por la que trabajan pueda saber que han estado con Jesús y han aprendido de él. Como nunca antes necesitamos ahora visión espiritual, para poder ver de lejos y poder discernir los engaños y las trampas del enemigo, y proclamar el peligro como fieles centinelas. Necesitamos poder espiritual para poder asimilar, en la medida que pueda hacerlo la mente humana, los grandes temas del cristianismo y lo trascendentales que son sus principios. Hay muchos que necesitan fe. Tendrán que pelear la buena batalla de la fe cada día; sí, cada hora.3MI 22.4

    «“Emanuel” [...]: “Dios con nosotros”» (Mat. 1: 23). Esto lo es todo para nosotros. ¡Qué ancho fundamento coloca para nuestra fe! ¡Qué esperanza llena de inmortalidad pone ante el alma creyente! ¡Dios con nosotros en Cristo Jesús para acompañarnos en cada etapa del viaje al cielo! ¡El Espíritu Santo con nosotros como Consolador y Guía en nuestras perplejidades, para aliviar nuestras tristezas y escudarnos de la tentación! «¡Profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios!” (Rom. 11: 33).3MI 22.5

    Ruego a nuestros hermanos de Inglaterra que luchen por la unidad; cultiven el amor, desarraiguen la sospecha, la envidia, los celos y el pensar el mal y hablarlo. Estén unidos, trabajen como un solo hombre. Estén en paz entre ustedes.3MI 23.1

    Les ruego en el nombre de Jesús de Nazaret que destierren todo lo que se asemeje al orgullo espiritual y el amor a la supremacía. Conviértanse en niñitos, ya que, cuando termine la lucha, llegarán a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial. Lean Juan 17 una y otra vez. Esa oración que nuestro Salvador elevó a su Padre en favor de sus discípulos es digna de repetirse a menudo, y de ser practicada en la vida diaria. Alzará al hombre caído, porque el Señor ha prometido que si conservamos esta unidad, Dios nos amará como amó a su Hijo; el pecador se salvará, y Dios será glorificado eternamente.3MI 23.2

    Los ángeles y los arcángeles se maravillan de este gran plan de redención; admiran y aman al Padre y al Hijo cuando contemplan la misericordia y el amor de Dios; no hay ninguna manifestación de envidia cuando se presenta este nuevo templo, renovado a la imagen de Cristo, y en toda su belleza, para permanecer alrededor del trono de Dios. Pero mi carta debe terminar. Le envío esto a usted, pastor Waggoner, para que haga uso de ello como estime oportuno.— Carta 31, 1892, pp. 1-9 (a «Querido hermano Waggoner”, mayo de 1892).3MI 23.3

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