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Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161)

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    Manuscrito 151—Mensajes relacionado con la escuela de Lodi

    Me alegra tener ante mí tan nutrida concurrencia esta mañana. Es mi deseo que cada uno de ustedes esté tan unido al Señor que todo lo que hagamos aquí sea hecho como si estuviéramos viendo al Invisible. Mantengamos nuestros pensamientos centrados en Dios. Cada uno de ustedes tiene individualmente que forjar un carácter según el modelo divino.2MI 273.1

    No sé cuántos de ustedes han aceptado el cristianismo, pero confío que mientras estén aquí como alumnos mediten con toda seriedad en ello. Ustedes pueden escoger si tendrán una esperanza que esté cimentada en Cristo, si procurarán prepararse para el reino de Dios mientras asisten a esta escuela. Cristo entregó su preciosa vida con el fin de que ustedes puedan aprovechar esa oportunidad. Si no hacen uso de los privilegios adquiridos de esa forma para2MI 273.2

    ---------------

    Tres alocuciones de Elena G. de White, solicitadas para su uso en relación con una reseña histórica de la escuela de Lodi.2MI 273.3

    Discurso dirigido por Elena G. de White a los alumnos y a los docentes del Western Nommal Institute, Lodi, California, el 7 de noviembre de 1909. ustedes, si mediante Cristo no se hacen «participantes de la naturaleza divina», el día del juicio final serán tenidos por «inexcusables” [2 Ped. 1: 4; Rom. 1: 20, RVA].2MI 273.4

    ¿Por qué tenemos escuelas diferentes de las escuelas del mundo? ¿Acaso será para que nuestros jóvenes reciban una educación correcta, para que entiendan lo que implica el gran sacrificio que ha sido hecho a favor de la caída humanidad? «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna» [Juan 3: 16]. El creyente en Cristo se hace partícipe de la naturaleza divina, «habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia» [2 Ped. 1: 4, RV60]. Según me ha sido presentado, el propósito de nuestras instituciones educativas es enseñar a que «lleguen ustedes a tener parte en la naturaleza de Dios» [2 Ped. 1:14, DHH]. Esta enseñanza no debe ser considerada como algo de valor secundario. El valor de la educación recibida depende de la forma en que el alumno se relacione con su tema de estudio.2MI 274.1

    Cristo realizó un inmenso sacrificio en favor nuestro. Dejó a un lado su corona real, se despojó de su manto real, y vino a este mundo a nacer de padres humildes. Muchos no fueron atraídos por la humildad de su vida, por lo que fue despreciado y rechazado por la gente. Sufrió persecución, hasta que al final fue crucificado y murió en forma vergonzosa. ¿Qué significa esto para nosotros? Él vino como el Salvador de todo pecador que acepte el sacrificio divino. Unió en sí lo divino y lo humano, para convertirse en el eslabón que conecta a la humanidad caída con el Padre. Pero, ¿aceptarán los seres humanos esas condiciones? ¿Quiénes de ustedes se convertirán en «participantes de la naturaleza divina”? No debería haber demoras en aceptar a Cristo.2MI 274.2

    Ustedes se verán sujetos a tentaciones aquí donde se han reunido muchos con ideas dispares y diferentes temperamentos. Vienen de hogares en los que han recibido diferentes ideas y distinta educación. A menos que ustedes se hagan «participantes de la naturaleza divina”, existe el peligro de que se induzcan unos a otros a olvidarse de Dios. «Y si tu mano derecha te hace caer en pecado, córtatela y deshazte de ella» [Mat. 5: 30, RVC]. Mejor es eso que alguien encamine a un alma en la dirección incorrecta. En su educación busquen adherirse a aquellos principios que los ayuden a forjar los mejores caracteres posibles en esta vida, preparándose así mejor para la futura, para la vida eterna.2MI 274.3

    Ahora leeré una porción del primer capítulo de la segunda Epístola de Pedro. Observen a quiénes está dirigida. Se dirige a aquellos que han obtenido algo: «Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo una fe igualmente preciosa que la nuestra” [2 Ped. 1:1].2MI 275.1

    «La justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo». De eso dependemos. Por medio de los méritos de Jesús, los caracteres de todos ustedes pueden ser limpiados y purificados; si se consagran a él con el firme propósito de que aquí en esta escuela ustedes vivirán una vida cristiana. Ustedes están ahora formando caracteres que determinarán su destino eterno, para vida o para muerte. Si hay algunos aquí que no se han aferrado a Cristo mediante una fe viva, yo les suplico que lo hagan lo antes posible; ya que experimentarán una terrible pérdida si se descuidan.2MI 275.2

    «Gracia y paz os sean multiplicadas”. ¿Cómo? ¿Mediante la ignorancia de ustedes? ¿A través de una actuación como la del mundo? «Mediante el conocimiento”. Ahora bien, hay un conocimiento que vale más que la plata, el oro, o las piedras preciosas. Es «el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo».2MI 275.3

    «Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo que necesitamos para la vida y la devoción» [2 Ped. 1:3, DHH]. Luego si ustedes se pierden, no tendrán excusa. El tiempo se acerca cuando los padres de ustedes, si han purificado sus vidas al obedecer la verdad, se acercarán a las puertas de la ciudad de Dios que se abrirán ante ellos. ¿Están sus hijos preparándose para entrar con ellos? Si los padres se han ocupado «en su salvación con temor y temblor” [Fil. 2: 12, RVC], si en el temor de Dios han tratado de ayudar a sus hijos, su obra será aceptada. Pero quizá sus hijos no se han dejado ayudar, y han decidido seguir sus propias inclinaciones. ¿No actuarán ustedes, jóvenes, en armonía con el conocimiento que han recibido, uniéndose al ejército de creyentes para trabajar en favor de su propia salvación «con temor y temblor”?2MI 275.4

    «Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia» [2 Ped. 1: 3]. Cada uno de ustedes es llamado. ¿Obedecerán el llamamiento?2MI 275.5

    «Por medio de estas cosas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones» [vers. 4]. Si ustedes intentan cumplir con la Palabra, procurarán hacer la voluntad de Dios y para ello contarán con la ayuda divina.2MI 275.6

    «Por esto mismo, poned toda diligencia en añadir a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor» [vers. 57].2MI 276.1

    «Si tenéis estas cosas y abundan en vosotros, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas es muy corto de vista; está ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección, porque haciendo estas cosas, jamás caeréis. De esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» [vers. 811].2MI 276.2

    Aquí hay una promesa para todos y cada uno de nosotros. Si ustedes viven bajo un plan acumulativo, añadiendo gracia sobre gracia, estarán creciendo en el cuidado y el consejo del Señor y encontrarán en esta promesa un seguro de vida eterna. Esta es una promesa a toda prueba. Es más valiosa que cualquier seguro de vida que pueda ser adquirido. Es una póliza provista por Dios mismo al ofrecer a su unigénito y amado Hijo, para que todos ustedes, al creer en él, y al aceptar su gran sacrificio, puedan obtener la vida eterna. Al conseguir la victoria, ustedes podrán entrar por las puertas de la ciudad de Dios y recibir la corona inmortal.2MI 276.3

    El apóstol dice: «Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis y estéis confirmados en la verdad presente» [vers. 12]. Nuestra profesión de cristianismo no nos salva. Debemos ser semejantes a Cristo.2MI 276.4

    Es mi deseo que todos en esta escuela formen un carácter a la semejanza divina, de manera que puedan vivir según el plan acumulativo: añadiendo «gracia sobre gracia» [Juan 1: 16]. Al hacer esto, estarán ayudando a los demás. Estarán dando un ejemplo que favorecerá a todos los que los rodeen a ustedes. No pueden bajo ningún concepto perderse su parte en el gran seguro de vida eterna.2MI 276.5

    En esta escuela hay jóvenes con diversos temperamentos. Hay algunos que son superficiales y descuidados, y otros que prestan poca atención a su vida espiritual. Pero deseo que ustedes se preocupen con toda seriedad de la salvación de sus almas, ya que eso les concierte a todos. La forma en que ustedes se comporten es también algo muy importante para la escuela. Si deciden poner a un lado toda locura, toda vanidad, toda frivolidad; contribuirán con ello a elevar a esta escuela al nivel que Dios desea que alcance. Ustedes no pueden permitirse seguir los dictados de sus mentes inconversas, no procurando la victoria que ha sido puesta al alcance de ustedes mediante el sacrificio de Cristo. Confiamos en que ustedes puedan ver al Rey en su gloria.2MI 276.6

    Sin duda tendrán dificultades que vencer, pero se permite que dichas dificultades los afecten para que al vencerlas ustedes sean fortalecidos para asumir la obra de Dios. Hay una obra misionera que debe ser realizada por todos los que están relacionados con esta escuela. Mediante la gracia de Dios, debemos mostrar que hemos vencido gracias a la sangre del Cordero, y «por la palabra del testimonio» [Apoc. 12: 11] que damos nosotros. ¿No vivirán ustedes vidas consecuentes, mostrando que viven de acuerdo con el plan acumulativo?2MI 277.1

    Deseo fervientemente que ustedes desechen toda frivolidad. Estudien sus Biblias. Lean una y otra vez las maravillosas enseñanzas que Cristo ha dado con el fin de animarlos, para fortalecerlos, para ayudarlos en su crecimiento espiritual. ¿Acaso no es algo maravilloso haber «huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia» [2 Ped. 1: 4, RV60]? No obstante, lo anterior será posible si ustedes cumplen con todos los requisitos. Les corresponde a ustedes hacerlo o dejar de hacerlo. Ustedes quizá tengan que enfrentar serias dificultades; pero, tienen el privilegio de estar bien cimentados en la verdad, al punto que ni siquiera la más denodada persecución podrá apartarlos de ese fundamento.2MI 277.2

    Lo que necesitamos es una experiencia diaria, viva, respecto a los beneficios que se obtienen de obedecer al Señor. Debemos cultivar la fe, vivir por ella. Es nuestro privilegio, y si lo hacemos no será en vano que Cristo dejara de lado sus privilegios reales, viniendo a este mundo para sufrir y morir. Él contemplará lo que ha comprado con su sangre y se sentirá satisfecho. En aquel día los redimidos echarán sus brillantes coronas a los pies de su Salvador, y todo el cielo resonará con cantos de alabanza. Ojalá que todos lleguemos a participar de la naturaleza divina, y a ser vencedores. He intentado pronunciar estas palabras para beneficio de ustedes, y ahora los dejo para que estudien este capítulo por ustedes mismos. Que las bendiciones del Señor descansen sobre ustedes en la obra que tienen por delante, es mi deseo y oración.— Manuscrito 103, 1909, 16 («Partakers of the Divine Nature» [Participantes de la naturaleza divina], 7 de noviembre de 1909).2MI 277.3

    * * *2MI 278.1

    El fin de todas las cosas está más cerca que lo que nuestro pueblo parece percatarse. Desearía que todos presintieran su cercanía, ya que entonces no cejarían en sus esfuerzos para exhortar a los que nunca han escuchado las verdades del último mensaje de advertencia. Unos pocos están empeñados en ello por acá y por allá, pero queda mucho campo por alcanzar, y como pueblo necesitamos recibir una gran porción del Espíritu Santo con el fin de que nos interesemos en aquellos que nos rodean y que no han sido advertidos.2MI 278.2

    Me asombro porque con la Palabra de Dios ante nosotros, tantos pueden vivir tan tranquilos. Si Dios envió a su Hijo al mundo a sufrir una muerte vergonzosa con el fin de salvar almas, ¿no deberíamos nosotros como seguidores suyos estar dispuestos a luchar y a sufrir por nuestros prójimos? Necesitamos abrigar una más profunda convicción en nuestros corazones, respecto a la maravillosa misión que tenemos ante nosotros.2MI 278.3

    Los que están relacionados con esta escuela sienten una gran preocupación, y todos deberíamos interesarnos en su éxito; un interés que nos lleve a ofrecer nuestras fervientes peticiones para que Dios bendiga abundantemente su obra. Luego, en consonancia con nuestras oraciones, hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para que la escuela en Lodi sea todo un éxito.2MI 278.4

    Anoche, sentí una gran preocupación por los muchos alumnos que están reunidos aquí, y escribí algo que voy a presentarles.2MI 278.5

    Existe una muy urgente necesidad y una trascendental obra que debe ser realizada en nuestro mundo por aquellos que se han adherido a los mensajes que deben ser presentados a la gente. Son muchas las grandes ciudades donde se ha hecho muy poco para advertir a sus habitantes de los inminentes juicios de Dios. ¿Cuándo se levantarán aquellos que tienen la luz de la verdad de que el fin está cercano, reconociendo la magnitud de su encomienda?2MI 278.6

    ---------

    Fragmento de un discurso de Elena G. de White presentado en Lodi, California, el 5 de febrero de 1910standard-noindent countpara-partofprevious infolio.2MI 278.7

    No debe haber demora alguna en el asunto de que nuestros niños y jóvenes obtengan una genuina educación. Como padres, necesitamos una gran sabiduría para saber cómo ayudar a los tiernos corderitos del rebaño. Ellos necesitan estímulo en sus esfuerzos para ser obedientes y para amar la justicia. A ellos se les deberían dar las máximas facilidades para que formen caracteres que reciban la aprobación de Dios.2MI 279.1

    Hemos incentivado el establecimiento de escuelas en diferentes lugares, en las que los niños y jóvenes puedan tener la oportunidad de conocer las enseñanzas de la verdad bíblica, en conexión con las demás materias. En nuestras escuelas es preciso preservar celosamente el énfasis en lo religioso, ya que es la razón misma de su existencia. Es necesario compartir con los alumnos, con toda claridad y la mayor solemnidad, la exposición de las enseñanzas de Cristo. Esas lecciones jamás serán olvidadas.2MI 279.2

    Sobre los alumnos de los cursos superiores recae la responsabilidad de ayudar a los más jóvenes. Los alumnos de más edad pueden ser de gran ayuda para sus condiscípulos más jóvenes, al dar un buen ejemplo en palabras y acciones; asimismo por su influencia fuera de las horas de clase; de manera que puedan enseñarles lecciones de obediencia, de veracidad y de respeto por sus educadores. El Señor contempla con buenos ojos ese esfuerzo solidario. Cuando los alumnos se encuentran al aire libre, ejercitándose, o en cualquier lugar donde estén; los de más edad deben pensar en la forma de dirigir palabras de ánimo a los más jóvenes.2MI 279.3

    Ustedes pueden contribuir a subsanar casos anómalos que siempre acaban apareciendo en una escuela grande, si con cariño corrigen los errores que ven en otros jóvenes, presentándoles las enseñanzas de la vida de Cristo, y presentándoles los requerimientos de la Palabra de Dios. Si ustedes se arrodillan y oran con ellos, los ángeles de Dios estarán presentes y el interés que demuestran por ellos, será un poder que obre a favor de su conversión. Graben en sus mentes la idea de que el Señor contempla con agrado sus esfuerzos por obedecer, y que su bendición descansa sobre todo aquel que se esfuerce por vencer sus defectos. Cuando procuren socorrer y animar por todos los medios posibles a los alumnos más jóvenes, ustedes mismos recibirán ayuda para vencer sus propios defectos de carácter.2MI 279.4

    Ustedes pueden ser maestros en muchos sentidos. Los esfuerzos para ejercer una influencia positiva en la escuela serán de gran ayuda para los preceptores y maestros en su diaria labor. Ustedes pueden aliviarlos de la gran carga de ansiedad que tienen que soportar a causa de los muchos jóvenes que se hallan bajo su cuidado. En una experiencia así ustedes encontrarán una gran bendición, y aquellos que estén dispuestos a cooperar con los miembros del personal docente para mantener una influencia positiva en la escuela, ganarán una valiosa experiencia. Cuando el maestro vea que ustedes intentan ayudarlo, se sentirá grandemente animado. Al estar dando ustedes un ejemplo correcto serán una ayuda para los demás en la formación de hábitos correctos. El Señor ayudará a todo el que procure ser un ejemplo de buenas costumbres.2MI 279.5

    Ojalá que cada uno acepte que esta escuela en Lodi debe ser un modelo de lo que deberían ser nuestras instituciones educativas. Los alumnos han de recordar que su conducta debe ser del todo apropiada para que eso suceda. Los alumnos de más edad deberían reconocer que sobre ellos descansa la responsabilidad de mantener una elevada norma de conducta, con el fin de ejercer una influencia positiva sobre los más jóvenes. Qué gran bendición resultaría si cuando ven a algún alumno haciendo algo impropio, le dijeran: «Eso no está bien. No puedes ser feliz si sigues haciéndolo», hablándole luego con dulzura. El Espíritu del Señor manifestaría su presencia en los corazones de ellos, y tanto los más jóvenes como los mayores evitarían hacer lo incorrecto.2MI 280.1

    Algunos de los más jóvenes necesitan ser apoyados espiritualmente. Algunos de ellos necesitan ser convertidos. Ojalá que esta sea una escuela donde los alumnos se apoyen todos mutuamente, para que la gloria de Dios sea revelada.2MI 280.2

    En nuestras escuelas se necesita una religión sencilla y sincera. Cuando así sea, se observará en los alumnos, fuera del horario escolar, un sentido de la presencia de los ángeles de Dios. Algunos, después de haber estado estudiando durante un largo tiempo, tendrán la tendencia a ser rudos y estridentes en sus actividades recreativas. Los alumnos mayores han de sentar un ejemplo de caballerosidad, controlando cuidadosamente sus palabras y sus acciones. Un buen ejemplo será imitado, al igual que un mal ejemplo. Ustedes no pueden permitirse el guiar a los demás por una senda incorrecta.2MI 280.3

    Ojalá que todos los alumnos sostengan y fortalezcan las manos del director. Si él observa que ustedes lo apoyan, que ustedes están en armonía con su labor, él se sentirá positivamente motivado.2MI 280.4

    Que todos los chicos y chicas se den cuenta de que son hijos de Dios, «comprados por precio» [1 Cor. 6: 20]. El Señor desea que ustedes le entreguen sus tiernos corazones. El maestro y los alumnos de más edad pueden colaborar en la tarea de llevar esos niños a Jesús. Si ustedes están en todo momento dispuestos a pronunciar palabras apropiadas, el Espíritu de Dios hará llegar sus palabras al corazón. El Señor se complace en ver que los alumnos mayores se sienten responsabilizados de los más jóvenes. Dios los usará como sus instrumentos para influir sobre los demás alumnos, en la tarea de formar hábitos apropiados y correctos que los libren de hacer lo malo, aun cuando no se hallen bajo la mirada del maestro.2MI 281.1

    Nuestras escuelas deberían establecerse en armonía con la religión de Cristo, y nuestros alumnos observadores del sábado deberían mantenerse firmes a los principios, adhiriéndose a lo que es correcto, de modo que se pueda confiar en ellos.2MI 281.2

    Los profesores y los alumnos deberían alimentarse con productos correctamente elaborados, que los mantengan saludables. La alimentación debe ser la apropiada si se desea mantener la salud. Asimismo, deberían darse indicaciones en cuanto la fisiología para que se ofrezca el conocimiento necesario para conservar la salud.2MI 281.3

    Deberíamos invitar a los poderes invisibles del cielo para que vengan en auxilio de los poderes terrenales, de forma que en esta escuela, como en cada escuela que establezca nuestro pueblo, haya una unión con lo divino. Necesitamos que el Espíritu Santo nos guíe en todo, y si respondemos a esa dirección podremos mostrar mucho más de lo que hacemos ahora: el espíritu de la verdadera religión. Si somos sinceros, fieles y justos en su servicio, tendremos una conexión vital con Cristo. Nos uniremos con él en la tarea.2MI 281.4

    En ocasiones los maestros están sobrecargados y no saben cómo actuar, debido a que los alumnos tienden a portarse desordenada y obstinadamente. Pero si los alumnos mayores ayudaran a influir sobre los más jóvenes, se verá una marcada diferencia en el comportamiento de estos. Si son alocados, ayúdenlos a que no cometan locuras. No los censuren, no se sientan provocados por ellos, sino que intenten ayudarlos a transitar por la senda correcta, y la bendición de Dios descansará sobre ustedes.2MI 281.5

    El Señor nos insta a cerrar filas. Él desea que ustedes se apoyen mutuamente los unos a los otros. Hay un cielo que ganar, y no podemos permitirnos actuar irreflexivamente en estos momentos. Deseamos aprovechar cada oportunidad que se presente, con el fin de ser habilitados como educadores y misioneros para llevar el mensaje de salvación al mundo.— Manuscrito 5, 1910, 16 («Words of Counsel to Advanced Students» [Palabras de consejo a los alumnos más adelantados], 5 de febrero de 1910).2MI 281.6

    La escuela de Lodi. Tenemos todavía una dura labor que realizar en la escuela de Lodi. Si los que están relacionados con ella trataran de entender la misión que les compete, y si a diario se consagraran al Señor de cuerpo, alma y espíritu; se les concedería sabiduría. Como pueblo hemos recibido una preciosa luz respecto a la verdad de la Biblia, aunque no todos los que han recibido esa luz saben lo que significa ser obreros juntamente con Dios.2MI 282.1

    La escuela de Lodi debería haber seleccionado como obreros a personas de experiencia. El que acepte un puesto en esta escuela necesitará vivir en una cercana conexión con Dios. A los maestros de esta escuela les diría: «Lean y expliquen la Palabra de Dios a sus alumnos. No los censuren jamás. Enmarquen su actuación de acuerdo con un “Así dice Jehová”».2MI 282.2

    Al contar con maestros prudentes, la escuela de Lodi puede convertirse en una importante escuela misionera, una bendición diaria y una bendición para los que asistan a ella. La educación ofrecida aquí debe ser complementada y reforzada por la labor de los padres. De este modo, padres y maestros, unidos pueden llevar adelante una buena obra.2MI 282.3

    Nuestras escuelas han sido establecidas de acuerdo con las instrucciones de Dios, y los padres deben cooperar con los maestros, di ciéndoles: «Haremos nuestra parte, ocupándonos que nuestros hijos practiquen lo que se les enseña en la escuela». Los esfuerzos realizados en el hogar para educar a los niños deben armonizar con los que se realizan en la escuela. Cada talento que Dios ha concedido a los padres debe ser utilizado en conjunto con los planes que la escuela está aplicando con el fin de ayudar a que los niños perfeccionen un carácter cristiano.2MI 282.4

    Padres, maestros y niños; ustedes únicamente estarán seguros si aceptan realmente las palabras: «Ustedes son colaboradores de Dios» [ver 1 Cor. 3: 9, RVC]. Los padres deben recordar que aunque los niños estén separados de ellos mientras permanecen en la escuela, esto no los libera de sus responsabilidades. Ellos deben unir sus oraciones con las de los maestros para el éxito de la labor realizada en la escuela. Todos deben cumplir con su parte en el temor de Dios.2MI 282.5

    La labor realizada en nuestras escuelas es de gran trascendencia, y los padres y las madres deberían evitar el pronunciar palabras que desanimen a sus hijos respecto a su experiencia escolar. Los niños deben considerar que sus padres están más que dispuestos a pagar por el costo de su educación cuando ven en ellos el deseo de prepararse mejor para servir a Dios, y la determinación para vencer aquellos rasgos de carácter que impiden su crecimiento en la vida cristiana.2MI 283.1

    Padres, dirijan a sus hijos las palabras de ánimo que necesitan. No usen expresiones ásperas, rudas, airadas. Muéstrenles que ustedes se están esforzando en ofrecerles las máximas facilidades para que obtengan el conocimiento que los lleve a entender lo que Dios requiere. Pídanles que aprovechen al máximo todas las oportunidades que se les brinden en su vida escolar.2MI 283.2

    Los padres han de actuar con tacto y prudencia. Han traído a sus hijos al mundo, y si reconocieran la responsabilidad que descansa sobre ellos se preocuparían sin cesar ni por un instante por esos niños.2MI 283.3

    «Porque esta es la voluntad de Dios, la santificación de ustedes” [1 Tes. 4: 3, RV 15]. Es necesario que haya una evidente mejora en lo que respecta a la disciplina en algunas de nuestras recién inauguradas escuelas. El Señor llama a los maestros a que sean obreros en unión con él, para que el fruto de justicia se ponga de manifiesto en las vidas de los alumnos. Él llama a los padres para que recuerden que la mente, la palabra, la influencia — todas las facultades — son dones de parte suya, para ser utilizados en ganar almas para Cristo. De esa forma cada familia puede convertirse en una familia misionera. Del hogar, de la escuela y de la iglesia, puede brotar una santa influencia. La gracia de Cristo debe ser recibida en la vida y revelada en el carácter.— Manuscrito 26, 1910, 13 («The Lodi School» [La escuela de Lodi], 24 de agosto de 1910).2MI 283.4

    Patrimonio White,

    mayo de 1963

    El número 152 se usó en A fin de conocerle

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