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Sermones Escogidos Tomo 1

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    Cristo, nuestro ayudador

    El mundo no pudo soportar a Cristo. Después de tan solo tres años y medio de ministerio público, se deshicieron de él. La vid celestial fue quitada y trasplantada al otro lado de la cerca. Desde allí las ramas divinas colgaban sobre este lado de la cerca, en unión con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo le fue dado al ser humano para mantener la comunicación entre el cielo y la tierra, entre Dios y el hombre. La comunicación debe preservarse para que el ser humano no sea vencido por el mundo. Cristo afirma: «Yo he vencido al mundo”. ¿Para qué? Para nuestro beneficio. Para que podamos vencer como él venció. Por tanto, nuestra obra consiste en buscar a Dios con todo nuestro corazón a fin de que podamos encontrarlo.SE1 215.1

    No teman ser vistos de rodillas, reconociendo a Dios como Padre. Reconozcamos nuestra dependencia de Dios. Reconozcamos que estamos familiarizados con su poder, que deseamos tener una conexión vital con el Dios del cielo. Ustedes dicen: «Bien, me malinterpretan, pensando que si estoy en el mundo tengo que ser del mundo”. No, no necesariamente. Cristo dice: «Vosotros sois la luz del mundo” (Mat. 5: 14). «Así alumbre vuestra luz, para que vean vuestras buenas obras” (Mat. 5: 16), que puedan todos ver que ustedes miran hacia el cielo. Pero no lo hacen, y lamento mucho que no sea así.SE1 215.2

    Moisés alzó sus manos hacia el cielo cuando Israel estaba enfrascado en la batalla contra el poder enemigo. Estaba en pie con sus manos levantadas hacia el cielo delante de todo Israel. Cuando empezaba a bajar las manos, el enemigo prevalecía; y cuando eran alzadas hacia el cielo, las ejércitos de Israel se imponían. Por tanto, Aarón y Hur se colocaron uno a cada lado de Moisés y sostuvieron sus manos elevadas hacia el cielo como un símbolo. De esa manera mostraban que él se estaba aferrando al Dios del cielo como ellos lo tenían que hacer. Tenían que extender sus brazos hacia el cielo. Cristo es su ayudador.SE1 215.3

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