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Sermones Escogidos Tomo 1

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    Santidad falsa

    Había un hombre, a quien ustedes quizá conozcan, que afirmaba ser santo. «El arrepentimiento —decía él— no es bíblico”. Y añadía: «Si un hombre viene a mí y me dice que cree en Jesús, lo llevo directamente a la iglesia, no importa que esté bautizado o no; esto lo he hecho con muchos. Y no he cometido un pecado en seis años». «Hay algunos que están en este barco —agregó— que creen que somos santificados por guardar la ley. Hay una mujer en este barco, de apellido White, que enseña esto».SE1 28.3

    Cuando supe esto, fui a verlo y le dije: «Hermano Brown, espere un momento. No puedo permitirle que haga ese tipo de declaración. Yo nunca he publicado eso en ninguno de mis escritos, ni jamás he dicho semejante cosa, porque nosotros no creemos que la ley santifique a nadie. Nosotros creemos que debemos guardar esa ley o no llegaremos al reino de Dios. El transgresor no puede ser llevado al reino de gloria. No es la ley la que santifica, ni es la ley la que nos salva; pero esa ley está en pie y proclama: “Arrepentios para que vuestros pecados sean borrados”. Entonces el pecador acude a Jesús, y cuando promete que obedecerá los requerimientos de la ley, el Señor borra las manchas de su culpa, lo libera y lo fortalece con el poder de Dios».SE1 28.4

    Juan vio a una multitud alrededor del trono de Dios, y el ángel le preguntó: «¿Quiénes son estos vestidos de blanco? Él contestó, tú lo sabes. Y el ángel me dijo: “Estos son los que han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero”» (Apoc. 7: 13, 14). Hay una fuente en la que podemos lavarnos de toda mancha de impureza. El ángel le dijo: «Los guiará a fuentes de aguas vivas, y enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (vers. 17). Este será el gozoso privilegio de aquellos que han guardado los mandamientos de Dios en esta tierra.SE1 29.1

    Aparecerán hombres que dirán: «Aquí está el Cristo, aquí, aquí, aquí»; pero, ¿acaso está él allí? Mientras ellos pisotean los mandamientos, Cristo dice: «De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos. Antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará» (Mat. 5: 18, 19). Alguien me dijo: «¿Por qué usted habla tanto acerca de la ley? ¿Por qué no hablar más de Jesús?». Honramos tanto al Padre como al Hijo cuando hablamos de la ley. El Padre nos dio la ley y el Hijo murió para magnificarla y engrandecerla.SE1 29.2

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