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Sermones Escogidos Tomo 1

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    Tiempo perdido

    Se ha desperdiciado un tiempo valioso. Se han dejado pasar grandes oportunidades que no han sido aprovechadas debido a la falta de una clara visión espiritual y de una sabia dirección para planificar e idear métodos y medios que frustren al enemigo e inquieten al pueblo. Esos hombres creen que han estado haciendo un trabajo muy competente, pero el juicio final demostrará cuál ha sido el carácter de su lucha y lo que se ha perdido para Cristo a través de sus maniobras. Despertémonos ahora. Hay una obra urgente que ha de ser hecha. Si nos allegamos a Dios, él se allegará a nosotros.SE1 256.4

    Centinelas adormecidos, ¿qué de la noche? ¿No conocen la hora de la noche? ¿No les preocupa levantar la señal de peligro y dar la alarma para este tiempo? Si no sienten tal responsabilidad, desciendan de las murallas de Sion, porque Dios no les confiará a ustedes la luz que él tiene para impartir. La luz se concede únicamente a los que la reflejarán sobre otros. «Nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor” (2 Cor. 3: 18).SE1 257.1

    Levanten el estandarte. El ministro del evangelio no debe dedicar toda su atención a la predicación de sermones. La iglesia de Dios debe mantenerse en orden. Hay un ministerio que hacer. Los enfermos han de ser visitados. Los hombres y las mujeres deben ser educados según el modelo divino. «Es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada y se acerca el día. Dese-chemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz” (Rom. 13: 11-12).SE1 257.2

    La gracia de Cristo recibida en el alma obrará como agente educador. La confianza recibida en el corazón purificará el alma. La religión de Jesucristo jamás hace al que la recibe tosco, grosero o descortés. La verdad es delicada y ennoblecedora. Actúa como un agente refinador. Santifica el alma. La influencia constante de la verdad educa al alma de acuerdo con los métodos de Cristo, moldea y modela el carácter para los atrios celestiales. Es un gran principio que debe introducirse en la vida práctica diaria.SE1 257.3

    No hay peligro de opacar la mente cuando se presta atención a las pequeñas cosas de la vida que debemos hacer. Cualquier negligencia en los actos de cortesía y tierna consideración de parte de un hermano hacia otro; cualquier olvido en cuanto a pronunciar palabras bondadosas y alentadoras en el círculo de la familia, tanto entre padres e hijos, como entre hijos y padres, confirma los hábitos que hacen que el carácter difiera del de Cristo. Sin embargo, si se cumplen esos deberes pequeños, estos se engrandecerán e impartirán a la vida un suave perfume que asciende hacia Dios como santo incienso. Una presencia angelical se manifestará en el hogar. El amor se manifiesta en la bondad, la gentileza, la tolerancia y la longanimidad.SE1 257.4

    El hombre que acepta ser portavoz de Dios debería considerar que es esencial que presente la verdad con toda la gracia y la inteligencia que pueda, para que la verdad no pierda nada al ser presentada ante la gente. Quienes consideran que no tiene importancia hablar en forma descuidada, deshonran a Dios. El Señor no es glorificado cuando sus siervos, al presentar la palabra de vida, elevan sus voces a un tono alto, y hablan en tonos agudos y antinaturales. Haciendo eso abusan de los órganos del habla. Dios nos ordena: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto» (Mat. 5: 48). «Nosotros anunciamos a Cristo, amonestando a todo hombre y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre» (Col. 1: 28).SE1 258.1

    El apóstol Pablo pudo decir: «Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que llegué a Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, con muchas lágrimas y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; y cómo nada que fuera útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas” (Hech. 20: 18-20).SE1 258.2

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