El significado del bautismo
Cuando ustedes salieron de la tumba líquida después de su bautismo, profesaron estar muertos y declararon que su vida había cambiado, que estaba oculta con Cristo en Dios. Afirmaron que estaban muertos al pecado y limpios de sus malos rasgos hereditarios y cultivados. Al participar de la ceremonia bautismal prometieron delante de Dios permanecer muertos al pecado. Sus labios debían estar santificados y su lengua, convertida. Hablarían de la bondad de Dios y alabarían su santo nombre. Por lo tanto, deberían ser una gran ayuda y bendición para la iglesia.SE1 320.2
El apóstol continúa: «Estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad y rebosantes de todo conocimiento, de tal manera que podéis aconsejaros unos a otros” (vers. 14).SE1 320.3
Podemos cometer errores y quizá tengamos que «aconsejamos unos a otros»; sin embargo, se ha introducido en las iglesias de Oakland y en la comunidad que la rodea un espíritu de murmuración, de crítica y maledicencia, lo cual demuestra que no están convertidos. Se pronuncian palabras que nunca deberían salir de los labios de un cristiano. Mis hermanos y hermanas, cuando no tengan nada mejor que criticar a los demás, recuerden que «el silencio es elocuencia». Dejen de fijarse en los defectos ajenos. Mantengan la lengua santificada para Dios. No pronuncien una sola palabra que pudiera menoscabar la influencia de otro. Al complacerse en criticar a los demás, ustedes blasfeman el santo nombre de Dios tan ciertamente como si pronunciaran maldiciones. Se me ha instruido para que presente estas cosas ante ustedes, para que puedan ver cómo deshonran el nombre de Cristo Jesús. (Se citan los versículos 15 y 16).SE1 320.4
Aquí es donde entra la función del Espíritu Santo después del bautismo de ustedes. Han sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se han levantado del agua para vivir en novedad de vida, para vivir una nueva vida. Han nacido para Dios y están bajo la sanción y el poder de los tres Seres más santos del cielo, ellos son capaces de evitar que ustedes caigan. Deben revelar que han muerto al pecado, su vida está escondida «con Cristo en Dios”. Escondidos «con Cristo en Dios», maravillosa transformación. Esta es una hermosa promesa. Cuando me siento agobiada y a duras penas sé cómo relacionarme con la obra que Dios me ha encomendado, clamo a los tres grandes Dignatarios y les digo: «Ustedes saben que no puedo hacer este trabajo por mi propia fuerza. Tienen que obrar en, por, y a través de mí, santificando mi lengua, mi espíritu y mis palabras, colocándome en la posición donde mi espíritu será susceptible a los impulsos del Espíritu Santo de Dios ejercidos en mi mente y carácter”. Esta es la oración que todos nosotros deberíamos ofrecer.SE1 321.1
¡Oh, me da tanto temor que el próximo juicio de Dios venga una vez más sobre Oakland y San Francisco antes de que ustedes estén preparados! Pero si ustedes acuden al Señor, si los que profesan ser el pueblo que guarda sus mandamientos, lo buscan y humillan sus corazones delante de él, dejaran de ser ignorantes.SE1 321.2
Los miembros de la iglesia de esta comunidad que no se encuentran en armonía ni con Dios ni con sus hermanos, están permitiendo que su ignorancia se convierta en un gran lastre; esta constituye un obstáculo para sus esfuerzos de perfeccionar el carácter mediante el compasivo poder de la verdad sobre el alma humana. Ellos no saben que son ignorantes, pero lo son. Dios desea que seamos susceptibles a la influencia del Espíritu Santo, por la cual seremos formados a la semejanza divina.SE1 321.3
Es corto el tiempo que nos queda para que podamos trabajar en pro de nuestra salvación y la de los demás, y necesitamos que todas las facultades que Dios nos ha dado sean purificadas y santificadas. Necesitamos despejar el camino para que no seamos estorbados mientras tratamos de avanzar. Hemos de estar dispuestos a trabajar y a tener perfecta unidad con nuestros semejantes.SE1 321.4
«Aconsejémonos unos a otros” con ternura y tratemos de ayudarnos unos a otros. Oremos unos con otros, quitemos todo lo que nos impide entrar y seguir ese camino angosto que nos llevará al cielo. Esta senda es estrecha, es cierto, y debido a su estrechez «pocos son los que la hallan». No podemos darnos el lujo de abandonar el camino que conduce a la vida eterna. No podemos equivocarnos al respecto. Si cometen un error y la enfermedad les sorprende, y mueren sin arrepentirse sinceramente de su crueldad, que ha sido un estorbo para muchas almas, no hay esperanza para su caso.SE1 322.1