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Sermones Escogidos Tomo 1

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    Entre el cielo y el infierno

    Estamos acercándonos a la conclusión de la historia de este mundo. Recordemos que hay un cielo que ganar y un infierno que rehuir. Hay algunos entre nosotros que rehúsan purificar sus almas por la obediencia a la verdad, e introducen sus sofismas para mostrar que quienes se adhieren estrictamente a un «así dijo el Señor” son demasiado raros. Desean desviar la mente de la pureza, la verdad, la santidad y el desarrollo cristiano del carácter. Sin embargo, dichas almas están del lado de SatanásSE1 349.4

    ¿Acaso acusarán a Dios de severidad y dureza aquellos que rehúsan convertirse, que rechazan el privilegio de entrar por las puertas de la ciudad? El resultado de permitir que un solo pecador entre al cielo provocaría una segunda rebelión, y Dios no puede permitir otra. Todos los que entren en la ciudad celestial tienen que ser santificados mediante la gracia de Dios. Sus debilidades deben ser colocadas en relación con la verdad, para que la verdad se convierta en su más firme rasgo de carácter. Únicamente aquellos que han guardado la verdad, que la han observado en la práctica, podrán entrar por las puertas de la ciudad de Dios.SE1 349.5

    Las palabras de Cristo son para su pueblo de todas las edades, para nosotros que vivimos en los momentos finales. La prueba que vendrá sobre nosotros gira alrededor de los mandamientos de Dios. Únicamente al participar de la naturaleza divina aprenderemos a vencer. Oro para que nadie de esta congregación pueda tomar con liviandad ese gran privilegio, sino que cada uno pueda ser un pámpano viviente de la vid verdadera, dando frutos para la gloria de Dios.SE1 350.1

    En la vida de Cristo se ha manifestado la norma perfecta para cada hijo de la raza humana. Desde la niñez hasta la edad adulta, la vida de Cristo fue perfecta, enseñándonos que deberíamos buscar la perfección en todo. Él aplicó este principio al trabajo que realizaba en el taller de su padre. Algunos se reían de él debido a lo cuidadoso que era. Sin embargo, él no se apartaba de su objetivo de lograr de aquello que era imperfecto algo que soportara cualquier prueba o análisis.SE1 350.2

    Tanto en su vida espiritual, como en la temporal, Cristo fue perfecto. ¿No tuvo él tentaciones? Sabemos que las tuvo. Asimismo, que le asaltó toda clase de tentación. Él sabía qué era una prueba. Pasó noches enteras orando a su Padre. Luchó con los poderes de las tinieblas hasta que venció. ¡Y cuán plenamente fue revelada la gloria del Padre a través de él!SE1 350.3

    ¿Acaso no deberíamos honrar a Aquel que entregó a su Hijo a una vida de vicisitudes y oprobio por nosotros? Al entregar a su Hijo a esa vida de sufrimientos, Dios quiso enseñarnos que el sufrimiento no es razón para que creamos que ya no somos sus hijos, y así perder la fe en él. Cuando estemos en problemas, pensemos en esto. Si tuviéramos más fe, veríamos más la gloria de Dios de lo que la vemos ahora.SE1 350.4

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