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Sermones Escogidos Tomo 1

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    ¿Con qué espíritu investigamos las Escrituras?

    El espíritu que nos domine a la hora de investigar las Escrituras establecerá una gran diferencia. Si tenemos un espíritu dócil, dispuestos a aprender, con nuestros corazones libres de prejuicios, no tratando de acomodar las Escrituras a nuestras ideas, sino acomodando nuestras ideas a las Escrituras, entonces conoceremos la doctrina y la entenderemos. Pero les digo, hermanos, si tienen discernimiento pueden entender dónde está Dios obrando. No necesitan milagros maravillosos que testifiquen de ello, ya ven que los milagros no ayudaron a los judíos. Lo tuvieron delante de sus ojos, pero no les sirvió de nada.SE1 130.3

    La mujer samaritana que vino y escuchó a Cristo, lo aceptó sin ver ningún milagro, porque creyó en la palabra de él. Se alegró por la luz que recibió, y fue y la proclamó a sus vecinos. Los samaritanos eran un grupo odiado por los judíos. Los samaritanos recibieron la luz. Cuando Cristo vino a los judíos con todo el poder de su majestad, toda su gracia manifestada en imponentes curaciones y en el derramamiento poderoso de su Espíritu, no lo reconocieron. ¿Y por qué? Porque los mismos prejuicios que habían estado en su corazón reinaban allí, y los milagros más poderosos que él pudo haber hecho no tendrían ningún impacto en sus corazones.SE1 130.4

    Si asumimos una actitud en la que no reconocemos la luz ni los mensajes que Dios nos ha enviado, corremos el peligro de pecar contra el Espíritu Santo. Luego, nos ponemos a ver si acaso podemos encontrar alguna pequeñez en la que podamos colgar nuestras dudas y comenzar a cuestionarlo todo. La pregunta es: ¿Ha enviado Dios la verdad? ¿Ha levantado Dios a estos hombres para proclamar la verdad? Mi respuesta es, sí. Dios ha enviado hombres a traernos la verdad que no habríamos tenido salvo que Dios nos hubiera enviado a alguien para que nos la trajera. Dios me ha permitido ser iluminada por su Espíritu y, por lo tanto, lo acepto; y no me atrevo a levantar la mano contra estas personas porque sería levantarla en contra de Jesucristo, pues el Señor ha de ser reconocido en sus mensajeros.SE1 131.1

    Ahora bien, deseo que todos ustedes tengan cuidado respecto a qué actitud tomarán, ya sea que se encierren en nubes de incredulidad porque han visto imperfecciones, o se fijen en una palabra o un pequeño detalle, que tal vez puede ocurrir, y los juzguen por eso. Necesitan ver lo que Dios está haciendo con ellos. Han de ver si Dios está obrando en sus vidas, y luego han de reconocer al Espíritu de Dios que se revela en ellos. Y si ustedes deciden resistirlo, se comportarán como lo hicieron los judíos. Ustedes tienen toda la luz y todas las evidencias que ellos tuvieron. Ellos rechazaron la luz a pesar de ver los grandes milagros que hizo el Señor. Sus corazones estaban tan prejuiciados que finalmente dijeron: «¡Oh, él hace milagros por el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios, así es como hace sus milagros!».SE1 131.2

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