41—«Como niños pequeños”
«EN AQUEL TIEMPO los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” Llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pe-queños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgara al cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiera en lo profundo del mar”» [Mat. 18: 1-6].SE2 379.1
El niño manifiesta en su sencillez una humildad que debería mostrarse entre los hijos de Dios. ¿No deberíamos sentirnos llenos de humildad al pensar que Jesucristo, la majestad del cielo, se empeñó en rescatar a la raza caídaSE2 379.2
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Sermón presentado en Lodi, California, el 7 de mayo de 1908. Manuscrito 47, 1908. al costo de su propia vida? Al hacer eso asumió la naturaleza débil y pecaminosa de los seres humanos, descendiendo a este mundo para luchar con los poderes de las tinieblas. En su lucha contra el pecado abrió una vía para que todo el que lo reciba como su Salvador pueda asimismo vencer.
Seamos cuidadosos para no ofender a los pequeñitos que creen en Jesús. A nuestro alrededor hay almas que son tentadas, que no saben cómo recibir de Cristo la gracia y la ayuda que él puede brindarles. Como cristianos debemos estar preparados en todo momento para ayudar a esas personas. Utilizando nuestra influencia debemos esforzarnos por llevar a Cristo a aquellos que necesitan de su gracia. No debemos permanecer indiferentes y fríos, sin identificarnos con aquellos que son tentados. Debemos trabajar el uno por el otro.SE2 380.1
Somos colaboradores de Dios. Jesús dice de sus discípulos: «Vosotros sois la luz del mundo. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Los que conocen las Escrituras no deben esconder su luz debajo de una vasija.SE2 380.2
Hay almas que deben ser salvadas. Mediante un gran sacrificio el Padre entregó a su Hijo unigénito para que sufriera una muerte ignomisiosa. La experiencia de Jesús en la tierra fue necesaria con el fin de que nadie pudiera afirmar que Cristo no estaba en capacidad de identificarse con ella en sus tentaciones.SE2 380.3
Mientras que Cristo colgaba de la cruz en agonía, uno de los ladrones que primeramente lo había menospreciado se arrepintió: «Y dijo a Jesús: “Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino”. Entonces Jesús le contestó: “Te aseguro hoy, estarás conmigo en el paraíso”» [Luc. 23: 42, 43; NRV]. Satanás tembló pensando en su reino. Él supo que sería destruido. Jesús había soportado todas sus tentaciones. Él había sufrido una cruel persecución en forma paciente, y ahora con voz triunfante le prometía la salvación a un pobre pecador arrepentido.SE2 380.4
Cristo pagó la deuda del pecado de todo el mundo. En su gran sacrificio él incluye al anciano y al joven. Sufrió los inconvenientes de la pobreza con el fin de otorgar a la raza humana la inmensurable riqueza del hogar celestial. El Hijo de Dios, alguien igual al Padre; el que había creado los mundos, murió para salvar a toda alma que acuda a él. Qué terrible será que alguien rechace cooperar con él ¡y que actúe en contra de él!SE2 380.5
Todo el que ayude a esos pequeños estará haciendo la voluntad de Dios. «A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgara al cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiera en lo profundo del mar». Colocar piedras de tropiezo en el camino de los demás es un asunto muy serio. En forma especial deberíamos tratar de que los niños de nuestras familias se mantengan lo más alejados posible de las tentaciones de Satanás.SE2 380.6
Padres y madres, ustedes son responsables por sus hijos. Sean cuidadosos respecto a colocarlos bajo determinada autoridad. No desperdicien la oportunidad de influir para bien sobre ellos, al regañar y murmurar. Ustedes deben más bien guiarlos en vez de azuzar sentimientos negativos en sus mentes. Sin importar las provocaciones recibidas, asegúrense de que el tono de sus voces no refleja impaciencia. No permitan que ellos vean en ustedes una manifestación del espíritu de Satanás. Eso no los ayudará a ustedes a preparar y capacitar a sus hijos para el futuro, para la vida inmortal.SE2 381.1
«¡Ay del mundo por los tropiezos! Es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti: mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti: mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego” [Mat. 18: 7-9].SE2 381.2
Si algo se interpone en la senda de nuestra entrega a Cristo, aunque sea algo tan preciado para nosotros como una mano, un pie o un ojo; nos conviene desecharlo, antes que perder la vida eterna.SE2 381.3
«Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos, porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” [Mat. 18: 10, 11].SE2 381.4
Los hijos pertenecen a Dios, y es el deber de todo miembro de iglesia interesarse en la salvación de ellos. Aunque algunos niños no sean miembros de nuestra propia familia, eso no será una excusa para descuidarlos o maltratarlos. Ustedes deben cooperar con Cristo al buscar y salvar lo que se había perdido. No eludamos responsabilidades. Agradezco al Señor porque en el pasado tomé la responsabilidad de cuidar de algunos niños. He llevado a varios a mi hogar y me he esforzado por educarlos y enseñarlos para Dios.SE2 381.5
La obra de salvar a los niños debe comenzar en el hogar. Si la madre tiene un temperamento voluble, debería esforzarse por vencerlo. Es bueno que recuerde que no debe provocar la ira de sus hijos. Mientras ejerce paciencia en cualquier prueba, ella puede convertirse en el medio para colocar a sus hijos bajo la influencia del Espíritu de Dios, de modo que ellos responda a esa influencia. El padre y la madre son responsables por llevar la religión a su hogar.SE2 381.6
Deberíamos orar a Dios mucho más de lo que lo hacemos. Hay una gran fortaleza y bendición que juntos debemos lograr en nuestras familias, con nuestros hijos y por ellos. Jamás me he visto en la necesidad de castigar a mis hijos. Cuando han hecho algo malo les he hablado en forma bondadosa y luego he orado con ellos. Sus corazones se derretían tiernamente ante el Espíritu Santo que acudía como respuesta a la oración.SE2 382.1
Veo muchas posibilidades para enseñar adecuadamente a los niños en un lugar como este, situado lejos de las influencias contaminadoras que se encuentran en las grandes ciudades. Aquí no están demasiado aglomerados, por lo que pueden mantener a sus hijos bajo la influencia de ustedes. ¡Qué gran logro sería si pudieran educar y adiestrar a sus hijos de forma que cuando se acerquen a las puertas de la ciudad de Dios, se pronuncie una bendición sobre ustedes y sobre ellos!SE2 382.2
Dios tiene un especial interés en los niños. Él desea que ellos obtengan victorias a diario. Esforcémonos por ayudar a los niños para que sean vencedores. No permitan que los miembros de sus propias familias los ofendan. No permitan que las acciones y las palabras de ustedes provoquen la ira de sus hijos. Sin embargo, sin falta ellos deben ser disciplinados y corregidos cuando hacen algo malo.SE2 382.3
«¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se ha descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella que por las noventa y nueve que no se descarriaron» [Mat. 18: 12, 13].SE2 382.4
Nuestros pastores deben recordar que los ministros del evangelio no tienen precisamente la obligación de andar revoloteando por las iglesias. Los que no trabajan por la salvación de los demás, pronto perderán su confianza en Dios. Todos los que afirman entender el plan de salvación tienen una tarea especial que realizar en favor de quienes los rodean, siempre estarán listos para hablar palabras en sazón a quienes están por perecer. Si desean honrar y glorificar a Dios, y no a ustedes mismos; él les asignará una tarea que redundará en la salvación de almas. Pero ustedes deben entrar en una relación correcta con Dios antes de que puedan llevar a otras personas a él. Deben asimismo manifestar una humildad que sea aceptada por Dios. Entonces él podrá impresionar las mentes de ustedes y capacitarlos para su servicio.SE2 382.5
«Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oye, has ganado a tu hermano. Pero si no te oye, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oye a ellos, dilo a la iglesia; y si no oye a la iglesia, tenlo por gentil y publicano. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo” [Mat. 18: 15-18].SE2 383.1
Si esas instrucciones fueran fielmente observadas cada vez que se considera que un hermano o una hermana está en el error, habría muchos menos juicios eclesiásticos. Dios se agrada cuando su pueblo deja de criticar a sus hermanos. Debemos llegar a la unidad con Dios y entre nosotros. «Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos, porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” [Mat. 18: 19, 20].SE2 383.2
Si al encontrar que la lucha es fuerte, acudieran a uno o dos de sus hermanos y hermanas, uniéndose con ellos para buscar al Señor; entonces hallarían a menudo paz y consuelo. Los santos ángeles los acompañarían y sus oraciones serían escuchadas por su Padre que está en los cielos. De esa forma estarían mejor capacitados para enfrentar sus responsabilidades en el hogar.SE2 383.3
No creemos en el Señor ni la mitad de lo que deberíamos. Supongan que intentamos entrar en una relación correcta con él, sabiendo que ciertamente nos enseñará, nos dirigirá, nos guiará y nos bendecirá. Echemos nuestras desvalidas almas sobre Jesucristo. Cuando sean provocados, recuerden que el silencio es elocuencia. No se enojen. En este mundo estamos en nuestra escuela preparatoria, alistándonos para entrar en la escuela de lo alto, en el cielo. Una de las enseñanzas que debemos aprender aquí es la del dominio propio.SE2 383.4
Tenemos el privilegio de mirar a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, en todos nuestros problemas y dificultades. Él desea que nos unamos con él para terminar su obra en la tierra. Si fielmente hacemos nuestra parte ahora, recibimos una corona de vida cuando él venga. Obtendremos la recompensa que se le concede a todo vencedor.SE2 383.5
No podemos soportar la idea de que el Rey de gloria, el todopoderoso Consejero haya venido a este mundo a morir en vano. Deseamos aceptar ese gran don y ser colaboradores de Dios al obedecer los principios de su Palabra. Vivamos en sencillez. No estamos viviendo para el mundo. No estamos procurando sus lisonjas o sus cumplidos. Hay todo un mundo para salvar. Cristo ha hecho todo lo posible a favor de nuestra salvación, y desea que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para levantar iglesias para él en nuevos lugares.SE2 383.6
«Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro» [1 Juan 3: 1-3].SE2 384.1
Esa es nuestra obra para el día de hoy. Debemos realizar una obra constante para purificar el alma. Debemos aferramos del Todopoderoso y andar en humildad. Dios desea que padres e hijos sean vencedores. Él desea que ellos conquisten su propia naturaleza y que obtengan la victoria sobre el gran enemigo de la justicia que apuesta por nuestras almas en el juego de la vida.SE2 384.2
Se nos dice que «el que ofrece alabanzas me honrará”. ¿Cuánto glorificamos a Dios mediante nuestras alabanzas? Con frecuencia escuchamos la expresión: «Lo siento mucho». ¿Acaso no hemos escuchado suficientes relatos de remordimientos? Debemos compartir experiencias que eleven, alegren y den ánimo. Hablemos de lo que significa ser un triunfador. Con los rayos de luz del cielo en nuestros corazones, alabemos y glorifiquemos a Dios. Que no haya discordias entre nosotros ni diferencias. Con labios y lenguas santificadas entonemos alabanzas a Dios aunque nos sintamos desanimados.SE2 384.3
En los momentos de desánimo habrá ángeles malos a nuestro alrededor. Pero los ángeles de cielo también están con nosotros, y tan pronto como entonemos una nota de alabanza a Dios sus ángeles harán brillar su luz alrededor nuestro, y los ángeles malos se retirarán. Luego veremos que nuestro desánimo será sustituido por un sentimiento de esperanza y ánimo en el Señor. ¿No utilizaremos nuestra voz para alabar a Dios, en lugar de hacerlo para murmurar y quejarnos? Al hacerlo veremos más de su salvación y él hará que sus ricas bendiciones descansen sobre nosotros.SE2 384.4