1. El Llamado Y La Misión
Consejos sobre La Obra Médico-Misionera
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El Obrero Médico-Misionero
1. El Llamado Y La Misión
1. Una necesidad del mundo. Los ministros del evangelio, estadis-tas, autores, hombres de riquezas y talento, hombres de gran habilidad comercial y capaces de ser útiles están en mortal peligro porque no ven la necesidad de la temperancia estricta en todas las cosas. Debemos atraer su atención a los principios de la temperancia, no de una manera estrecha o arbitraria, sino a la luz del gran propósito de Dios para la humanidad. Si pudiera presentárseles así los principios de la verdadera temperancia, muchos de las clases superiores reconocerían su valor y los aceptarían cordialmente.CMM 7.1
Hay otro peligro al cual están especialmente expuestas las clases ricas, que constituyen un campo de trabajo para el misionero médico. Son muchísimos los que prosperan en el mundo sin descender a las formas comunes del vicio y, sin embargo, son empujados a la destrucción por el amor a las riquezas. Absortos en sus tesoros mun-danales, son insensibles a los requerimientos de Dios y a las necesidades de sus semejantes. En vez de considerar su riqueza como un talento que ha de ser usado para glorificar a Dios y elevar a la humanidad, la consideran como un medio para complacerse y glorificarse a sí mismos. Añaden una casa a otra, un terreno a otro; llenan sus casas de lujo, mientras que la escasez recorre las calles, y en derredor de ellos hay seres humanos que se hunden en la miseria, el crimen, la enfermedad y la muerte. Los que así dedican su vida a servirse a sí mismos no están desarrollando los atributos de Dios sino los de Satanás.CMM 7.2
Estos hombres necesitan que el evangelio aparte sus ojos de la vani-dad de las cosas materiales para contemplar lo precioso de las riquezas duraderas. Necesitan aprender el gozo de dar, la bienaventuranza de convertirse en colaboradores de Dios (Joyas de los testimonios, t. 2, pp. 494, 495).CMM 8.1
2. Oportunidades para presentar un mensaje de salvación. En casi cada comunidad hay muchos que no desean escuchar la enseñanza de la Palabra de Dios ni asistir a un culto religioso. Si han de ser alcanzados por el evangelio, este deberá ser llevado a sus hogares. A menudo, el alivio de sus necesidades físicas es la única avenida por la que podemos acercarnos a ellos.CMM 8.2
Los enfermeros misioneros, que cuidan a los enfermos y alivian las aflicciones de los pobres, encontrarán muchas oportunidades de orar con ellos, de leerles la Palabra de Dios y de hablarles del Salvador. Pue-den orar con los desvalidos que no tienen fuerza de voluntad para con-trolar los apetitos que la pasión ha degradado. Pueden llevar un rayo de esperanza a las vidas de los derrotados y descorazonados. La revelación del amor abnegado, manifestado en actos desinteresados de bondad, hará que sea más fácil para los sufrientes el creer en el amor de Cristo (Reflejemos a Jesús, p. 246).CMM 8.3
3. Nuestro deber para con el mundo. Se me ha indicado que la obra misionera médica descubrirá en las mismas profundidades de la degradación a hombres que, aunque se han entregado a costumbres intemperantes y disolutas, responderán a la labor apropiada. Pero es necesario reconocerlos y estimularlos. Se necesita un esfuerzo firme, paciente y ferviente para elevarlos. No pueden restaurarse a sí mismos. Pueden oír el llamamiento de Cristo, pero sus oídos están demasiado embotados para discernir su significado; sus ojos están demasiado ciegos para ver lo bueno que está en reserva para ellos. Están muertos en delitos y pecados. Sin embargo, aun estos no están excluidos del banquete del evangelio [...].CMM 8.4
Esta obra, debidamente realizada, salvará a muchos pobres peca-dores que han sido descuidados por las iglesias. Muchos que no per-tenecen a nuestra fe están anhelando la ayuda que los cristianos tienen el deber de darles. Si el pueblo de Dios quisiera manifestar verdadero interés en sus vecinos, muchos serían alcanzados por las verdades especiales para este tiempo. Nada puede dar tanto carácter a la obra como el ayudar a la gente donde está. Miles podrían estar regocijándose hoy en el mensaje, si los que aseveran amar a Dios y guardar sus mandamientos hubiesen querido trabajar como Cristo trabajó.CMM 9.1
Cuando la obra misionera médica conduzca así a hombres y muje-res a un conocimiento salvador de Cristo y su verdad, se podrá invertir sin peligro dinero y fervientes labores en ella; porque será una obra per-durable (Joyas de los testimonios, t. 2, pp. 517, 518).CMM 9.2
4. Alcanzar a las clases más altas. Los evangelistas que realizan obra médica misionera podrán llevar a cabo un excelente trabajo de pioneros. La obra del ministro y la del médico misionero evangelista debieran integrarse completamente. El médico cristiano debería con-siderar que su trabajo es tan elevado como el del ministro. Se trata de una obra grande, sagrada y muy necesaria. El médico y el ministro de-berían comprender que se hallan empeñados en la misma tarea. Debe-rían trabajar en armonía perfecta. Deberían consultarse mutuamente. Su unidad dará testimonio de que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para salvar a todos los que creen en él como Salvador personal (Consejos sobre la salud, p. 551).CMM 9.3
Médicos de habilidades profesionales superiores a las del médico común deben dedicarse al servicio de Dios en las grandes ciudades. Deben tratar de alcanzar a las clases superiores (Obreros evangélicos, p. 374).CMM 9.4
5. La obra médico-misionera y el mensaje del tercer ángel. Vez tras vez se me ha instruido en el sentido de que la obra misionera médi-ca debe tener con la obra del tercer ángel la misma relación que tienen el brazo y la mano con el cuerpo. Bajo la dirección de la Cabeza divina, han de trabajar unánimemente en la preparación del camino para la venida de Cristo. El brazo derecho del cuerpo de la verdad debe estar constantemente activo, obrando de continuo, y Dios lo fortalecerá. Sin embargo, no debe transformarse en el cuerpo entero. El cuerpo no debe decir al brazo: “No te necesito”. El cuerpo necesita al brazo para hacer una obra activa y agresiva. Ambos tienen su obra señalada, y cada uno sufrirá gran pérdida si obra independientemente del otro.CMM 9.5
La obra de predicar el mensaje del tercer ángel no ha sido conside-rada por algunos como Dios quiere que lo sea. Ha sido tratada como una obra inferior, mientras que debiera ocupar un lugar importante entre los instrumentos humanos para la salvación del hombre. Es nece-sario llamar la atención de los hombres a las Escrituras como el agente más eficaz para la salvación de las almas, y el ministerio de la Palabra es la gran fuerza educativa que ha de producir este resultado. Los que desprecian el ministerio y procuran dirigir independientemente la obra misionera médica están procurando separar el brazo del cuerpo. ¿Cuál sería el resultado si tuviesen éxito? Veríamos manos y brazos volando de aquí para allá, distribuyendo recursos sin la dirección de la cabeza. La obra llegaría a ser desproporcionada y desequilibrada. Lo que Dios destinó a ser mano y brazo tomaría el lugar de todo el cuerpo, y el ministerio sería empequeñecido o totalmente pasado por alto. Esto desequilibraría las mentes y produciría confusión, y muchas porciones de la viña del Señor quedarían sin cultivo.CMM 10.1
La obra misionera médica debe ser parte de la obra de toda iglesia en nuestro país. Separada de la iglesia, no tardaría en ser una extraña mezcla de átomos desorganizados. Consumiría, pero no produciría. En vez de actuar como mano auxiliadora de Dios para hacer progresar su verdad, minaría la vida y la fuerza de la iglesia, y debilitaría el mensaje. Dirigida independientemente, no solo consumiría talentos y recursos que se necesitarían en otros ramos, sino también, en la misma obra de ayudar a los dolientes aisladamente del ministerio de la Palabra, colocaría a los hombres donde se burlarían de la verdad bíblica.CMM 10.2
Se necesita el ministerio evangélico para dar permanencia y es-tabilidad a la obra misionera médica; y el ministerio necesita la obra misionera médica para demostrar el resultado práctico del evangelio. Ninguna parte de la obra es completa sin la otra.CMM 10.3
El mensaje de la pronta venida del Salvador debe ser proclamado en todas partes del mundo, y una dignidad solemne debe caracterizarlo en todos sus ramos. Debe cultivarse una viña muy extensa, y el labrador sabio la trabajará de tal manera que cada parte produzca fruto. Si en la obra misionera médica se mantienen puros los principios de la verdad, sin que los contamine nada que podría empañar su lustre, el Señor presidirá la obra. Si los que llevan las cargas pesadas se mantienen firmes y leales a los principios de la verdad, el Señor los sostendrá.CMM 11.1
La unión que debe existir entre la obra misionera médica y el minis-terio se presenta claramente en el capítulo 58 de Isaías. Hay sabiduría y bendición para los que quieran dedicarse a la obra allí presentada. Este capítulo es explícito, y hay en él lo suficiente para iluminar a cualquiera que desee hacer la voluntad de Dios. Ofrece abundante oportunidad de ministrar a la humanidad doliente y de ser, al mismo tiempo, instrumento en la mano de Dios para comunicar la luz de la verdad a un mundo que perece. Si la obra del mensaje del tercer ángel se lleva a cabo debidamente, no se le asignará al ministerio un lugar inferior, ni se descuidará a los pobres y los enfermos. En su Palabra, Dios ha unido estos dos ramos de la obra, y nadie debe divorciarlos (Joyas de los testimonios, t. 2, pp. 526-528).CMM 11.2
6. En todo el mundo. Dios ha calificado a su pueblo para que ilumine el mundo. Le ha confiado las facultades mediante las cuales deberá extender su obra hasta que abarque el mundo entero. En todas partes de la tierra deberán establecer sanatorios, escuelas, casas editoras y las facilidades necesarias para el cumplimiento de su obra.CMM 11.3
El mensaje final del Evangelio debe llevarse a “toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6). En muchos países extranjeros todavía hay que establecer y llevar a cabo numerosas empresas para el progreso de este mensaje. La apertura de restaurantes higiénicos y de lugares de tratamiento, y el establecimiento de sanatorios para la atención de los enfermos y los dolientes, es tanto una necesidad en Europa como en América. En muchos países hay que establecer misiones médicas para que obren como manos ayudadoras de Dios en la ministración a los afligidos (Consejos sobre la salud, p. 212)CMM 11.4
Cristo coopera con los que se empeñan en la obra médico-misione-ra. Los hombres y las mujeres que hacen abnegadamente lo que pue-den para establecer sanatorios y salas de tratamiento en muchos países resultarán ricamente recompensados. Los que visitan estas instituciones se beneficiarán física, mental y espiritualmente; los cansados serán refrescados, el enfermo será restaurado a la salud y el hombre cargado de pecado será aliviado. En países lejanos se oirán acciones de gracias y voces de melodía de parte de aquellos cuyos corazones han sido con-ducidos del pecado a la justicia por medio de estas agencias. Por sus cantos de agradecida alabanza, se presentará un testimonio que ganará a otros a la lealtad a Cristo y al compañerismo con él (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 44l). CMM 12.1