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    Capítulo 27

    El clamor de medianoche – El mensaje del primer ángel – Las diez vírgenes – Segundo chasco – Los mensajes de los tres ángeles – El sábado - Progreso en la obra – Conclusión

    La primera tarea del cuerpo del advenimiento en su chasco, fue la de re-examinar los 2.300 días de la visión de Daniel. Pero fueron incapaces de descubrir algún error en sus cálculos. Era todavía evidente y claro que se requería cada día de los 457 años antes de Cristo, y también cada día de los 1843 años después de Cristo para completar los 2.300 años de la visión, sobre la cual el movimiento adventista comenzó en 1840. También era claro que el año debía corresponder y terminar con el año sagrado de los judíos.AJB 227.1

    En esta importante crisis, se publicó el “Advent Shield” [El escudo del advenimiento], repasando todo el movimiento transcurrido, especialmente los períodos proféticos, mostrando que los habíamos seguido correctamente. Citamos del tomo i, No. 1, p. 87.AJB 227.2

    “Miramos la proclamación que se ha hecho, como el clamor del ángel que proclamó: ‘La hora de su juicio ha llegado’ (Apocalipsis 14:6, 7). Es el sonido que ha de alcanzar a todas las naciones; es la proclamación del evangelio eterno. En una forma u otra ese clamor ha salido por la tierra, dondequiera se encuentran seres humanos, y tuvimos la oportunidad de escuchar del hecho.AJB 227.3

    “Joseph Wolfe, D. D., de acuerdo con sus diarios, entre los años 1821 y 1845, proclamó el pronto regreso del Señor en Palestina, Egipto, Mesopotamia, Persia, Georgia, por todo el imperio otomano, en Grecia, Arabia, Turkestán, Hindostán, Holanda, Escocia e Irlanda, en Constantinopla, en Jerusalén, St. Helena y en la ciudad de Nueva York a todas las denominaciones”, etc., etc. —Voice of the Church, pp. 343, 344.AJB 227.4

    Por los hechos históricos que anteceden, el lector imparcial no dejará de ver con qué velocidad maravillosa la gloriosa doctrina del segundo advenimiento de nuestro Señor y Salvador se esparció por todo el globo habitable, y luego cesó en forma igualmente repentina, con aquellos que lo estaban proclamando, como la luz del día con el sol poniente. Aquellos que estaban comprometidos en esta obra tan solemne se contaban entre las personas más honradas y fieles de todas las iglesias. Dijo el “Advent Shield”, p. 92:AJB 227.5

    “Ninguna causa de carácter moral o religioso, probablemente alguna vez hizo avances tan veloces como la causa del adventismo. Sus devotos han sido los miembros más humildes, piadosos, devotos de las diferentes iglesias… Nunca un grupo de hombres trabajó más fiel y celosamente en la causa de Dios, o con motivos más puros. Su registro está en lo alto”.AJB 228.1

    Mientras estaban en esta posición de demora, de espera, investigando y orando en busca de luz sobre el registro de la profecía, se vio además que nuestro Señor había dado la parábola de las diez vírgenes para ilustrar el movimiento del advenimiento. En respuesta a la pregunta: “¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3), nuestro Señor señaló algunos de los eventos más importantes con los cuales la iglesia cristiana debía estar conectada desde el tiempo de su primera venida hasta la segunda, tales como la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., después de lo cual hubo una gran tribulación de la iglesia cristiana por más de mil seiscientos años, bajo la Roma pagana y papal. Luego vinieron el oscurecimiento del sol en 1780, y la caída de las estrellas en 1833. Desde entonces, la proclamación de su segunda venida en su reino, cerrando con una descripción de las dos clases de adventistas. “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes” (Mateo 25:1-13), “que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo”, etc. Las palabras “el reino de los cielos” indudablemente se refiere a la misma porción de la iglesia viviente que él señalaba en el capítulo 24:45-51, que siguen en su historia con la misma proclamación de su segunda venida. Y en todo el pasaje hasta el versículo 13, en cada movimiento importante que ellos hacen, su historia se asemeja, o se compara con la historia de las diez vírgenes en la parábola, es decir, “la visión tardará”, “tardándose el esposo”, el clamor a la medianoche, “he aquí el esposo viene”, etc.AJB 228.2

    Poco después de la demora de la visión de los 2.300 días, comenzó a proclamarse el mensaje del segundo ángel. Ver Apocalipsis 14:8. Mientras avanzaron con este mensaje hasta el comienzo del verano de 1844, comenzó a enseñarse el tiempo definido para el fin de la visión. Pero los ministros dirigentes se oponían. Se convocó una reunión campestre en Exeter, New Hampshire, el 12 de agosto. Mientras me dirigía hacia allá en los vagones, algo como lo siguiente se presentó a mi mente varias veces con mucha fuerza: “¡Tendrán nueva luz aquí! Algo que dará un nuevo impulso a la obra”. A mi llegada allí, pasé entre las muchas tiendas para saber si había alguna luz nueva. Me preguntaron si iba a la tienda de Exeter, y se me dijo que allí tenían nueva luz. Pronto estuve sentado entre ellos, escuchando lo que ellos llamaban el “clamor de medianoche”. Esta era luz nueva, claro que sí. Era el siguiente paso en la historia adventista, (si es que dábamos algún paso), dentro del cual la historia del advenimiento podía compararse ajustadamente con la de las diez vírgenes de la parábola. Versículo 6. Actuó como levadura por todo el campamento. Y cuando esa reunión concluyó, las colinas de granito de New Hampshire resonaban con el poderoso clamor: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” ¡Cristo, nuestro bendito Señor, viene el décimo día del séptimo mes! ¡Prepárense! ¡Prepárense!”AJB 228.3

    Después de una ausencia de cinco días, volví a casa a Fairhaven a tiempo para una reunión vespertina. Mi hermano fue lento en creer nuestro informe con respecto a la nueva luz. Ellos creían que estaban en lo correcto hasta entonces, pero el clamor de medianoche era una doctrina extraña para conectarla con la historia adventista. El domingo de mañana asistí a la reunión adventista de New Bedford, a unos tres kilómetros [dos millas] de distancia. El Hno. Hutchinson, del Canadá, estaba predicando. Parecía muy confundido, y se sentó, diciendo: “No puedo predicar”. El Pr. E. Macomber, que había regresado conmigo de la reunión campestre, estaba en el púlpito junto a él. Se levantó, aparentemente muy excitado, diciendo: “¡Oh! Cómo me gustaría contarles lo que he visto y oído, pero no puedo”, y se sentó también. Entonces me levanté de mi asiento en la congregación, diciendo: “Yo puedo”, y no recuerdo haber tenido nunca tal libertad y fluidez de palabras, en toda mi experiencia religiosa. Las palabras me venían como agua corriente. Cuando me senté, una hermana vino hacia mí atravesando la sala diciendo: “Hno. Bates, quiero que usted nos predique el mismo discurso esta tarde”. El Hno. Hutchinson estaba ahora aliviado de su tartamudez, y dijo: “Si lo que dijo el Hno. Bates es verdad, no me sorprende que pensara que mi predicación era como la viruta de un carpintero”, etc. Cuando las reuniones terminaron a la noche siguiente, las lenguas tartamudas fueron soltadas y el grito resonaba: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” Se hicieron arreglos rápidamente para reuniones, para difundir las alegres noticias por todo alrededor.AJB 229.1

    El 22 de agosto, S. S. Snow publicó un periódico llamado el “Clamor de Medianoche”, presentando todos los puntos en los tipos, con los cálculos que mostraban que el tiempo definido para el fin de la visión de los 2.300 días sería el décimo día del mes séptimo, de 1844. Siguiendo a esto, en una reunión campestre in Pawtucket, R. I., el Pr. J. V. Himes, y varios de los principales ministros adventistas, insistieron en sus objeciones respecto de la legitimidad del clamor de medianoche. Pero antes de que terminaran las reuniones estaban volviendo a sus lugares, y unos pocos días después, el “Advent Herald” estaba proclamando sus confesiones, y cómo todas sus objeciones fueron eliminadas¸ y su fe en el clamor era firme e inamovible.AJB 229.2

    No tenemos espacio aquí para presentar los argumentos sobre los cuales se sustentaba el clamor de medianoche, pero eran tan convincentes y poderosos que toda oposición fue barrida ante ellos, y con sorprendente rapidez el sonido fue proclamado por todo el país, y las pobres y desanimadas almas que “cabecearon y se durmieron” mientras el esposo se tardaba”, se despertaron de su apatía y desánimo, y se “levantaron y arreglaron sus lámparas” para salir a “recibir al esposo”. Todos los corazones estaban unidos en la obra y todos parecían fervientes en hacer una preparación cabal para la venida de Cristo, que creían que estaba muy cerca. Miles corrían de aquí para allá, dando el grito, y esparciendo libros y publicaciones que contenían el mensaje.AJB 230.1

    Pero otro triste chasco esperaba a los que velaban. Poco antes del día definido, los hermanos que viajaban regresaron a casa, a sus hogares, los periódicos se suspendieron, y todos esperaban con ardiente expectativa la venida de su Señor y Salvador. El día pasó, y otras veinticuatro horas pasaron, pero la liberación no vino. La esperanza se hundió, y el valor murió dentro de ellos, porque habían estado tan confiados en lo correcto de sus cálculos que no podían encontrar ánimo en re-examinar el tiempo, pues nada podía suceder para extender los días más allá del décimo día del séptimo mes de 1844, ni ha sucedido hasta este día, a pesar de los muchos esfuerzos de aquellos que continuamente fijan algún momento definido para la venida de Cristo.AJB 230.2

    El efecto de este chasco puede ser percibido solo por aquellos que lo experimentaron. Los creyentes en el advenimiento fueron severamente probados, con diversos resultados. Algunos se apartaron y renunciaron a todo, mientras la gran mayoría continuó enseñando e instando que los días habían terminado, y que el deber pronto sería claro. Todos, excepto esta última clase, virtualmente rechazaron su anterior experiencia¸ y en consecuencia quedaron en la oscuridad con respecto a la verdadera obra a la que el pueblo del advenimiento debía comprometerse.AJB 230.3

    Aquellos que creyeron que el tiempo era correcto, y que realmente había pasado, ahora volvieron su atención al examen de su posición. Pronto llegó a ser evidente que el error no estuvo en el tiempo, sino en el evento que sucedería al final del período. La profecía declaraba: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”. Habíamos enseñado que el santuario era la tierra, y que su purificación sería por fuego en el segundo advenimiento de Cristo. En esto estaba nuestro error, porque al examinarlo con cuidado, fuimos incapaces de encontrar nada en la Biblia para sostener tal posición. La luz comenzó a brillar sobre la palabra de Dios como nunca antes, y con su ayuda se llegó a una posición clara y bien definida sobre el tema del santuario y su purificación, por medio de la cual pudimos explicar satisfactoriamente el paso del tiempo, y el chasco que le siguió, para el gran estímulo de aquellos que se aferraban a que el mensaje era de Dios. La naturaleza de este trabajo impide que examinemos esa posición en estas páginas, pero referimos al lector a una obra titulada: “El Santuario y los dos mil trescientos días”, publicado en la oficina de la Review, Battle Creek, Michigan.AJB 230.4

    También fuimos grandemente alegrados y fortalecidos por la luz que recibimos sobre el tema de los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12. Creemos plenamente que habíamos dado el primero de ellos —“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado”—, que la proclamación de un tiempo definido, ese poderoso movimiento que levantó el mundo, y creó un interés tan general y difundido en la doctrina del advenimiento, fue un cumplimiento completo y perfecto de ese mensaje. Después del paso del tiempo de su venida, nuestros ojos se abrieron al hecho de que seguían otros dos mensajes, antes de la venida de Cristo: el segundo ángel que anuncia la caída de Babilonia¸ y el tercero dando una advertencia muy solemne contra la falsa adoración, y presentando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.AJB 231.1

    En estrecha conexión con la proclamación del primer mensaje, quedamos convencidos de que la caída de Babilonia indicada por la caída moral y pérdida del favor de Dios de las iglesias nominales que rechazaron la luz del cielo, y cerraron sus lugares de adoración y sus corazones a la doctrina del advenimiento, porque no tenían amor por ella, y no deseaban que fuera verdad.AJB 231.2

    El primero y el segundo mensajes se habían dado, la atención entonces se volvió al tercero, y se instituyó un examen de su naturaleza y pretensiones. Como ya se notó, contiene una advertencia muy solemne contra la adoración de la bestia y de su imagen, y hace destacar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Por la expresión “mandamientos de Dios”, entendemos la ley moral de los Diez Mandamientos, que ha sido reconocida por la iglesia de todas las edades como obligatoria para la humanidad, y que contiene aquellos preceptos morales que regulan nuestro deber a Dios y a los demás seres humanos. Que este fuera el contenido de un mensaje especial justo antes de la venida de Cristo, unido a una advertencia tan solemne, hace que sea aparente que la iglesia es negligente en el asunto, y que debe albergar algún error mayúsculo respecto de los mandamientos de Dios.AJB 231.3

    Un examen cuidadoso de la práctica de la iglesia revela el hecho de que no se observa el cuarto mandamiento, que ordena guardar el séptimo día de la semana como el sábado, cuando casi todo el mundo ha estado guardando el primer día. Por ello, existe la necesidad de una reforma en este asunto. Antes de que Cristo venga, su pueblo debe observar todos los mandamientos de Dios, y así estar preparado para la traslación.AJB 232.1

    Una investigación de las demandas del sábado, trae a la vista los siguientes hechos:AJB 232.2

    1. Dios en el principio santificó el séptimo día, y ningún otro, como el santo día de reposo, porque en él descansó.AJB 232.3

    2. Habiéndolo santificado, ordenó al hombre que lo recordara y lo guardara santo.AJB 232.4

    3. No encontramos registro de que se haya quitado la santidad de ese día, o que alguna vez se haya transferido su bendición del séptimo al primer día de la semana.AJB 232.5

    4. No encontramos ninguna sugerencia en la Biblia de que el hombre fue alguna vez liberado de la obligación de observar sagradamente el día en el que Dios reposó.AJB 232.6

    5. Nuestro Salvador, en su ejemplo y enseñanzas, reconoció las demandas del sábado, y declaró que “fue hecho por causa del hombre”.AJB 232.7

    6. Los discípulos y apóstoles observaron ese día, al tener reuniones y predicaciones en él, llamándolo “el sábado [día de reposo]”, y reconociéndolo como el día para la adoración cristiana.AJB 232.8

    7. El Nuevo Testamento uniformemente habla del séptimo día como “el sábado”¸ mientras el primer día ni una vez es honrado con ese título.AJB 232.9

    8. La expresión “el primer día de la semana” aparece ocho veces en el Nuevo Testamento, y nunca en conexión con ninguna insinuación de que debe ser guardado santo, u observado como día de reposo.AJB 232.10

    9. Aparte de las Escrituras, encontramos en la historia confiable que la iglesia temprana observó el séptimo día como el día de reposo, hasta que, corrompida por la apostasía, comenzó a observarse el primer día de la semana, en acatamiento de las costumbres del mundo pagano, que observaba el domingo en honor de su dios principal, el sol.AJB 232.11

    10. El primer mandato definido alguna vez dado por un poder legislador para la observancia del domingo, fue el edicto de Constantino, un gobernante pagano, que profesó convertirse al cristianismo, y publicó su famosa ley dominical, en el año 321 d. C.AJB 233.1

    11. La Iglesia Católica Romana adoptó la institución del domingo, y la impuso a sus seguidores por medio de una pretendida autoridad del Cielo, hasta que su observancia llegó a ser casi universal; y los protestantes, al renunciar a los errores de la iglesia romana, no se han desvinculado enteramente de sus dogmas no bíblicos, como lo demuestra la observancia general del domingo.AJB 233.2

    A la luz de los hechos recién citados, el mensaje del tercer ángel asume una importancia que le da derecho a la atención seria e imparcial de todos los creyentes en la Biblia, y especialmente de los que profesan estar preparándose para encontrarse con el Señor en su venida. Y cuando se presenta a la atención de los que habían dado los dos primeros mensajes, los que avanzaban en el consejo de Dios¸ y reconocían su mano en la obra hasta entonces, y en el chasco que fue en sí mismo el cumplimiento de la profecía, alegremente abrazaron la verdad, y comenzaron a guardar el sábado del Señor. Aunque al principio la luz sobre este tema no fue ni la décima parte tan clara como lo es actualmente, los humildes hijos de Dios estaban listos para recibirla y andar en ella.AJB 233.3

    Desde ese tiempo, el progreso de la obra ha sido firmemente hacia adelante. Surgió en una oscuridad relativa, fue rechazada por muchos que alegremente abrazaron el primero y el segundo mensajes, fue presentada al principio por muy pocos predicadores, luchó con la necesidad y la pobreza, contendió con la oposición de muchos y los prejuicios de todos; gradual y firmemente se abrió camino hacia arriba, bajo la bendición de Dios, hasta que ahora se encuentra sobre un fundamento firme, presentando una cadena conectada de argumentos y un valiente frente de verdad, que se recomienda a la consideración de los sinceros y reflexivos dondequiera se predica el mensaje.AJB 233.4

    Ya hace 23 años desde que comenzamos a guardar el sábado del Señor, y desde ese tiempo procuramos enseñarlo a otros, tanto en privado como en las labores públicas, junto a la chimenea en casa, como desde el púlpito sagrado. Hemos presentado esta y otras verdades similares en Nueva Inglaterra, muchos de los Estados Occidentales, y en el Canadá, y nuestras labores han sido bendecidas al ver a veintenas y centenas volverse de las tradiciones de los hombres a la observancia de todos los mandamientos de Dios.AJB 233.5

    Por medio de los incansables esfuerzos de nuestro estimado hermano, el Pr. Jaime White, y su compañera, quienes fueron pioneros en esta obra, ahora está establecida en la ciudad de Battle Creek, Michigan, una Oficina de Publicaciones bien provista, de propiedad de la “Asociación Publicadora Adventista del Séptimo Día”, y controlada por un cuerpo corporativo que se ocupa de la publicación de este mensaje. La Asociación utiliza dos prensas a motor para realizar su tarea, y publica “The Advent Review and Sabbath Herald” [La Revista Adventista y Heraldo del Sábado] cada semana, “The Youth’s Instructor” [El Instructor de la Juventud] cada mes, “The Health Reformer” [El Reformador de la Salud”], cada mes, y una gran variedad de libros y folletos sobre diversos temas bíblicos.AJB 234.1

    Al concluir este trabajo, deseo expresar mi gratitud a Dios porque me ha permitido hacer una pequeña parte en esta grande obra; y aunque mi vida pasada ha sido variada y llena de eventos, es mi sincero deseo pasar el resto de mis días en el servicio de Dios, y para el avance de su verdad, y tener un lugar en su reino que viene pronto. Y que el lector y el escritor puedan encontrarse en esa morada feliz, es mi más ferviente oración.AJB 234.2

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