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El Gran Movimiento Adventista

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    Deber hacia las iglesias

    Aquí presentaremos un testimonio tomado de un discurso a la conferencia adventista de creyentes reunida en Boston, Massachusetts, del 31 de mayo de 1844, y firmada por William Miller, Elon Galusha, N. N. Whiting, Apollos Hale y J. V. Himes. Ellos dicen:GMA 141.1

    “Acerca de nuestro deber hacia las iglesias podemos decir algo. El peligro aquí, como en la mayoría de los otros casos, nos parece estar en los extremos. La primera forma del peligro es el de permitir que la autoridad de la iglesia con la que estamos asociados nos imponga silencio en este tema del deber. No tenemos dudas de que miles quedaron condenados ante Dios al ceder a las pretensiones no bíblicas de sus iglesias en este asunto; éstos, si hubieran sido decididos y fieles, ahora estarían en una condición mucho más segura, y más útil, aunque pudieran también ser llamados a sufrir.GMA 141.2

    “La segunda formas de peligro es la de ceder a un espíritu de revancha contra las iglesias por causa de su injusticia hacia nosotros, y por pelear una guerra indiscriminada contra todas las organizaciones similares. En cuanto al deber de los adventistas, respecto de las iglesias con las cuales pueden estar asociados, si se nos llamara para hacerlo, no podríamos dar instrucciones que fueran de aplicación general. Deben actuar en el temor de Dios, como las circunstancias del caso lo requieran.GMA 141.3

    “Sin embargo, deberíamos ser decididos en cumplir nuestro deber, testificar por la verdad en todas las ocasiones apropiadas y correctas. Y si por realizar estas acciones ofendemos a las iglesias, y ellas nos amenazan con la expulsión a menos que guardemos silencio (aunque si pudiéramos disolver nuestra relación con la iglesia en forma amigable, sería mejor), cumplamos con nuestro deber, y cuando seamos expulsados, seamos pacientes en soportar el error, y en estar dispuestos con nuestro Maestro a ‘salir fuera de la puerta, soportando su censura’”.GMA 141.4

    De estas citas respecto de la acción de las iglesias hacia los que daban el mensaje del segundo ángel, se puede ver fácilmente cómo, como primer resultado de dar este segundo llamado a la “cena”, los que se reunieron en un único rebaño espiritual se los llama “los cojos, los mancos y los ciegos”, lo que sugiere con fuerza el maltrato que recibieron de los que “golpeaban” a “sus consiervos”, de los cuales habían sido separados.GMA 141.5

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