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El Gran Movimiento Adventista

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    Resumen de la primera visión

    El siguiente breve resumen de su primera visión, como ella la relató a los creyentes en Portland, dará una idea del carácter de todas ellas:GMA 164.2

    “Mientras estaba orando ante el altar de la familia, el Espíritu Santo descendió sobre mí, como nunca antes había sentido. Me rodeó una luz, y me elevaba cada vez más alto sobre la tierra. Me di vuelta y miré al pueblo adventista en el mundo, pero no podía encontrarlo, cuando una voz me dijo: ‘Mira otra vez, y mira un poco más alto’. Así levanté mis ojos, y vi un sendero recto y angosto, muy por encima del mundo. Sobre este sendero el pueblo adventista estaba viajando hacia la ciudad, que estaba en el extremo lejano de la senda. Tenían una luz fuerte detrás de ellos al comienzo del sendero, que un ángel me dijo era el ‘clamor de medianoche’. Esta luz brilló a lo largo de todo el sendero, e iluminaba sus pies, para que no tropezaran. Y si mantenían fijos sus ojos en Jesús, que estaba justo delante de ellos, guiándolos hacia la ciudad, estaban seguros. Pero pronto algunos se cansaron; dijeron que la ciudad estaba muy lejos todavía, y que esperaban haber entrado en ella antes. Entonces Jesús los animaba levantado su glorioso brazo derecho, y de este brazo salía una luz brillante, que ondulaba sobre el pueblo adventista, y ellos gritaron ¡Aleluya! Otros temerariamente negaron la luz detrás de ellos, y dijeron que no era Dios quien los había guiado tan lejos. La luz detrás de ellos se apagó, dejando sus pies en perfecta oscuridad, y tropezaron, y sacaron su vista de la meta, y perdieron de vista a Jesús, y cayeron fuera del sendero abajo al mundo oscuro y malvado. Pronto oímos la voz de Dios como muchas aguas, que nos dijo el día y la hora de la venida de Jesús. Los santos que vivían conocieron y entendieron la voz, mientras que los malvados pensaron que era un trueno y un terremoto. Cuando Dios mencionó el tiempo, derramó sobre nosotros el Espíritu Santo, y nuestros rostros comenzaron a iluminarse y brillar con la gloria de Dios, como sucedió con Moisés cuando descendió del monte Sinaí.11Ver Primeros Escritos, pp. 14, 15.GMA 164.3

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