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El Gran Movimiento Adventista

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    Sexta regla: Los milagros no son una prueba de un profeta verdadero

    Muchos escritores teológicos han afirmado, y declarado en comentarios de las Escrituras, que la señal de un verdadero profeta es la operación de milagros. Todavía no hemos descubierto en las Escrituras una regla tal.GMA 254.1

    Si la operación de milagros es una prueba de un profeta verdadero, entonces el “falso profeta” mencionado en Apocalipsis 19:20 sería entonces declarado un profeta verdadero; porque se dice: “Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales [señales milagrosas, NVI] con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia”. El mismo poder se menciona en Apocalipsis 13:14, que “engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia”. Por la misma aplicación de esta regla, deberíamos llegar a la conclusión de que incluso Satanás es un profeta verdadero. Ciertos espíritus harán una obra especial bajo la sexta de las siete plagas, y son llamados “espíritus de demonios, que hacen señales, que van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla del gran día del Dios Todopoderoso”.20Apocalipsis 16:14.GMA 254.2

    Si la prueba de un profeta verdadero ha de encontrarse en los milagros y señales que hace mientras está fuera de las visiones, encontraríamos que muy pocos profetas bíblicos pasarían la prueba, especialmente si la decisión ha de fundamentarse en lo que está registrado acerca de sus obras. Es cierto que se registran milagros hechos por algunos de los profetas, como en el caso de Elías, Eliseo y Pablo. Pero ¿quién ha encontrado registro en la Biblia de milagros de Isaías, Jeremías, Daniel, Oseas, Joel, Amós, etc.? No obstante, éstos fueron profetas verdaderos del Señor, y se nos muestran como tales por las reglas que el Señor ha dado de un profeta verdadero.GMA 254.3

    Que la operación de milagros no es la prueba de un profeta verdadero se ve claramente al leer el sencillo registro de Juan el Bautista. Que él fue un profeta se ve por la predicción de su padre, Zacarías, al relatar la visión que Dios le había dado respecto del hijo que le nacería: “Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos”.21Lucas 1:76. Nuestro Salvador mismo reconoció a Juan como el profeta mismo que debía preparar el camino delante de él; porque dijo de Juan: “Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará el camino delante de ti. Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista”.22Lucas 7:26-28.GMA 254.4

    Aquí, entonces, hay una clara declaración del Salvador de que Juan fue un profeta. Apliquemos la prueba de hacer milagros y veamos el resultado. En el Evangelio como lo escribió Juan el evangelista, tenemos estas palabras: “Y muchos venían a él [Cristo], y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad”.23Juan 10:41. Esa sola declaración es una refutación completa de la pretensión de que la señal de un profeta verdadero es hacer milagros.GMA 255.1

    Esta regla dada en Deuteronomio 13:1 al 3, que denominamos la regla número seis en nuestra enumeración actual, es para protegernos contra el impulso de correr detrás de cualquier cosa maravillosa o milagrosa sin haber primero notado si su tendencia es conducirnos a una mayor cercanía al Señor, o alejarnos de él. Este texto virtualmente nos dice que apliquemos todas las reglas, especialmente para ver si está en armonía con Dios y con su ley.GMA 255.2

    Esta sexta regla enseña que si algún farsante hace un milagro, se verá en él, cuando se lo prueba cuidadosamente, un apartamiento de las sagradas verdades de la palabra de Dios, y un descenso de la norma para apelar a un corazón inclinado a evitar el camino de la abnegación. El Señor permite que surjan estos farsantes, y sus acciones son una prueba para el verdadero hijo de Dios, dándole la oportunidad de pesar cuidadosamente la tendencia o motivo del tal obrador de milagros. Los que se aferran a la palabra de Dios, en lugar de ser cautivados por el falso obrador de milagros, saldrán fortalecidos en Dios como resultado de tal experiencia.GMA 255.3

    En estos días malos, cuando muchos pretenden ser “sanadores por fe”, “sanadores divinos”, “sanadores de la Ciencia Cristiana”, etc., sería bueno aplicar muy de cerca las reglas bíblicas; porque se necesitarán reglas divinas y la iluminación del Espíritu Santo, para permitirnos discernir claramente la intención y propósito de algunos de estos “sanadores”, pues su obra es muy sutil; en tanto que por otro lado están los que abiertamente desprecian la ley de Dios y su verdad para este tiempo. En algunos casos estos pretendidos “sanadores” se han enfurecido como hombres llenos de locura por la sola mención de la ley de Dios. Tan ciertamente como el Señor tiene un mensaje que proclama que su ley es santa, es cierto que hay hombres desprovistos del impulso del Espíritu Santo que vituperarán la ley de Dios, y arrojarán de su presencia a quienes siquiera la mencionen.GMA 255.4

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