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El Gran Movimiento Adventista

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    La aurora de 1839

    “Londres, 5 de septiembre [1839]. Entre las diez horas de la noche del jueves y las tres de la mañana de ayer, en los cielos se observó uno de los más magníficos casos de este fenómeno extraordinario, la caída de las estrellas y las luces del norte, presenciados por muchos años en el pasado. La primera indicación de este fenómeno singular fue diez minutos antes de las diez, cuando una luz roja, aparentemente vapor, se levantó de la porción norte del hemisferio, y gradualmente se extendió hasta el centro de los cielos, y para las diez o las diez y cuarto, todo, del este al oeste, era una gran sábana de luz. Tenía una apariencia muy alarmante, y era exactamente como la que ocasiona un terrible incendio. La luz variaba considerablemente; en un momento, parecía caer, y directamente después, se levantaba con un brillo intenso. Se veían mezclados en él cantidades de humo, que rodaban y una y otra vez, y cada observador parecía convencido de que era ‘una tremenda conflagración’.GMA 88.1

    “La consternación de la metrópolis fue muy grande; miles de personas corrían en dirección de la supuesta catástrofe terrible. Las máquinas de las brigadas contra incendios en la calle Baker, la calle Farringdon, la calle Watling, y el camino Waterloo, lo mismo que los que pertenecían a las estaciones del oeste de Londres, en realidad, cada máquina de bomberos en Londres, enjaezaron los caballos y galoparon hacia la supuesta ‘escena de destrucción’ con energía más que ordinaria, seguidos por carruajes, jinetes, y vastas muchedumbres. Algunas de las bombas avanzaron hasta High Gate y Halloway [unas cuatro millas, o seis km] antes de descubrir el error. Esas apariciones duraron más de dos horas, y hacia la mañana el espectáculo llegó a ser [un panorama] de grandeza.GMA 88.2

    “A las dos de la madrugada el fenómeno presentaba una escena muy espléndida, y muy difícil de describir. Todo Londres estaba iluminado con luz como de medio día, y la atmósfera era notablemente clara. El hemisferio sur, en la ocasión mencionada, aunque sin nubes, estaba muy oscuro; pero las estrellas, que eran innumerables, brillaban hermosamente. El lado opuesto de los cielos presentaba un contraste singular pero magnífico; era extremadamente claro, y la luz era muy vívida; había una sucesión continua de meteoros, que variaban en esplendor: aparecían formados en el centro de los cielos, y se extendían hasta que parecían estallar. El efecto era electrizante. Miríadas de estrellas saltaban desde el horizonte, y volaban como flechas con tal rapidez hacia la tierra que el ojo apenas podía seguir su recorrido; parecían estallar también, y arrojar un vapor rojizo sobre todo el hemisferio. Los colores eran sumamente magníficos.GMA 88.3

    “A las dos y media el espectáculo cambió a oscuridad, la que, al dispersarse, exhibía un arcoíris luminoso en el cenit de los cielos, y alrededor de la orla de oscuridad que cubría la parte sur del país. Poco después columnas de luz plateada irradiaban del arcoíris. Aumentaban maravillosamente, se mezclaban entre los vapores rojizos que se formaban al mismo tiempo, y cuando el espectáculo alcanzó su plenitud superaba toda imaginación. Las estrellas volaban en todas direcciones, y continuó así hasta las cuatro de la mañana, cuando todo desapareció”.GMA 89.1

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