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Consejos para la Iglesia

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    Un lugar para cada miembro de la familia

    Las mujeres, tanto como los hombres, pueden sembrar la verdad donde pueda obrar y hacerse manifiesta. Pueden ocupar su puesto en esta crisis, y el Señor obrará por su intermedio. Si las compenetra el sentimiento de su deber y si trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán el dominio propio que este tiempo demanda. El Señor hará brillar la luz de su rostro sobre esas mujeres animadas por el espíritu de sacrificio, y les dará un poder superior al de los hombres. Pueden realizar en las familias una obra que los hombres no pueden hacer, una obra que penetra hasta la vida interior. Pueden acercarse a los corazones de personas a las cuales los hombres no pueden alcanzar. Su cooperación es necesaria. Las mujeres discretas y humildes pueden hacer una buena obra al explicar la verdad en los hogares. Así explicada, la Palabra de Dios obrará como una levadura, y familias enteras serán convertidas por su influencia.13Joyas de los Testimonios 3:347.CPI 107.3

    Todos pueden hacer algo. Algunos dirán, tratando de disculparse: “Mis deberes domésticos y mis hijos exigen todo mi tiempo y todos mis recursos”. Padres, vuestros hijos pueden ser para vosotros una ayuda que acreciente vuestras fuerzas y capacidades de trabajar para el Maestro. Los niños son los miembros más jóvenes de la familia del Señor. Deben ser inducidos a consagrarse a Dios, a quien pertenecen por derecho de creación y de redención. Se les debe enseñar que todas sus energías del espíritu, del cuerpo y del alma pertenecen al Señor. Hay que enseñarles a servir en diferentes actividades útiles y desinteresadas. No permitáis que vuestros hijos sean impedimentos. Ellos deben compartir con vosotros vuestras cargas espirituales así como las materiales. Al ayudar a otros, ellos acrecientan su propia felicidad y utilidad.14Joyas de los Testimonios 3:103.CPI 108.1

    Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el hogar. La educación de los jóvenes debe ser diferente de la que se les ha dado en lo pasado. El bienestar de ellos exige mayor labor que la que se les ha dedicado antes. No hay campo misionero más importante que éste. Por precepto y por ejemplo, los padres han de enseñar a sus hijos a trabajar por los inconversos. Los niños deben ser educados de tal manera que simpaticen con los ancianos y afligidos y traten de aliviar los sufrimientos de los pobres y angustiados. Debe enseñárseles a ser diligentes en la obra misionera; y desde los primeros años debe inculcárseles la abnegación y el sacrificio en favor del bienestar ajeno y del progreso de la causa de Cristo, a fin de que sean colaboradores con Dios.15Joyas de los Testimonios 3:62.CPI 108.2

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