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Cada Día con Dios

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    Un sueño admonitorio, 9 de mayo

    ¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez! Habacuc 2:15.CDCD 136.1

    Soñaba que me preguntaba por qué usted*Este hermano era propietario de una especie de yate en la costa occidental de los Estados Unidos. estaba tan a menudo tan lejos de su hogar y su familia, de la casa de Dios los sábados y de las reuniones de oración. En cierto momento me encontraba a bordo de su barco. Allí había hombres alegres, que conversaban y se reían, decían chistes y jugaban a las cartas. Usted estaba con ellos. Vi la mesa preparada con cierta clase de alimentos adecuada para satisfacer el apetito pervertido de los miembros del grupo. Escuché que pedían licor.CDCD 136.2

    Miré asombrada al escuchar su voz, ..................... ............, un presunto discípulo de Cristo, que supuestamente espera su aparición y se está preparando para ella y que decía: “Aquí, caballeros”. Colocaron delante de ellos vinos de distintos tipos y participaron de ellos y usted bebió con ellos...CDCD 136.3

    El joven que me ha explicado tantas veces mis sueños le habló y dijo:CDCD 136.4

    -¡Comiendo y bebiendo con los borrachos!... ¿Quién compró estas botellas de bebida?CDCD 136.5

    -Yo las compré -contestó usted- porque no puedo conseguir compañeros para salir conmigo a navegar, a menos que complazca su apetito en este sentido.CDCD 136.6

    Esta es suficiente evidencia de que usted no está complaciendo a Dios, y que se está poniendo en el terreno de Satanás, para que lo tiente. Está haciendo un terrible sacrificio al dar satisfacción a su amor desorbitado por salir a navergar...CDCD 136.7

    Después de ese sueño tuve otro. Soñaba que usted estaba fumando de nuevo. Pensé en esos hábitos miserables, que una vez usted venció, y que los ha adoptado de nuevo; usted está retrocediendo paso a paso rumbo a la oscuridad, para vender su alma por muy bajo precio...CDCD 136.8

    Le advierto, como una madre lo haría con su hijo, que evite lo que pone en peligro su condición moral, lo que puede provocar su desgracia si cultiva apetitos pervertidos... Le envío estas pocas páginas como embajadora de Cristo. Cuídese de no despreciar la amonestación que se le ha dado. Con amor, Elena G. de White.—Carta 5, del 9 de mayo de 1877.CDCD 136.9

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