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Cada Día con Dios

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    Jesús nos cuida, 4 de julio

    Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7.CDCD 192.1

    Le señalo la única protección segura e inefable. Pida en nombre de Cristo que Dios la cuide y la bendiga con sus queridos hijos. Lo hará; la promesa es segura. Dios, su Padre Celestial, será como su esposo y estará a su lado para aconsejarla, para conducirla y consolarla de acuerdo con sus necesidades. Procure siempre la ayuda del Poderoso; su mano extendida es capaz de salvar.CDCD 192.2

    Por más difícil que sea su caso, no se deje dominar por el desánimo. Manténgase en guardia aunque le duela el corazón y amenace con quebrantarse; siga teniendo confianza y esperanza. “Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres”. Lamentaciones 3:33. No se lamente. Mantenga la esperanza, consérvese alegre en Dios, porque la mañana ya va a despuntar.CDCD 192.3

    La paciente perseverancia en el bien hacer la llevará desde este mundo de dolor y contienda a la gloria y la honra de la vida eterna. Si Dios mora en usted y está por encima de usted, no tiene nada que temer. La Biblia es una luz para los que están en tinieblas. Frente a la perspectiva de una inmortalidad bendita mantenida en reserva para los que perseveran hasta el fin, encontrará un poder elevador y una fortaleza que va a necesitar para resistir el mal. Manténgase firme en la hora de prueba y obtendrá finalmente una corona inmarcesible.CDCD 192.4

    Necesita dirección de lo alto. Confíe en el Señor con todo el corazón, y él nunca la va a defraudar. Si le pide ayuda a Dios, no lo hará en vano. Para animarnos a tener confianza se acerca a nosotros por medio de su Santa Palabra y su Espíritu, y trata de lograrlo de mil maneras. Pero en nada se deleita más que en recibir al débil que acude a él en procura de fortaleza. Si quisiéramos encontrar corazón y voz para orar, ciertamente él encontraría oídos para oír y un brazo para salvar.CDCD 192.5

    No se conoce un solo caso en que Dios haya ocultado su rostro para no oír las súplicas de su pueblo. Cuando todo otro recurso falló, él fue siempre un pronto auxilio en cada emergencia. ¡Quiera Dios bendecirla, querida alma pobre, sacudida y maltratada! Aférrese de su mano; no la suelte. La llevará a usted, a sus hijos y todas sus penas y pesares, si está dispuesta a depositarlos sobre él.—Carta 42, del 4 de julio de 1875, dirigida a una hermana que acabab a de enviudar.CDCD 192.6

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