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Cada Día con Dios

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    Dios quiere que usted sea suya, 22 de agosto

    Sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Romanos 6:13.CDCD 241.1

    Si usted espera que Dios la ame y a la vez desea conservar la presencia de los santos ángeles, debe manifestar un espíritu de sumisión. Debe estar dispuesta a que se la instruya y se la guíe. Y debe buscar la senda de la virtud y la santidad.CDCD 241.2

    Dios quiere que usted sea suya. Ha bendecido su vida con salud y talentos, con la capacidad de razonar para que, si así lo desea, pueda aumentarla grandemente o, mediante el abuso, someter esas facultades de la mente al control de Satanás. Usted es responsable por las habilidades que Dios le ha concedido. Puede prepararse, al sacar el mayor provecho posible de sus privilegios, para ocupar un puesto de utilidad en el cumplimiento del deber. No necesita aspirar al desempeño de una tarea grande ni a cosas grandes; por el contrario, puede hacer su trabajo, por humilde que sea, asumiendo la responsabilidad de hacer esa tarea de manera que Dios la pueda aceptar. Y si usted hace bien esa tarea humilde, el Señor le confiará una mayor. La conducta que siga tiene su importancia. Los ángeles de Dios están observando a María para ver qué clase de carácter desarrolla. Está pesando su valor moral, y en el cielo se lleva un registro de sus actos y de todo cuanto hace, y algún día va a tener que enfrentarse con ese registro.CDCD 241.3

    Recuerde que Dios puede emplear a todos sus hijos si están dispuestos a entregarse a él. Tiene un lugar y una tarea para cada cual. Hay muchos, entre los cuales se encuentra usted, que no creen que sea posible que Dios los pueda usar. No piense más en ello. Usted puede hacer su humilde tarea de tal manera que glorifique a Dios. El arroyo no deja de seguir su curso a lo largo del estrecho cauce porque no es un río. El pasto no deja de crecer porque no tiene la altura de los elevados árboles. La estrella no deja de difundir su luz porque no es el sol. ¡Oh, no! Todo en la naturaleza tiene su tarea señalada y no se queja del lugar que ocupa. En las cosas espirituales todo hombre y toda mujer tienen su propia vocación. El interés que Dios requiere será proporcional al capital concedido de acuerdo con la medida del don de Cristo... Ahora es el momento para que usted manifieste esa habilidad de carácter de manera que pueda desarrollar un verdadero valor moral; y tiene el privilegio de hacerlo. Cristo tiene derecho a su servicio. Entréguese a él de todo corazón.—Carta 30, del 22 de agosto de 1875, dirigida a mi querida hermana María, sin más identificación.CDCD 241.4

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