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Fe y Obras

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    La calidad de nuestra fe

    Sermón predicado por Elena G. de White en Ottawa, Kansas, el sábado 11 de mayo de 1889, apenas unos meses después del Congreso de Minneapolis, y que representa su enfoque sencillo y práctico del tema. Archivado como Manuscript 1, 1889.

    Texto: Juan 3:1-16 (leído por la oradora).

    Si no hubiera nada más en todas las Escrituras que señalase definidamente el camino al cielo, lo tenemos aquí en estas palabras. Nos dicen qué es la conversión. Nos indican qué debemos hacer para ser salvos. Y, mis amigos, quiero decirles que esto golpea directamente en la raíz de la obra superficial en el mundo religioso. Choca directamente con la idea de que uno puede llegar a ser un hijo de Dios sin experimentar ningún cambio especial. Si la verdad de Dios halla cabida en nuestros corazones, se produce en nosotros un cambio decidido, porque tiene un poder santificador sobre la vida y el carácter. Cuando veamos los frutos de la justificación en los que manifiestan poseer la verdad avanzada, como nosotros manifestamos tenerla, entonces habrá un curso de acción que dará testimonio de que hemos aprendido de Cristo.FO 62.1

    Cuando Cristo, la Esperanza de Israel, fue clavado en la cruz y levantado como le dijo a Nicodemo que lo sería, la esperanza de los discípulos murió con Jesús. Ellos no podían explicar la cuestión. No podían entender todo lo que Cristo les había dicho al respecto con anticipación.FO 62.2

    Pero después de la Resurrección, resucitaron su esperanza y su fe, y salieron a proclamar a Cristo y a Este crucificado. Contaron cómo el Señor de vida y gloria había sido tomado y crucificado por manos impías, y cómo había resucitado. Y así hablaron con gran denuedo las palabras de vida ante las cuales la gente se admiraba sobremanera.FO 62.3

    Los fariseos y los que oyeron a los discípulos proclamar osadamente a Jesús como el Mesías, entendieron que ellos habían estado con Jesús y habían aprendido de El. Hablaban tal como Jesús habló. Esto dejó en claro en las mentes de aquéllos, que los discípulos habían aprendido de Jesús. ¿Cómo ha sucedido con sus discípulos en todas las edades del mundo? Ciertamente, han aprendido de Jesús; han estado en su escuela; han sido sus alumnos y han aprendido las lecciones de Cristo respecto a la conexión viviente que el alma tiene con Dios. Esa fe viviente es esencial para nuestra salvación a fin de que nos aferremos de los méritos de la sangre del Salvador crucificado y resucitado -de Cristo, nuestra justicia.FO 63.1

    Parecería haber una atmósfera nubosa que se ha acumulado en torno del alma del hombre y que ha cerrado su mente. Es casi imposible abrirse paso a través de esta atmósfera de duda e incredulidad. Es casi imposible despertar sus intereses vitales a fin de que pueda comprender lo que necesita hacer para ser salvo.FO 63.2

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