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Conflicto y Valor

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    “Yo no soy digno”, 17 de octubre

    Mateo 8:5-13.

    De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Mateo 8:10.CV 296.1

    El centurión no puso en duda el poder del Salvador... No había visto al Salvador, pero los informes que había oído le habían inspirado fe... En la enseñanza de Cristo, según le había sido explicada, hallaba lo que satisfacía la necesidad del alma. Todo lo que había de espiritual en él respondía a las palabras del Salvador. Pero se sentía indigno de presentarse ante Jesús, y rogó a los ancianos judíos que le pidiesen que sanase a su siervo.—El Deseado de Todas las Gentes, 282.CV 296.2

    Estando camino de la casa del centurión, Jesús recibió de éste el mensaje: “Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi tejado”. Sin embargo, el Salvador siguió adelante y el centurión acudió en persona a completar el mensaje, diciendo: “Ni aun me tuve por digno de venir a ti”, “mas solamente di la palabra, y mi mozo sanará. Porque también yo soy hombre bajo de potestad, y tengo bajo de mí soldados: y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace”...CV 296.3

    Cristo dijo: “Como creíste te sea hecho. Y su mozo fue sano en el mismo momento”.CV 296.4

    Los ancianos habían recomendado al centurión a Cristo por causa del favor que él había hecho a la “nación” de ellos. “Es digno”, decían, porque “nos edificó una sinagoga”. Pero el centurión decía de sí mismo: “No soy digno”.—El Ministerio de Curación, 41, 42.CV 296.5

    Su corazón había sido conmovido por la gracia de Cristo. Veía su propia indignidad; pero no temió pedir ayuda. No confiaba en su propia bondad; su argumento era su gran necesidad. Su fe echó mano de Cristo en su verdadero carácter. No creyó en él meramente como en un taumaturgo, sino como en el Amigo y Salvador de la humanidad.CV 296.6

    Así es como cada pecador puede venir a Cristo... Renunciando a toda dependencia de nosotros mismos, podemos mirar la cruz del Calvario y decir:CV 296.7

    “Ningún otro asilo hay, indefenso acudo a ti”. El Deseado de Todas las Gentes, 283, 284.*Marcos 10-12CV 296.8

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