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A Fin de Conocerle

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    Negociando con los talentos de Dios, 14 de noviembre

    A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Mateo 25:15.AFC64 326.1

    La parábola de los talentos ... tiene una aplicación personal para cada hombre, mujer y niño que tienen la capacidad de razonar. Vuestra obligación y responsabilidad están en proporción a los talentos que Dios os ha dado. No hay un solo seguidor de Cristo que no tenga un don peculiar de cuyo uso no sea responsable delante de Dios.AFC64 326.2

    Cuando el dueño de casa llamó a sus siervos, a cada uno le dio su trabajo. Toda la familia de Dios está incluida en su responsabilidad de emplear los bienes de su Señor. Cada persona, desde la más humilde y oscura hasta la más encumbrada y brillante, es un instrumento moral dotado de facultades por las cuales es responsable delante de Dios. ... Las facultades espirituales, mentales y físicas, la influencia, la posición, las posesiones, los afectos y las simpatías, todos son talentos preciosos que deben emplearse en la causa del Maestro.AFC64 326.3

    Que el hombre de negocios realice sus transacciones en una forma que glorifique a su Maestro por su fidelidad. Que lleve su religión a todo lo que hace, y revele el Espíritu de Cristo a los hombres. Que el mecánico sea un representante diligente y fiel de Aquel que trabajó en tareas humildes en los pueblos de Judea.AFC64 326.4

    Los que han recibido la bendición de poseer talentos superiores no deberían despreciar el valor del servicio de los que son menos dotados que ellos. El talento más pequeño es un talento dado por Dios. Un solo talento que sea utilizado diligentemente con la bendición de Dios, será duplicado, y los dos empleados al servicio de Cristo se convertirán en cuatro; y así el instrumento más humilde puede aumentar su poder y utilidad. El propósito ferviente, los esfuerzos abnegados, todos son vistos, apreciados y aceptados por el Dios del cielo. ... Sólo Dios puede apreciar el valor de su servicio, y ver la abarcante influencia del que trabaja para dar gloria a su Hacedor.—The Review and Herald, 1 de mayo de 1888.AFC64 326.5

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