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Cristo en Su Santuario

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    Se abre otra puerta

    Pero una luz más intensa surgió de la investigación de la cuestión del Santuario. Vieron entonces que tenían razón al creer que el fin de los 2.300 días, en 1844, había marcado una crisis importante. Pero si bien era cierto que se había cerrado esa puerta de esperanza y misericordia por la cual los hombres habían encontrado acceso a Dios durante 1.800 años, otra puerta se les abría, y el perdón de los pecados era ofrecido a los hombres por la intercesión de Cristo en el Lugar Santísimo. Una parte de su ministerio había terminado, tan sólo para dar lugar a otra. Aún había una “puerta abierta” al Santuario celestial, donde Cristo estaba oficiando en favor del pecador.CES 105.1

    Entonces vieron la aplicación de las palabras de Cristo en el Apocalipsis, dirigidas a la iglesia correspondiente al mismo tiempo en que ellos vivían: “Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar”. Apocalipsis 3:7, 8.CES 105.2

    Son los que por fe siguen a Jesús en su gran obra de expiación quienes reciben los beneficios de su mediación por ellos, mientras que a los que rechazan la luz que pone a la vista este ministerio no les beneficia. Los judíos que rechazaron la luz concedida en el tiempo de la primera venida de Cristo, y se negaron a creer en él como Salvador del mundo, no pudieron recibir perdón a través de él. Cuando en la ascensión Jesús entró por su propia sangre en el Santuario celestial para derramar sobre sus discípulos las bendiciones de su mediación, los judíos fueron dejados en total oscuridad y siguieron con sus sacrificios y ofrendas inútiles. Había cesado el ministerio de tipos y sombras. La puerta por la cual anteriormente los hombres habían encontrado acceso a Dios ya no estaba abierta. Los judíos se habían negado a buscarlo de la única manera en que podía ser encontrado entonces: a través del sacerdocio en el Santuario celestial. Por consiguiente, no encontraron comunión con Dios. La puerta estaba cerrada para ellos. No tuvieron conocimiento de Cristo como el sacrificio verdadero y el único mediador ante Dios; de ahí que no pudiesen recibir los beneficios de su mediación.CES 105.3

    La condición de los judíos incrédulos ilustra el estado de los descuidados e incrédulos entre los profesos cristianos, quienes desconocen voluntariamente la obra de nuestro misericordioso Sumo Sacerdote. En el servicio típico, cuando el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo, todo Israel debía reunirse alrededor del Santuario y humillar sus almas de la manera más solemne ante Dios, con el fin de poder recibir el perdón de sus pecados y no ser separados de la congregación. ¡Cuánto más esencial es que en nuestro antitípico Día de la Expiación entendamos la obra de nuestro Sumo Sacerdote y sepamos qué deberes se requieren de nosotros!CES 106.1

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