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    Testigos

    Por la tarde del mismo día de la resurrección, dos de los discípulos se dirigían a Emaús, pequeña población situada a trece kilómetros de Jerusalén.CNS 149.1

    Estaban perplejos por los acontecimientos que acababan de desarrollarse, y especialmente por lo que habían dicho las mujeres, a saber que habían visto a los ángeles y a Jesús después de su resurrección.CNS 149.2

    Volvían ahora a su casa a meditar y orar, con la esperanza de obtener alguna luz sobre estos asuntos tan misteriosos para ellos.CNS 149.3

    En su camino les alcanzó un desconocido que se juntó con ellos; pero tan preocupados estaban por el asunto de que hablaban que apenas notaron su presencia.CNS 149.4

    Era de ver a hombres tan fuertes embargados por el dolor y llorar como niños. El tierno y amoroso corazón de Cristo reconoció allí un pesar que él podía mitigar.CNS 149.5

    Haciéndose el desconocido, Jesús entabló conversación con ellos. “Mas los ojos de ellos estaban embargados, para que no le conociesen. Y él les dijo: “¿Qué palabras son éstas que os decís el uno al otro, mientras camináis? Y ellos se detuvieron, con rostros entristecidos.CNS 149.6

    “Entonces uno de ellos, llamado Cleopas, le dijo:CNS 149.7

    “¿Eres tú solamente un recién llegado a Jerusalem que no sabes las cosas ocurridas en ella en estos días?CNS 149.8

    “Y él les dijo: ¿Qué cosas? A lo que ellos dijeron: Las cosas con respecto a Jesús el Nazareno, que fué profeta, poderoso en obra y palabra, delante de Dios y de todo el pueblo.” Lucas 24:16-19.CNS 150.1

    Entonces le refirieron lo que había ocurrido y le contaron lo que habían dicho las mujeres que habían ido al sepulcro aquel mismo día al amanecer. Luego él les dijo:CNS 150.2

    “¡Oh hombres sin inteligencia, y tardos de corazón para creer todo cuanto han hablado los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciese estas cosas, y entrase en su gloria? Y comenzando desde Moisés y todos los profetas, les iba interpretando en todas las Escrituras las cosas referentes a él mismo.” Lucas 24:25-27.CNS 150.3

    Los discípulos enmudecieron de sorpresa y gozo; no se atrevían a preguntar al desconocido quién era. Escucharon con avidez el desarrollo claro y sencillo de la verdadera misión de Cristo.CNS 150.4

    Si el Salvador se hubiera dado a conocer desde un principio a aquellos discípulos, pronto habrían quedado satisfechos. En la plenitud de su gozo no habrían deseado saber más. Pero era menester que comprendieran cómo la misión de Cristo había sido predicha y representada en todas las figuras y profecías del Antiguo Testamento. Sobre ellas debía descansar su fe. Cristo no hizo ningún milagro para convencerlos, sino que su primera tarea fué explicarles las Escrituras. Habían considerado su muerte como la destrucción de todas sus esperanzas. Ahora les probó por los profetas que esta misma muerte era la prueba más fehaciente que necesitaba su fe en él.CNS 150.5

    Al enseñar así a estos discípulos, Cristo demostró la importancia del Antiguo Testamento como testimonio con respecto a su misión. Muchos rechazan el Antiguo Testamento diciendo que ya no sirve para nada. Pero tal no es la enseñanza de Cristo. El consideraba tan valiosa esta porción de la Palabra de Dios, que dijo una vez: “Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se dejarán persuadir, aun cuando alguno se levantare de entre los muertos.” Lucas 16:31.CNS 151.1

    A la puesta del sol, los discípulos llegaron a su casa. Jesús “hacía como que iba más lejos.” Pero los discípulos no querían separarse de Aquel que les había inspirado tanta esperanza y tanto gozo. Así que le dijeron: “Quédate con nosotros; porque ya es la hora de la tarde, y el día se va acabando. Entró, pues, para quedarse con ellos.” Lucas 24:28, 29.CNS 151.2

    Pronto estuvo aderezada la sencilla comida, y Jesús se sentó a la cabecera de la mesa, como solía hacerlo. El deber de pedir la bendición sobre los alimentos correspondía generalmente al dueño de la casa; pero Jesús tomando el pan lo bendijo. Entonces fueron abiertos los ojos de los discípulos.CNS 151.3

    El acto de bendecir los alimentos, así como el tono familiar y tan conocido de la voz, las huellas de los clavos en sus manos, todo daba evidencia de que era su amado Maestro. Por un momento permanecieron inmóviles; luego se levantaron y arrojándose a sus pies le adoraron. Pero repentinamente desapareció de delante de ellos.CNS 151.4

    Olvidando el hambre y el cansancio, dejaron los alimentos sin probarlos y regresaron presurosos a Jerusalén, a llevar a los demás la preciosa noticia de que el Salvador había resucitado.CNS 151.5

    Mientras ellos referían todo esto a los demás discípulos, Jesús mismo se puso en medio de ellos, y con las manos levantadas en ademán de bendición, les dijo: “Paz a vosotros.” Lucas 24:36.CNS 152.1

    Al principio se asustaron; pero cuando les hubo enseñado las marcas de los clavos en sus manos y en sus pies, y que hubo comido delante de ellos, entonces creyeron y se tranquilizaron. La fe y la alegría substituyeron a la incredulidad, y todos ellos reconocieron a su Salvador resucitado, con sentimientos que no pueden expresarse en palabras.CNS 152.2

    Tomás no estaba con ellos en aquella ocasión. Cuando vino se negó a creer lo que después le dijeron sus compañeros tocante a la resurrección. Pero ocho días después volvió Jesús a aparecérseles estando Tomás con ellos. Esta vez Jesús volvió a mostrar las señales de su muerte en sus manos y en sus pies. Tomás quedó convencido al instante y exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” Juan 20:28.CNS 152.3

    En el aposento alto volvió Cristo a explicar las escrituras referentes a sí mismo. Dijo entonces a sus discípulos, que el arrepentimiento y el perdón del pecado debían ser predicados en su nombre a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.CNS 152.4

    Antes de su ascensión al cielo les dijo: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo; y seréis mis testigos, así en Jerusalem como en toda la Judea y Samaria, y hasta los últimos confines de la tierra.” “Y he aquí que estoy yo con vosotros siempre, hasta la consumación del siglo.” Hechos 1:8; Mateo 28:20.CNS 152.5

    —Habéis sido testigos—les dijo—de mi vida de abnegación en favor del mundo. Habéis visto que perdono gratuitamente a todos los que acuden a mí confesando sus pecados. Todos los que quieren, pueden reconciliarse con Dios y tener la vida eterna.CNS 153.1

    A vosotros, discípulos míos, os encomiendo este mensaje de misericordia. Debe ser llevado a todas las naciones, lenguas y pueblos. Id hasta los lugares más remotos del mundo habitado; pero recordad que allí también he de estar presente.CNS 153.2

    El encargo del Salvador a sus discípulos incluía a todos los creyentes hasta el fin del mundo. No todos pueden predicar a congregaciones pero todos pueden trabajar en favor de las personas individualmente. Atender a los que padecen, ayudar a los menesterosos, consolar a los afligidos y hablar al pecador del amor infinito de Cristo, tal es la obra que el Salvador dejó encomendada a cada cristiano. Los que hacen esto dan fe de él: son sus testigos.CNS 153.3

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