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El Cristo Triunfante

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    A veces se conceden ciertos deseos no santificados, 14 de mayo

    “Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos”. 1 Samuel 8:7.CT 143.1

    Tenemos una Cabeza viviente [Cristo] y cada persona que desarrolle una tarea en la que estén involucradas responsabilidades sagradas debiera preguntarse a cada paso, “¿Es éste el camino del Señor?” Todos debieran mirar, constante y continuamente, a Jesús buscando su orientación y manteniendo los principios a cualquier precio. No es lo que los seres limitados puedan hacer, sino lo que Dios puede hacer por medio de seres finitos que sean moldeables, humildes, abnegados y santificados. No podemos depositar ni la más mínima confianza en la habilidad humana a menos que el poder divino coopere con el humano...CT 143.2

    Hay mucha autosuficiencia y confianza propia, demasiado orgullo en el corazón y estima propia, sin que se le conceda a Dios la gloria. Dios ha dado mente y talento a los mortales sólo como depósito a prueba, con el propósito de determinar si andarán en sus sendas y si harán su voluntad sin depositar su confianza en ellos mismos...CT 143.3

    El Señor permitió que Israel hiciera las cosas a su manera, después de hablarles por medio de Samuel e indicarles que ese no era el camino debido, ni la forma apropiada de actuar. Por su parte ellos, guiados por sus propias ideas y juicios, como lo habían imaginado, consideraban que era la única manera por la cual alcanzarían mayor gloria nacional. Y el Señor les concedió el deseo de sus corazones no consagrados.CT 143.4

    Cuando Israel exigió un rey que “nos gobierne, como tienen todas las naciones”, estas palabras “desagradaron a Samuel”. “Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” ... Israel estaba cansado de tener gobernantes piadosos que obedecieran todos los propósitos del Señor, que honrasen a Dios y actuasen según todas sus instrucciones. El pueblo quería ahora una religión reformada para que mediante una prosperidad exterior y lisonjera fueran muy estimados por las naciones vecinas. Y así como hubo un tiempo cuando anhelaron los puerros y las cebollas de Egipto y murmuraron porque no tenían todo aquello que gratificara sus apetitos y estuvieron dispuestos a regresar a la esclavitud antes que negarse a satisfacer las inclinaciones de sus paladares, ahora nuevamente insultaban a Dios al despreciar su sabio gobierno. Sentían el deseo de ir tras las riquezas y el esplendor como los otros pueblos circundantes...CT 143.5

    La mente de Satanás había influido sobre los corazones del pueblo para que obrara según los dictados del enemigo de Dios. Estaban cautivados por el demonio y querían llevar adelante sus propios objetivos aun ante las solemnes protestas del anciano profeta, a quien tenían toda razón de respetar y creer las palabras que había pronunciado por mandato divino.—Manuscrito 40, 1890.CT 143.6

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