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El Cristo Triunfante

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    Algunos prefieren la tradición a obedecer la ley de Dios, 7 de agosto

    “Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”. Marcos 7:9.CT 228.1

    Los hombres más doctos en los días de Cristo—filósofos, legisladores y sacerdotes—con todo su orgullo y superioridad no podían interpretar el carácter de Dios... Cuando vino el cumplimiento del tiempo y Cristo llegó al mundo, éste se encontraba ensombrecido por la maldición de la apostasía y la perversión espiritual. Los judíos se habían envuelto en el oscuro manto de la incredulidad. No guardaron los mandamientos de Dios...CT 228.2

    Aquellos a quienes el Señor se dirigió se consideraban como disfrutando de una posición enaltecida por encima de todos los demás pueblos. Sólo a ellos, presumían con orgullo, les habían sido confiados los oráculos divinos. La tierra languidecía expectante por un maestro enviado por Dios; sin embargo, cuando él llegó en la forma como lo habían anunciado los oráculos vivientes, los sacerdotes y los instructores del pueblo no pudieron discernir en él al Salvador, ni pudieron comprender la forma de su venida. Después de perder la costumbre de aceptar la Palabra de Dios exactamente como se lee, o de permitirle ser su propio intérprete, la leyeron a la luz de sus máximas y tradiciones. Por tanto tiempo habían descuidado el estudio y la contemplación de la Biblia que sus páginas habían llegado a ser un misterio para ellos. Con aversión le dieron la espalda a la verdad de Dios para volverse a las tradiciones humanas.CT 228.3

    La nación judía había llegado a un momento crítico de su historia. Mucho era lo que estaba en juego. ¿Habría de prevalecer la ignorancia humana? ¿Se manifestaría entre ellos la sed de un conocimiento más profundo de Dios? ¿Sería este deseo de recibir un sorbo de la bebida espiritual semejante al que tuvo David por apagar su sed con las aguas del pozo de Belén? ¿Habrían los judíos de alejarse de los falsos maestros que habían pervertido sus sentidos y clamarían al Señor en busca de instrucción divina?...CT 228.4

    Cuando Cristo vino como un ser humano, el mundo fue inundado de luz. Muchos lo habrían recibido con alegría, eligiendo andar en la luz, si los sacerdotes y los gobernantes hubieran sido fieles a Dios y hubiesen orientado al pueblo ofreciéndoles una verdadera interpretación de las verdades de la Palabra. Pero, por tanto tiempo los dirigentes habían tergiversado las Escrituras que el pueblo se extravió en medio de las falsedades...CT 228.5

    Como nación los judíos se negaron a aceptar a Cristo. Se alejaron del Único que podía salvarlos de la ruina eterna. Una condición semejante existe en el mundo hoy entre los así llamados cristianos. Las personas que dicen entender las Escrituras rechazan la ley de Dios y ejercen una decidida influencia en contra de ella...¿Cuál es el resultado? Miren la dirección que está tomando la juventud en derredor nuestro.—Manuscrito 24, 1891.CT 228.6