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El Cristo Triunfante

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    Aprendamos de Jesús, 30 de agosto

    “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:29.CT 251.1

    Con el paso del tiempo, el gran conflicto entre el Príncipe de la luz y el príncipe de las tinieblas no ha menguado un ápice de su fiereza. El conflicto entre la luz y la oscuridad, entre el error y la verdad, ha profundizado su intensidad. La sinagoga de Satanás se encuentra en intensa actividad y, en esta época caracterizada por el despliegue engañador del enemigo, éste opera de las formas más sutiles. Toda mente humana que no se ha entregado a Dios y que no está bajo el control del Espíritu de Dios, será pervertida por los agentes satánicos.CT 251.2

    El enemigo trabaja constantemente a fin de suplantar a Jesucristo en el corazón del hombre e implantar sus atributos en el carácter humano en lugar de los atributos de Dios. Despliega sus poderosos engaños sobre la mente humana a fin de ejercer su poder controlador. Busca remover la verdad y abolir el verdadero patrón y modelo de bondad y justicia para que el profeso cristiano sea arrastrado hacia la perdición por haberse apartado de Dios. Se encuentra en una constante operación para que el egoísmo se extienda mundialmente y, de este modo, queden sin efecto la misión y la obra de Cristo.CT 251.3

    Cristo vino al mundo a devolver el carácter de Dios al género humano y para volver a implantar en el alma humana la imagen divina. A lo largo de su vida Cristo continuó por medio de esfuerzos, laboriosos y continuos, la tarea de orientar la atención del mundo hacia Dios y a sus santos requerimientos para que la nación pudiera ser llena del Espíritu Santo, actuando por amor y revelando en su vida y carácter los atributos divinos...CT 251.4

    En Cristo se habían fusionado la majestad y la humildad. La templanza y la abnegación se veían en cada acto de su vida. No había en él ninguna mancha de fanatismo, ni manifestó una actitud de frialdad que pudiera menguar su influencia en quienes se ponían en contacto con él. El Redentor del mundo poseía una naturaleza superior a la angélica; sin embargo, unidas a su majestad divina, había una mansedumbre y una humildad que a todos atraían hacia él...CT 251.5

    “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Cristo, nuestro Redentor, comprendió todas las necesidades de la humanidad. Diseñó los poderosos planes por los cuales la raza humana debía ser levantada de la degradación del pecado. En toda circunstancia, por trivial que fuera, él representó al Padre. Y aunque sostenía al mundo por el poder de su palabra, habría de inclinarse para ofrecer el necesario bálsamo a un ave herida.—Manuscrito 39, 1894.CT 251.6

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