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El Cristo Triunfante

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    Más del cielo; menos del yo, 28 de febrero

    “Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Apocalipsis 7:14.CT 67.1

    Ojalá pudiera conducir vuestras mentes a la gloria futura e impresionarlas con respecto al gran sacrificio que se realizó a fin de redimir a la raza humana. Cada uno de vosotros decidirá si disfruta esa gloria. Para obtenerla, vuestra voluntad debiera ser puesta en sujeción a la voluntad de Cristo. Los rebeldes no entrarán en el cielo. Satanás fue el primer rebelde y su obra consiste en conducir a otros a desobedecer los mandamientos del Señor.CT 67.2

    El Señor ha otorgado talentos a cada uno, y si somos descuidados en cultivarlos, fracasaremos y perderemos la vida eterna. Todo se ha hecho por nosotros a fin de elevarnos, y si fracasamos, dicho sacrificio habría sido hecho en vano. ¿Seremos pesados en balanza y hallados faltos? ¿O estaremos con quienes recibirán las vestiduras blancas? Esto dependerá del rumbo que tome cada uno. Si estamos en el taller del Señor, él nos embellecerá y nos pulirá, y así seremos aptos para vivir en las mansiones celestiales.CT 67.3

    ¡Oh, los encantos incomparables de nuestro amado Salvador! Nada hay en los tesoros terrenales; es suficiente que contemplemos el Calvario. Desearía que cada persona aceptara la salvación que el Cielo le ofrece. Todos tienen una labor que realizar y cuando alcancen la victoria, exclamarán: “¡Digno, digno es el Cordero que fue sacrificado por nosotros!”CT 67.4

    ¿Tendrás vida eterna? De ser así, has de alejarte de los placeres mundanales. La impiedad de esta época es tan grande como lo fue en los días de Noé. Pero se halló un hombre que caminó con Dios en medio de esa generación deshonesta y perversa. Enoc mantuvo su mente en relación con Dios y el Señor no lo abandonó, sino que, finalmente, lo sacó de este mundo pecador. Este hombre fue un representante de quienes serán trasladados al cielo cuando Cristo regrese a buscar a su pueblo. ¿Estamos listos para la venida del Señor? ¿Acudimos constantemente a Dios para recibir fuerzas y afrontar los engaños del enemigo? ¿Hemos lavado nuestros mantos y los hemos emblanquecido en la sangre del Cordero?CT 67.5

    Dios es sincero con nosotros y pide que le consagremos todo nuestro ser. Necesitamos que el gran Médico nos sane. Necesitamos más del cielo y menos del yo. Debemos participar de la naturaleza divina. ¡Oh, cuánto amor se nos ha manifestado! El Hijo de Dios ha dejado el trono celestial y ha dado su vida por nosotros, y por nuestra causa se hizo pobre. Ha vestido su divinidad de humanidad. Como respuesta al Señor, ¿no quisieras negar el yo y seguir a tu Salvador? No desperdicies los pocos momentos que nos quedan, persiguiendo honores mundanales, perdiendo así el preciado bien de la vida eterna.—Manuscrito 40, 1886.CT 67.6

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