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En los Lugares Celestiales

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    Edificando para la eternidad, 25 de enero

    Para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere. Colosenses 4:12.ELC 33.1

    El Infinito, el único que puede producir orden y belleza del caos y confusión de la oscuridad de la naturaleza, puede subyugar el rebelde corazón del hombre y poner su vida en conformidad con la voluntad divina. Su Espíritu puede aplacar el temperamento rebelde...ELC 33.2

    Día tras día estamos edificando caracteres, y edificamos para la eternidad. Dios desea que nosotros, en nuestra vida, demos un ejemplo a la gente del mundo de lo que debiera ser, y de lo que puede ser por la obediencia al Evangelio de Cristo. Coloquémonos en las manos de Dios para que nos trate como a él le parezca mejor... “Vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. 1 Corintios 3:9. Si edificamos en cooperación con Dios, la estructura que levantamos día tras día crecerá más bella y más simétrica bajo la mano del Maestro edificador y perdurará toda la eternidad.ELC 33.3

    La santificación es una obra progresiva. Es una obra continua que eleva más y más a los seres humanos.ELC 33.4

    Cristo nos dice: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48. Él es nuestro ejemplo. Durante su vida terrenal, siempre fue bondadoso y gentil. Su influencia fue siempre fragante, pues en él moraba el perfecto amor. Nunca era agrio ni intratable, y nunca transigía con el error para obtener un favor. Si tenemos su justicia, seremos como él en gentileza, en tolerancia, en amor desinteresado. Morando en la luz del sol de su presencia, ¿no seremos ablandados por su gracia?ELC 33.5

    Honremos nuestra profesión de fe. Adornemos nuestra vida con bellos rasgos de carácter. La aspereza en el habla y en las acciones no es de Cristo sino de Satanás. Al aferrarnos de nuestras imperfecciones y deformidades, ¿haremos que Cristo se avergüence de nosotros? La gracia de Cristo nos es prometida. Si la recibimos, embellecerá nuestra vida*2—E. L. C..—The Review and Herald, 14 de enero de 1904.ELC 33.6

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