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Reflejemos a Jesús

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    Juan hizo frente a los errores con firmeza, 15 de diciembre

    Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. 1 Juan 1:5.RJ 355.1

    Juan no había de proseguir su labor sin grandes inconvenientes. Satanás no estaba ocioso. Instigaba a hombres malos a acortar la vida útil de este hombre de Dios; pero los ángeles lo protegían de sus asaltos... La iglesia en su peligro necesitaba su testimonio.RJ 355.2

    Valiéndose de interpretaciones erróneas y falsedades los emisarios de Satanás habían tratado de suscitar la oposición contra Juan, y contra la doctrina de Cristo. En consecuencia, disensiones y herejías estaban haciendo peligrar la iglesia. Juan hizo frente a estos errores con firmeza. Interrumpió el camino de los adversarios de la verdad. Escribió y exhortó en el sentido de que los dirigentes de estas herejías no debían recibir el menor estímulo. Hoy en día existen peligros similares a aquellos que amenazaron la prosperidad de la iglesia primitiva, y las enseñanzas de los apóstoles sobre estos puntos deben ser claramente escuchadas. “Debes tener amor”, es el clamor que debe oírse por doquiera, especialmente por parte de aquellos que profesan santificación. Pero el amor es demasiado pobre para cubrir el pecado inconfeso. Las enseñanzas de Juan son importantes para aquellos que viven en medio de los peligros de los últimos días. El había estado íntimamente asociado con Cristo, había escuchado sus enseñanzas, y había presenciado sus poderosos milagros. Presentaba un convincente testimonio, que hacía que las falsedades de sus enemigos no tuvieran ningún efecto.RJ 355.3

    Juan gozó la bendición de la verdadera santificación. Pero noten, el apóstol no pretende estar sin pecado; busca la perfección al andar en la luz del rostro de Dios. Testifica que el hombre que profesa conocer a Dios y, sin embargo, quebranta la ley divina, da un mentís a su profesión. “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”. 1 Juan 2:4. En esta época que se jacta de liberalidad, estas palabras son calificadas como fanatismo. Pero el apóstol enseña que aunque debemos manifestar cortesía cristiana, estamos autorizados a llamar al pecado y a los pecadores por sus nombres correctos, pues esto es consecuente con el verdadero amor. Aunque debemos amar las almas por las cuales Cristo murió, y trabajar por su salvación, no debemos transigir con el pecado. No hemos de unirnos con la rebelión, y llamar a esto amor. Dios exige que su pueblo en esta época del mundo se mantenga firme, como Juan en su tiempo, en defensa de lo recto, en oposición a los errores destructores del alma.—La edificación del carácter, 83-85.RJ 355.4

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