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Reflejemos a Jesús

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    Cristo nos eleva mediante el dolor a un reino de paz, 16 de diciembre

    Bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga... Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; él hiere, y sus manos curan. En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal. Job 5:17-19.RJ 356.1

    Cuando nos llega la tribulación, ¡cuántos somos los que pensamos como Jacob! Imaginamos que es la mano de un enemigo y luchamos a ciegas en la oscuridad, hasta que se nos agota la fuerza, y no logramos consuelo ni rescate. El toque divino al rayar el día fue lo que reveló a Jacob con quién estaba luchando: el Angel del pacto. Lloroso e impotente, se refugió en el seno del Amor infinito para recibir la bendición que su alma anhelaba. Nosotros también necesitamos aprender que las pruebas implican beneficios y que no debemos menospreciar el castigo del Señor ni desmayar cuando El nos reprende...RJ 356.2

    Dios no desea que quedemos abrumados de tristeza, con el corazón angustiado y quebrantado. Quiere que alcemos los ojos y veamos su rostro amante. El bendito Salvador está cerca de muchos cuyos ojos están tan llenos de lágrimas que no pueden percibirlo. Anhela estrechar nuestra mano; desea que lo miremos con fe sencilla y que le permitamos que nos guíe. Su corazón conoce nuestras pesadumbres, aflicciones y pruebas. Nos ha amado con un amor sempiterno y nos ha rodeado de misericordia. Podemos apoyar el corazón en El y meditar a todas horas en su bondad. El elevará el alma más allá de la tristeza y perplejidad cotidianas, hasta un reino de paz.RJ 356.3

    Piensen en esto, hijos de las penas y del sufrimiento, y regocíjense en la esperanza. “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. 1 Juan 5:4.RJ 356.4

    Bienaventurados también los que con Jesús lloran llenos de compasión por las tristezas del mundo y se afligen por los pecados que se cometen en él y, al llorar, no piensan en sí mismos. Jesús fue Varón de dolores, y su corazón sufrió una angustia indecible. Su espíritu fue desgarrado y abrumado por las transgresiones de los hombres. Trabajó con celo consumidor para aliviar las necesidades y los pesares de la humanidad, y se le agobió el corazón al ver que las multitudes se negaban a venir a El para obtener la vida. Todos los que siguen a Cristo participarán en esta experiencia. Mientras compartan su amor, tendrán parte en su doloroso trabajo para salvar a los perdidos. Comparten los sufrimientos de Cristo, y compartirán también la gloria que será revelada. Estuvieron unidos con El en su obra, apuraron con El la copa del dolor, y participan también de su regocijo... El Señor tiene gracia especial para los que lloran, y hay en ella poder para enternecer los corazones y ganar a las almas.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 15-17.RJ 356.5

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