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El Ministerio de la Bondad

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    Capítulo 28—Los hijos adoptivos

    Que las familias adopten niños—Hay una obra especial que debe realizarse en favor de los niños ya mayorcitos. Las familias de nuestra fe, que pertenecen a nuestras iglesias, si están en condición de hacerlo, adopten a estos pequeños y recibirán una bendición al hacerlo.—Carta 205, 1899.MB 243.1

    Hay personas que no tienen hijos pequeños, que harían bien si adoptaran niños. Los que no tienen la sagrada responsabilidad de proclamar la Palabra y trabajar directamente por la salvación de las almas tienen deberes en otros aspectos de la obra. Si son consagrados a Dios y si son idóneos para modelar y dar forma a las mentes humanas, el Señor los bendecirá cuando cuiden a los niños de otros.MB 243.2

    Pero los niños de los creyentes reciban nuestra primera consideración. Entre los observadores del sábado, hay muchísimas familias que tienen muchos hijos que no son debidamente atendidos. Muchos padres demuestran que no han aprendido las lecciones de Cristo que los convertirían en guardianes seguros de los niños. Sus hijos no reciben la debida preparación. Y hay entre nosotros muchos niños a quienes la muerte ha privado del cuidado de sus padres. Hay quienes podrían encargarse de esos niños y procurar modelar y formar sus caracteres de acuerdo con los principios de la Biblia.—Manuscrito 35, 1896.MB 243.3

    Dios tiene un pueblo en este mundo y hay muchos que pueden adoptar niños y cuidarlos como a los pequeñitos de Dios.—Carta 68, 1899.MB 243.4

    Hijos de creyentes—El Señor quiere que cada iglesia considere como una obligación religiosa que descansa sobre ella el adoptar a las criaturas de aquellos cuyos padres han muerto en la fe. Reciban las familias a esos huerfanitos.—Manuscrito 44, 1900.MB 243.5

    Consejo a un matrimonio sin hijos—Uds. no han sentido que se les requiere el que se interesen en otros, que hagan suyos los casos de ellos y que manifiesten un interés abnegado por aquellos que están en mayor necesidad de ayuda. Uds. no se han esforzado para ayudar a los más necesitados, a los más desvalidos.MB 244.1

    Si Uds. tuvieran hijos propios que demandaran sus cuidados, afecto y amor, no se aislarían tanto en Uds. mismos y en sus propios intereses. Si los que no tienen hijos y a quienes Dios ha hecho mayordomos de medios, abrieran su corazón para cuidar a los niños que necesitan amor, cuidado, afecto y ayuda con los bienes de este mundo, serían mucho más felices de lo que son hoy. Mientras haya jóvenes que no tengan el cuidado compasivo de un padre ni el tierno amor de una madre, que estén expuestos a las corruptoras influencias de estos últimos días, es el deber de alguien ocupar el lugar del padre y de la madre para algunos de ellos. Aprended a darles amor, afecto y simpatía.MB 244.2

    Todos los que profesan tener un Padre en el cielo, que esperan que cuidará de ellos y que finalmente los llevará al hogar que les ha preparado, debieran sentir como una solemne obligación que descansa sobre ellos el ser amigos de los que no tienen amigos y ser padres de los huérfanos, ayudar a las viudas y ser de algún valor práctico en este mundo para beneficiar a la humanidad. Muchos no han contemplado estas cosas desde un ángulo correcto. Si viven meramente para sí, no tendrán una fuerza mayor que la que esto demanda.—Testimonies for the Church 2:328, 329.MB 244.3

    ¿Es ésta la voluntad de Dios?—El asunto de adoptar un hijo, especialmente cuando se trata de un niño, implica una responsabilidad muy seria. No debiera considerarse livianamente. ... La pregunta que cada uno debe resolver es: Al hacer esto, ¿estaré satisfaciendo meramente mis propios deseos o es un deber que el Señor me ha señalado? ¿Es éste el camino de Dios o un camino de mi propia elección? Todos han de ser obreros para Dios. Nadie queda excusado. Vuestros talentos no son de vuestra propiedad, para emplearlos a vuestro capricho. Preguntad: ¿Qué quiere el Señor que haga con los talentos que me ha confiado?—Manuscrito 35, 1896.MB 245.1

    Examinad los motivos—Necesitamos escudriñar cuidadosamente nuestro corazón y estudiar nuestros motivos. Quizá el egoísmo mueva el deseo de hacer lo que parezca ser un acto desinteresado y digno de alabanza. La razón por la cual muchos se sienten impulsados a desear adoptar un hijo, el anhelo de algo en lo cual localizar su afecto, revela el hecho de que su corazón no está centrado en Cristo, no está absorto en su obra.—Manuscrito 35, 1896.MB 245.2

    ¿Deben los ministros adoptar criaturas?;mdash;Se ha preguntado si la esposa de un ministro debe adoptar niños pequeños. Respondo: Si ella no tiene inclinación ni idoneidad para dedicarse a la obra misionera fuera de su casa, y siente que es su deber recibir niños huérfanos y cuidarlos, puede hacer una buena obra. Pero elija los niños primero de entre los huérfanos hijos de observadores del sábado. Dios bendecirá a hombres y mujeres que, con corazón voluntario, compartan su hogar con estos niños desamparados.MB 245.3

    Pero si la esposa del ministro puede desempeñar ella misma un papel en la obra de educar a otros, debe consagrar sus facultades a Dios como obrera cristiana. Debe auxiliar verdaderamente a su esposo, ayudándole en su trabajo, perfeccionando su intelecto y contribuyendo a dar el mensaje. Está abierto el camino para que mujeres humildes y consagradas, dignificadas por la gracia de Cristo, visiten a los que necesitan ayuda e impartan luz a las almas desalentadas. Pueden elevar a los postrados, orar con ellos y conducirlos a Cristo. Las personas tales no deben dedicar su tiempo y fuerza a un impotente niño que requiere constante cuidado y atención. No deben atarse así voluntariamente las manos.—Joyas de los Testimonios 2:523.MB 245.4

    Quizá Dios haya retenido sus bendiciones—Una familia bien ordenada, bien disciplinada, tendrá una influencia poderosa para el bien. Pero si vosotros no tenéis hijos propios, puede ser que el Señor tenga un sabio propósito al no concederos esta bendición. Ello no debe tomarse como evidencia de que es vuestro deber el adoptar a un niño. En algunos casos eso puede ser aconsejable. Si el Señor os alienta a cuidar de una criatura criándola, entonces el deber es muy claro para que sea desatendido. Pero, por lo general, no sería prudente que la esposa de un ministro se recargue con tal responsabilidad. ...MB 246.1

    Si la compañera de un ministro está identificada con su esposo en la obra de salvar almas, ese es el más elevado trabajo que puede realizar. Pero el cuidado de un pequeñito podría absorber su atención a tal punto que no pudiera asistir a las reuniones y trabajar con éxito en las visitas misioneras y el esfuerzo personal. Aun si acompaña a su esposo, la criatura es muy a menudo el centro de los pensamientos y de la conversación, y la visita no tiene ningún resultado. Aquellos a quienes Dios ha llamado a ser colaboradores con él, no deben tener ídolos que absorban sus pensamientos y afectos que él quisiera dirigir en otros sentidos.—Manuscrito 35, 1896.MB 246.2

    Siempre conservad una apropiada perspectiva de la responsabilidad—Gran reflexión debe ejercerse en la obra que emprendemos. No debemos asumir grandes preocupaciones en el cuidado de criaturitas. Este trabajo debe ser realizado por otros. Tenemos una obra especial en dirigir y educar a niños no tan pequeños. Permitid que las familias que puedan hacerlo adopten a esos pequeños y recibirán una bendición al hacerlo.—Testimonies for the Church 6:246, 247.MB 247.1

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